Por Carlos Borrero
El transporte marítimo en contenedores es la sangre de vida del capitalismo contemporáneo. Actualmente, se estima que el 95% de todos los bienes manufacturados circula a través de transporte marítimo de contenedores. De hecho, el mercado mundial, lo cual constituye el gran logro del modo de producción capitalista, no puede existir hoy sin el trabajo que mueve esta gran masa de mercancías de puerto en puerto, entre los centros mundiales de producción y consumo.
Sin embargo, la crisis del capitalismo contemporáneo ha golpeado también a la industria naviera en los últimos años. Para captar más participación del mercado, las más grandes compañías navieras han invertido en nuevas tecnologías, particularmente buques portacontenedores más grandes y eficientes, adquirido a compañías navieras medianas y pequeñas, y reducido significativamente los costos laborales mediante la introducción de nueva tecnología en los puertos y la congelación de salarios. Estos cambios han provocado cada vez más la sobrecapacidad que en sí ha intensificado la competencia dentro de la industria. El resultado ha sido mayor consolidación como se evidencia la reciente alianza entre las tres grandes navieras mundiales, Maersk (Dinamarca), CMA CGM (Francia) y MSC (Suiza).
Estas mismas tendencias se reproducen, aunque de forma modificada, dentro de los mercados cerrados como el de Puerto Rico que desde el Acta Jones de 1920 está sujeto a las leyes de cabotaje estadounidenses. La reciente adquisición de los activos de la Horizon Lines en el puerto de San Juan por Luis A. Ayala Colón Sucrs. apunta a una situación cada vez más tumultuosa en el mercado local del transporte marítimo. La expansión de las operaciones de estiba (carga y descarga) por la compañía Ayala Colón coincide con los esfuerzos de las dos navieras más grandes en Puerto Rico, la Crowley y la Sea Star Line, de captar mayor participación en el mercado de transporte marítima mediante la introducción de nuevas barcazas de alta capacidad en las rutas entre Puerto Rico y Jacksonville.
A pesar del aumento del volumen de la carga, la reciente adquisición por Ayala Colón ha puesto a unos 500 trabajadores portuarios de San Juan en una situación extremadamente precaria ya que la nueva empresa ha amenazado con llevar a cabo despidos. Al momento miembros de la Asociación Internacional de Estibadores (International Longshoremen’s Association) local 1575, están realizando un piquete en el puerto de San Juan para proteger sus trabajos. Además de los despidos debido a la introducción de nuevas tecnologías en los puertos, la tendencia dentro de la industria en su conjunto ha sido la de sustituir a los trabajadores permanentes con trabajo casual sin ningún beneficio y salarios de miseria. La real posibilidad de despidos en los puertos puertorriqueños significaría un aumento brutal en la explotación de aquellos estibadores que quedan además de un golpe fuerte para la clase obrera en general, pues establecería otro precedente en la campaña por revertir sus conquistas históricas.
Hay aproximadamente 2.200 trabajadores portuarios en Puerto Rico con la mayor concentración en el área metropolitana. A pesar de sus reducidos números, la importancia estratégica de este sector de la clase obrera no puede sobreestimarse. Tienen la capacidad de ejercer un control decisivo sobre toda la economía del país.
En unas acciones laborales recientes a lo largo de la costa oeste de EEUU se manifestó un poco el poder potencial de este sector de la clase obrera cuando los estibadores paralizaron durante unos días 29 puertos por los que pasa casi 40% del comercio estadounidense lo cual representa 12% del PBI del país. Tan nerviosos estaban los capitalistas que altos oficiales del gobierno de Obama intervinieron para imponer, junto con el liderato sindical completamente vendido, un acuerdo que no resolvió en nada las raíces del conflicto. Fue la segunda vez en tres años que el gobierno de Obama, junto con los burócratas sindicales al servicio de los capitalistas, intervinieron para evitar que los estibadores estadounidenses realizaran su poder.
Los estibadores de Puerto Rico deben de aprender de esas experiencias. El primer imperativo de su lucha es unir a todos los trabajadores portuarios en Puerto Rico. El error fatal de la estibadores estadounidenses, que puso al descubierto una vez más la traición de los burócratas que controlan los sindicatos, fue aceptar las directrices de sus ‘jefes sindicales’ de no extender las huelgas a todos los puertos del país. El segundo error fue no entender su lucha como parte de la lucha de clases de la clase obrera norteamericana en su conjunto y solicitar el apoyo de otros sectores de la clase obrera mediante huelgas de solidaridad. En el caso de Puerto Rico, donde la campaña para evitar que se imponga el IVA ha movilizado a los trabajadores recientemente, no es tan difícil entender la relación entre esta lucha y la defensa de los empleos.
De hecho, en estos mismos momentos cientos de trabajadores sindicalizados encabezados por los líderes de la UTIER y la UIA han organizado campamentos frente al Capitolio para recalcar su oposición al plan de imponer el IVA. Nos preguntamos, si se uniera esta fuerza obrera en una huelga para apoyar a todos los trabajadores portuarios del país y, a la vez, imponer su criterio sobre el IVA, ¿cuánto durarían esos charlatanes de la politiquería colonial para tumbar la pendajá?
¡Ni un despido más!
¡El pleno empleo ahora!
¡No a todos los impuestos al consumo!
¡Las masas obreras renuncian el pago de una deuda ilegal!