Por Carlos Borrero
Con mucha fanfarria, Rosselló firmó esta semana la ley «Enterprise Puerto Rico» la cual crea una entidad sin fines de lucro que, según él, promoverá la creación de entre 10 y 12 mil empleos en los próximos cinco años. Este miserable número de empleos prometidos en sí demuestra la falta de confianza que tiene la élite criolla en su capacidad de dirigir el desarrollo económico del territorio.
Si bien el anuncio de otro plan para incentivar la creación de empleos a través de exenciones contributivas y otras concesiones para atraer a capitalistas extranjeros al territorio no es necesariamente noticia, lo que hace significativo el anuncio de Rosselló es la afirmación que hace, junto con su Secretario de Desarrollo Económico y Comercio, Manuel Laboy, de que su plan reproducirá los «éxitos» de estados como Ohio y Michigan. Tal afirmación sólo puede sostenerse a base de falsificaciones descaradas.
Examinemos el llamado éxito de Ohio bajo el programa «JobsOhio», que formó la pieza central de la política económica del gobernador John Kasich desde su elección en 2011.
De acuerdo con varios análisis hechos por think tanks de derecha y de tendencia liberal, Ohio sigue a la zaga del resto del país en el crecimiento de los empleos desde 2007. De hecho, según un análisis del grupo Policy Matters Ohio, el estado ocupa el lugar 38 entre los estados para la creación de empleos durante la última década. El mismo grupo resalta que la abrumadora mayoría de dichos empleos son de bajos salarios. La situación se agrava en los centros urbanos ya que las ciudades de Cleveland, Cincinnati y Toledo figuran entre las más deprimidas entre todas las ciudades grandes de EEUU. Por ejemplo, Cleveland, la ciudad grande más deprimida de EEUU, tiene una tasa de desempleo para la población adulta que ronda el 50 por ciento.
El plan económico de Kasich en Ohio se basó en una reducción de los impuestos sobre negocios, muchos de éstos en el estado reclaman sobre ingresos en vez de ganancias sobre negocios, junto con un fuerte aumento en los impuestos sobre ventas, los cuales afectan de manera desproporcionada a la clase trabajadora. ¿Suena esta receta algo familiar? Y la entidad ‘privada’ JobsOhio creada por Kasich para coordinar todo este milagroso desarrollo económico, ¿en qué ha quedado? Según la organización OhioWatchdog, dicha entidad ha sido un fracaso total. De hecho, hasta los defensores del sistema de libre empresa como Opportunity Ohio han sentenciado que dicha entidad no es más que “Una operación de juegos de azar financiada por los contribuyentes que espera que su método de amiguismo corporativo llegue a pegar lo suficiente para ocultar las malas apuestas que hace” (… a taxpayer-funded gambling operation that hopes its method of corporate cronyism hits the jackpot enough to hide the bad bets it makes.)
¿Y qué hay de Michigan? ese otro ejemplo de un milagro económico citado por Rosselló y Laboy.
Los datos más recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales apuntan a que el estado gobernado por el infame Rick Snyder, responsable del crimen perpetrado contra la población de Flint y cómplice en la destrucción de la educación pública, tiene una tasa de desempleo igual al promedio y no figura entre los estados de mayor creación de empleos. De hecho, en Michigan, un estado denominado “right to work” (con derecho a trabajar), un término cínicamente empleado para clasificar a estados que han aprobado leyes anti sindicales, se ha experimentado una reducción brutal de salarios reales a través de las últimas tres décadas. Cabe preguntar entonces, ¿de qué están hablando Rosselló y Laboy?
Pues el modelo de desarrollo económico que persiguen es uno en que reine el mismo amiguismo corporativo que en Ohio y que se desmantelen los servicios sociales esenciales como los que prestan las escuelas y las universidades públicas, las agencias encargadas de la protección ambiental y de la ciudadanía en general, además del marco de protecciones laborales que los trabajadores han conquistado durante años de lucha. El modelo de desarrollo económico que persiguen es uno en que los trabajadores perciben menos y se contentan con empleo precario y condiciones laborales denigrantes. Tal desarrollo económico es uno que exigen los capitalistas. No tiene nada que ver con las necesidades ni las aspiraciones de las masas trabajadoras.
Las masas en el territorio exigen un plan distinto para el desarrollo económico. Exigen un plan racional de desarrollo sostenible que garantice empleos estables y bien remunerados, además de la repartición equitativa del producto social entre las masas laboriosas.