por Carlos Borrero

Los obreros automovilísticos de Fiat Chrysler han tomado una postura heroica. En una muestra de militancia obrera no vista desde los años 70, cerca de 40.000 obreros rechazaron abrumadoramente una propuesta de contrato que sólo puede describirse como una ‘bofetada en la cara’, tanto de las sanguijuelas capitalistas como de sus correligionarios en la reaccionaria dirección de la UAW. Las principales demandas planteadas por los obreros de base en esta ronda de negociaciones para un nuevo contrato han sido la eliminación del odiado sistema de dos niveles salariales que fue impuesto durante la reestructuración de la industria en 2009 así como la negativa al plan de transferir su cobertura médica al programa ‘Acuerdo Voluntario de Beneficios a los Empleados’ (VEBA) ya administrado por la UAW.
La respuesta de la dirección sindical de la UAW ha sido ignorar la voluntad de la militancia obrera e instarle a que acepten un contrato traicionero. Por el momento, sin embargo, no ha salido con la suya. El propuesto contrato fue rechazado la semana pasada por el 65 por ciento de los obreros de Fiat Chrysler a través de los 18 centros de producción estadounidense a pesar de numerosos informes que confirman prácticas antidemocráticas llevadas a cabo por los burócratas sindicales para forzar un voto de “sí”.
Este evento marca un salto cualitativo en la lucha de clases en EEUU. En primer lugar, los obreros automovilísticos históricamente han jugado un papel importante en el establecimiento de precedentes para las negociaciones con amplios sectores de la clase obrera norteamericana. Durante este periodo de brutales ataques contra la clase obrera en forma de reducciones en los salarios reales, la evisceración de los beneficios de salud además de otras conquistas históricas, así como la «precarización» del trabajo, que coinciden con el suministro por el estado burgués de dinero prácticamente gratis a las mayores empresas capitalistas, las cuales cambian cada vez más su actividad de la producción a la especulación para así acumular cada vez mayores concentraciones de ganancias, la importancia de la actual batalla de los obreros automovilísticos no puede sobreestimarse. Es una señal importantísima no sólo para los obreros de otras compañías automotrices, sino también para amplios sectores de la clase obrera en su conjunto, tanto dentro de EEUU como a nivel internacional, que la clase dominante hará cualquier cosa para silenciar.
En segundo lugar, la creciente militancia de los obreros automovilísticos estadounidenses desmiente el mito de que la clase obrera norteamericana es irremediablemente conservadora. Este mito ha sido cínicamente promovido por intelectuales pequeño burgueses como parte de sus esfuerzos para negar a la clase obrera su papel central como protagonista del cambio revolucionario. Estos mismos intelectuales con frecuencia han empleado la fraseología ‘izquierdista’ en su intento de promover teorías que suplantan la lucha de clases de la clase obrera con concepciones basadas en la mayor inclusión de grupos históricamente marginados ej. mujeres, minorías raciales, etc. en el reparto del botín capitalista, así como la organización de formaciones políticas amorfas con programas reformistas.
Por último, la lucha actual de los obreros automovilísticos estadounidenses representa un golpe simultáneo en contra de la reaccionaria dirección de la UAW. Durante décadas, la burocracia sindical de la UAW, que es el mayor accionista de General Motors, ha fusionado sus intereses con los capitalistas en contra de los obreros. Los numerosos vínculos entre la burocracia sindical de la UAW y los capitalistas además de sus representantes políticos pueden verificarse objetivamente. El carácter corrupto de esta misma cúpula sindical también es bien documentado.
A pesar de todos los obstáculos, los obreros de Fiat Chrysler han dado un primer paso muy importante para romper la influencia de los burócratas sindicales el cual tiene implicaciones directas para el desarrollo de una nueva orientación estratégica en su lucha de clases. Esta nueva orientación en la lucha obrera, sin embargo, sólo puede consolidarse con la reorganización de una dirección revolucionaria capaz de insertarse en la lucha de los trabajadores y dotarla de una perspectiva científica, es decir, el marxismo.
Desde Puerto Rico, los obreros revolucionarios se solidarizan con la lucha de sus hermanos proletarios en EEUU. Los comunistas en particular, por medio de esta tribuna, les hacemos llegar nuestra consigna: ¡Consejos Obreros!