El nacionalismo económico: la trampa ideológica detrás de la histeria anti inmigrante, los ataques contra derechos básicos y el oportunismo

Por Ismael Castro

La prohibición mediante orden presidencial firmada el pasado viernes de la entrada a inmigrantes y refugiados de siete países de mayoría musulmana además de nuevas restricciones a la inmigración en general provocaron casi inmediatamente una serie de protestas espontáneas en varios aeropuertos a través de EEUU.  Una petición radicada por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) en el tribunal federal del distrito del este en Brooklyn logró una suspensión temporera para aquellas personas que ya habían aterrizado en EEUU el sábado después de emitida la orden.  Sin embargo, vale destacar que esta suspensión sólo aplica a aquellas personas que ya fueron detenidas y no anula la orden ejecutiva firmada por Trump.  Cualquier futuro inmigrante o refugiado de los siete países mayoritariamente musulmanes que llegue a EEUU estará sujeto a la orden original firmada por Trump.

La controvertida orden ejecutiva anti inmigrante y anti musulmana forma parte de una campaña más amplia para reprimir los derechos democráticos de toda la ciudadanía en EEUU y conseguir el apoyo popular para agresiones militaristas en el extranjero.  La persecución de inmigrantes y musulmanes bajo el pretexto de la lucha contra el crimen y el terrorismo sirve no sólo para justificar la mayor militarización de la sociedad estadounidense y la derogación de derechos civiles, es una estrategia deliberada para desviar el descontento masivo creado por el capitalismo dentro de EEUU hacia antagonismos interétnicos además de promover el chauvinismo nacional en apoyo al imperialismo.  Dentro de 48 horas desde que Trump firmó la orden, el New York Times ha informado de la primera muerte de un militar estadounidense desplegado a Yemen, uno de los países de mayoría musulmana afectados por la prohibición.

Si bien está claro que Trump representa el ala más reaccionaria y degenerada de la clase dominante en Estados Unidos, lo que menos se ha comentado es el vil papel desempeñado por los llamados ‘progresistas’ como Bernie Sanders quienes también sentaron las bases ideológicas para el veneno chauvinista que se ha difundido entre muchos trabajadores.  La campaña de Sanders hizo eco al mensaje económico nacionalista de Trump al despotricar repetidamente contra los llamados «malos acuerdos comerciales» como principal fuente de la miseria del obrero estadounidense.   Una vez electo Trump, el senador Sander prometió apoyar al nuevo presidente en cualquier intento de derogar a TLCAN.  Aunque más sutil que la consigna abiertamente chauvinista de «America First» lanzado por Trump, el mensaje de Sanders lo ha hecho cómplice de los intentos de subvertir la conciencia de clase de los trabajadores estadounidenses a través de la promoción de la misma basura nacionalista.  A pesar de sus lágrimas de cocodrilo sobre el maltrato de inmigrantes, una figura como Sanders comparte responsabilidad por la creación del clima ideológico en que han surgido las provocaciones contra inmigrantes en EEUU.  Es importante notar en este sentido, que estos llamados ‘progresistas’ han permanecido conspicuamente callados acerca de la actividad cada vez más agresiva y temeraria del imperialismo estadounidense en el mundo.

De la misma manera, la alta burocracia de varios de los sindicatos más grandes en EEUU, la mayoría de los cuales que formaron parte de la base electoral del partido demócrata, se han alineado oportunistamente detrás de la retórica anti China y anti Méjico intensificada por Trump.  Burócratas sindicales tales como Leo Gerard, presidente de la Unión de Trabajadores Siderúrgicos (United Steelworkers), y Dennis Williams, presidente de los Trabajadores Automovilísticos Unidos (United Auto Workers), han trabajado consistentemente a través de los años para mantener a sus matrículas política e ideológicamente subordinadas a la clase dominante mediante la promoción de mensajes económico nacionalistas como «America First».  Éstos de dedican a desviar la legítima ira de sus matrículas causada por la precariedad de sus condiciones de vida hacia el obrero en el extranjero mientras juegan el papel de Judas al hacer pactos incestuosos con los capitalistas.  Bajo consignas reaccionarias como «Lo que es bueno para las empresas americanas también es bueno para el trabajador americano«, este liderato oportunista dentro del movimiento obrero no sólo enseña a los trabajadores a subordinar sus intereses de clase a los «intereses nacionales» promovidos por los capitalistas, sino también fomenta el apoyo tácito del trabajador estadounidense al imperialismo.

La clase obrera no puede dejarse engañar por el mensaje económico nacionalista promovido por los capitalistas, los políticos que les sirven o la burocracia oportunista dentro del movimiento obrero.  Ni los trabajadores inmigrantes ni trabajadores en México o China son los responsables de la miseria impuesta a los trabajadores estadounidenses.  El sistema de explotación capitalista y de lucro privado degrada la condición de todos los trabajadores independientemente de su estatus legal o país de residencia.  De la misma manera que «América» no será «grande de nuevo» a través de la persecución de grupos religiosos o étnicos, la expansión del imperialismo estadounidense no cambiará en nada la condición fundamental del trabajador en EEUU.

Nosotros, los comunistas, denunciamos la incitación del sentimiento anti inmigrante en general, y la islamofobia en particular, mediante la cual los capitalistas, sus representantes políticos y los oportunistas dentro del movimiento obrero pretenden dividir a los trabajadores, subvertir su conciencia de clase y justificar el reforzamiento del aparato represivo del Estado.  Recordamos a las masas trabajadoras que si bien las medidas represivas y la suspensión de los derechos democráticos se dirigen inicialmente a grupos vulnerables como los inmigrantes y las minorías religiosas, en última instancia estas mismas medidas serán utilizadas para aplastar a todos los trabajadores que luchan contra los ataques a sus conquistas históricas además de para poner fin a la explotación capitalista.  ¡La clase obrera tiene que ser el campeón de todos los derechos democráticos ahora traicionados por los capitalistas!

Nosotros, los comunistas, también instamos a los trabajadores a rechazar la inmundicia chauvinista que se está diseminando entre los trabajadores para engañarlos a apoyar las agresiones imperialistas en el extranjero.  La clase dominante estadounidense pretende salvar el capitalismo moribundo por medios militaristas tanto dentro del país como en el extranjero.  ¡Los trabajadores no deben a los capitalistas ninguna lealtad!  Sólo la lucha unida y coordinada de la clase obrera – trabajadores de todas las etnias, nacionalidades y religiones, así como de todos los países del mundo – puede solucionar los grandes problemas sociales generados por el sistema capitalista.

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