Socialismo pequeñoburgués y socialismo proletario

Por Carlos Borrero

Fuera de la lucha de clases, el socialismo es una frase vacía o un sueño ingenuo”

V.I. Lenin

 

No hay duda de que entre las masas, y la juventud en particular, el interés en y la identificación con las ideas del socialismo están en aumento.  La creciente popularidad, y en algunos casos el éxito electoral de partidos ‘de izquierda’ (por ej. Syriza) no es un fenómeno fortuito.  Tampoco es el enorme atractivo popular de una figura como Bernie Sanders, quien es candidato para la nominación a la presidencia de EEUU por el Partido Demócrata.  Más bien, este fenómeno corresponde a la agudización de las contradicciones del capitalismo que se manifiestan, entre otras cosas, como un rechazo a la creciente desigualdad social.

La brecha cada vez más grotesca entre los grandes capitalistas y la mayoría que vive en precariedad perpetua no sólo revive la lucha de clases de los obreros, sino también radicaliza los estratos sociales intermedios que componen lo que comúnmente se conoce como la clase media o clase media alta.  Es a los elementos radicalizados de este estrato social que corresponde lo que denominamos el socialismo pequeñoburgués el cual ha penetrado recientemente el discurso político oficial en países como EEUU y que cobra cada vez más influencia en Puerto Rico.

Y ¿cómo debemos entender este fenómeno?

Independientemente de sus características nacionales peculiares, la esencia del socialismo pequeñoburgués sigue siendo la misma.  En primer lugar, se trata de un ‘socialismo’ que rechaza la lucha de clases como la palanca revolucionaria de la historia.  En segundo lugar, se trata de un ‘socialismo’ que busca reconciliar la propiedad privada capitalista con una mayor igualdad social.

Veamos.

Sanders

Cuando disecamos el discurso político de los socialistas pequeño burgueses, lo que más resaltan son las invocaciones éticas.  Esto se ha hecho evidente con el último llamado para una «economía moral» hecho por una persona tan innoble como el papa Francisco, el mismo cómplice de la guerra sucia en Argentina, y repetido recientemente por el estadounidense Bernie Sanders.  Para el socialista pequeñoburgués, la persuasión moral sustituye a la lucha de clases.  Pero el llamamiento moral aquí no se limita a los grandes y más poderosos capitalistas, a quienes los socialistas pequeño burgueses piden restringir su avaricia.   Por radical que intente proyectarse ante las masas, el socialista pequeñoburgués recurre a los encantamientos morales en un intento de embotar el filo revolucionario del descontento masivo mediante la promoción de una sumisión ciega al parlamentarismo burgués.  A pesar de evocar el fantasma de una ‘revolución política’ el papel objetivo que desempeñan figuras como Bernie Sanders o Alexis Tsipras es el de fortalecer a las instituciones políticas de la clase dominante atrayendo a sus filas una nueva generación de jóvenes de extracción obrera.   La realidad es que los socialistas pequeño burgueses se oponen firmemente a la organización política independiente de los obreros o cualquier forma de lucha que rompa con la noria de las elecciones burguesas o, en algunos casos, la influencia directa de los partidos tradicionales entre los obreros.  La variante puertorriqueña de este fenómeno la encontramos en los representantes del PPT quienes intentan canalizar a los obreros hacia el callejón sin salida de las elecciones coloniales.

De la misma manera, el socialista pequeñoburgués se opone a cualquier intento contra la sagrada propiedad capitalista.  En la actualidad, una táctica común que emplea el  socialista pequeñoburgués para blandir su imagen ‘radical’ es la de clamar en contra de los monopolios, sean corporaciones o bancos internacionales.  Dirige su ataque contra las grandes corporaciones, sin embargo, sin repudiar la propiedad capitalista en general.  En otras palabras, el socialista pequeñoburgués no se opone al capitalismo o a los capitalistas en general sino al grupo de capitalistas más grandes.  Es perfectamente contento con promover las cooperativas capitalistas o las empresas estrictamente ‘nacionales’.  Es en este sentido que el socialismo pequeñoburgués como tendencia refleja su carácter conservador y anti histórico.  Es decir, rechaza la concentración y la centralización inherentes al desarrollo capitalista, las cuales son precisamente aquellos elementos fundamentales que llevan al cumplimiento de su misión histórica a nivel mundial.

Cuando una figura como Bernie Sanders clama por una ruptura de los grandes bancos de Wall Street, lo hace no sólo respetando su ‘derecho’ de reconstituirse como empresas privadas más pequeñas que no representen un ‘riesgo sistémico’ sino también como opositor a la socialización de las empresas grandes.   Esta defensa de la santidad de la propiedad privada capitalista quedó al descubierto en un reciente debate público que tuvo Sanders con Clinton.  En el caso puertorriqueño, los socialistas pequeño burgueses llevan a cabo un escamoteo ideológico similar al vituperar contra la deuda pública pidiendo una auditoría de la misma con el propósito de eventualmente renegociarla.  Al parecer, la usura capitalista está bien, siempre y cuando se lleva a cabo dentro de ciertos límites.

Contrario al socialismo pequeñoburgués, el marxismo, es decir, el socialismo proletario revolucionario de la clase obrera, no se basa en la apelación ética o moral, sino en la realidad objetiva.  El socialismo proletario tiene sus raíces en la ciencia y, por lo tanto, comprende que el desarrollo objetivo del capitalismo conduce invariablemente a una mayor polarización social.  La tarea de los socialistas proletarios no es hacer llamamientos morales para atenuar estas contradicciones sociales sino organizar la lucha de clases que se desarrolla ante nuestros ojos y profundizarla para que se extienda a la toma revolucionaria del poder y la reorganización de la sociedad.  El punto de partida para tal reorganización es el poner bajo el control de los obreros conscientes todos los principales medios de producción y la reorientación de la vida económica, de acuerdo con un plan racional, a la satisfacción de las necesidades humanas.

Como militantes obreros, tenemos la responsabilidad de desenmascarar ante las masas obreras las contradicciones de estos radicales pequeñoburgueses que se hacen pasar por ‘socialistas’ y señalar su oportunismo.  Sólo de esta manera podemos preparar a las masas obreras para las batallas por venir.

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