Por Carlos Borrero
El profesor de sociología y educación urbana, Héctor Codero-Guzmán, y la investigadora, Carmen Nazario, han dado un ejemplo, demasiado raro en estos días, de honestidad intelectual. En una investigación[1] sobre la pobreza en Puerto Rico llevada a cabo por Baruch College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y la Universidad Interamericana de Puerto Rico, han refutado muchos de los mitos y estereotipos asociados con las filas de la clase obrera sometidas al desempleo y la miseria.
Entre los datos que se destacan en su investigación se incluyen que en Puerto Rico:
- Durante cada año de la última década en media ha habido entre 125 y 200 mil personas en busca de trabajo sin éxito con un promedio de 140 mil personas desempleadas oficialmente
- El 55% de los desempleados oficialmente el año pasado fueron despedidos inesperada e involuntariamente
- El 38% de los desempleados oficialmente son jefes del hogar
Se nota que estas estadísticas sólo reflejan a aquellos que cumplen con los estrechos criterios para calificarse como ‘desempleado’ oficialmente y no a los que han cesado su búsqueda por haber perdido la esperanza de encontrar trabajo.
Otras conclusiones que se destacan en la investigación son el hecho de que el principal factor detrás del actual éxodo masivo de puertorriqueños hacia lugares como Orlando es precisamente la búsqueda de empleo y que existe en la colonia un enorme problema de subempleo, la obligación de trabajar en puestos que requieren un nivel de preparación inferior al que posee el que esté contratado.
Otro señalamiento importante de la investigación es la falsedad del mito muy propagado de que aquellos que reciben ayuda gubernamental en la forma de programas como ATFN y PAN gozan de pagos muy generosos, los cuales incentivan la vagancia. Como destacan los investigadores, los míseros $200 mensuales para una familia de tres o los $240 para cuatro que dan respectivamente estos programas como promedio, no dan más que para la “canasta mínima de consumo alimenticio”. Como bien se sabe, bajo estas condiciones la inmensa mayoría de la población se ve forzada a suplementar ‘buscándoselas’ en la economía subterránea.
Los investigadores concluyen que hay necesidad de combatir la tendencia de culpar a los pobres y que lo que existe en Puerto Rico es, en realidad, un problema de desigualdad. Queda claro que estos investigadores no son socialistas y, por lo tanto, son incapaces de llevar sus hallazgos empíricos a sus conclusiones lógicas. No obstante, su trabajo arroja suficiente luz sobre las condiciones sociales a las cuales el capitalismo sujeta a un sector significativa de la población.
La ofensiva ideológica desatada por los defensores del capitalismo en la que hacen culpables a los pobres por su propia condición además de usarlos como chivos expiatorios de los males sociales de la sociedad es la muestra suprema de su bancarrota moral. Los fundamentos morales de un régimen basado en la apropiación de la riqueza que producen los muchos por unos pocos sólo pueden estar arraigados en la más profunda hipocresía. Esta hipocresía queda al desnudo al ver cómo el capitalismo condena a una parte de la clase obrera a una vida de desempleo y la miseria extrema precisamente para llevar a cabo la súper explotación de la otra. Como tal, la clase obrera en su conjunto está sujeta a la precariedad permanente.
Lo que se destaca de la investigación antes mencionada es otro ejemplo de cómo la capacidad productiva social para la satisfacción de las necesidades humanas, de la cual la fuerza de trabajo de las masas representa su elemento más importante, se encuentra severamente restringida por el capitalismo. Sólo un sistema socialista puede desatar la plena capacidad de la gente para trabajar y producir para la satisfacción de las necesidades racionales de todos.
[1] http://www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/mitosdelapobreza-2237656/
http://www.metro.inter.edu/hsrppr/index.asp
http://www.metro.inter.edu/hsrppr/doc/The%20Demographics%20Characteristic.pdf