Por Carlos Borrero
Con la selección descarada de un gabinete lleno de parásitos financieros y belicistas, Trump ha mostrado los verdaderos colores de las instituciones políticas burguesas. Se ha quitado el velo. El aparato estatal de los capitalistas no es más que un instrumento para la represión brutal de las masas en aras del enriquecimiento de una minoría de sanguijuelas. Y mientras se hace cada vez más claro que la administración de Trump será reaccionaria hasta el final, los demócratas, quienes se han comprometido a colaborar con él, han demostrado ser cómplices desvergonzados en lo que de seguro va a ser una fase superior de saqueos y ataques contra las masas obreras en EEUU y el resto del mundo.
La selección de Betsy DeVos para dirigir el Departamento de Educación, una heredera billonaria y ultraconservadora religiosa que ha estado a la vanguardia del movimiento pro escuelas chárter, apunta a una intensificación de los ataques contra la educación pública. Sus esfuerzos para reorganizar el sistema de educación pública de Detroit, ciudad que vio una proliferación de escuelas chárter después de décadas de subfinanciar las públicas, fueron considerados como un desastre para las familias obreras. Es además una promotora de los vales escolares (vouchers), otra estrategia para privatizar las escuelas mediante la canalización del dinero público a las escuelas privadas y religiosas.
La nominación del congresista Tom Price como Secretario de Salud y Servicios Humanos, un enemigo declarado de Medicare y Seguro Social, presagia nuevos ataques a estas conquistas históricas de las masas obreras en lucha. Medicare y Seguro Social, dos programas financiados mediante los salarios de los trabajadores, han sido severamente debilitados a través de los años. La campaña para eliminar por completo la garantía del cuidado médico e incluso una pensión modesta a los trabajadores jubilados pone de relieve que cualquier extensión de la expectativa de vida de la gente mayor de edad que no ofrezca oportunidades para ganancias capitalistas se considera cada vez menos aceptable para la clase dominante.
Y si no fuera lo suficientemente clara la orientación del gobierno entrante, la selección del multimillonario Steven Mnuchin para dirigir Tesoro y Wilbur Ross, otro billonario, como Secretario de Comercio representa la administración directa de la política económica y comercial por los parásitos de Wall Street. Mnuchin, ex ejecutivo de la firma Goldman Sachs y gerente de un fondo de cobertura, cogió notoriedad como jefe del banco OneWest que fue considerado entre los peores en ejecuciones hipotecarias contra los pobres. En un caso hecho infame, el banco dirigido por Mnuchin inició una ejecución hipotecaria contra Ossie Lofton, una anciana de 90 años en aquel entonces, por sólo 27 centavos! El Sr. Ross, conocido en la jerga financiera como un corporate raider, un especulador que adquiere compañías en dificultades para entonces hacer despidos y eliminar pensiones antes de venderlas a enormes ganancias, ha sido un verdugo de las industrias siderúrgica y textil entre otras.
El carácter belicista de todo el aparato estatal de la clase capitalista estadounidense es un hecho muy conocido. No obstante, la elevación de dos sociópatas como Michael Flynn, un teniente general retirado, como Asesor de Seguridad Nacional, y James Mattis, otro general retirado, como Secretario de Defensa augura la escalada de mayores conflictos en el plano internacional. Flynn, quien ha sido un ferviente promotor de la histeria anti musulmana, representa los elementos más marginales dentro de los círculos castrenses de EEUU. Por su parte, Mattis, considerado uno de los carniceros de Faluya y quien mantiene vínculos empresariales con contratistas del Pentágono, en unos comentariosacerca de la invasión de Afganistán que también dirigió, una vez afirmó sin tapujos “lo divertido” que era para él “disparar contra alguna gente”.
Por abominables que sean estas figuras, la composición del nuevo gabinete no es de ninguna manera una aberración. Más bien, representa la profundización de la trayectoria ultra derechista de la clase dominante en EEUU. Todas las administraciones anteriores, incluso la de Obama, sentaron las bases para este viraje reaccionario. La gran lección de los acontecimientos recientes para las masas obreras es que sin una reorganización revolucionaria no puede haber una oposición verdadera al parasitismo y militarismo que caracteriza al sistema capitalismo en la actualidad.