Por Carlos Borrero
Otro conflicto laboral de gran importancia ha surgido recientemente en EEUU. Durante el último mes, los trabajadores siderúrgicos de varias refinerías, terminales petroleros y plantas químicas han estado involucrados en una serie de huelgas limitadas. Esta acción laboral, dirigida hasta ahora por el sindicato Trabajadores Siderúrgicos Unidos (USW por sus siglas en inglés), ha puesto de relieve unos rasgos importantes de la fase actual de la lucha de clases y sirve para la educación de la clase obrera internacional.
Las causas inmediatas de la huelga, según oficiales de la USW, son el deterioro de las condiciones laborales que afectan la seguridad de los casi 30 mil trabajadores siderúrgicos en más de 200 centros de trabajo en EEUU además de la negativa de las multinacionales petroleras de aumentar su contribución a los planes médicos para compensar el alto costo de los deducibles y primas. Las condiciones de trabajo en las refinerías y plantas químicas se caracterizan por turnos excesivamente largos que resultan muchas veces en la imposición de turnos dobles, el uso prolongado de maquinaria anticuada y peligrosa, frecuentes accidentes fatales debido a la fatiga laboral así como la desatención a las normas de seguridad por las compañías petroleras, y la práctica generalizada de subcontratar a trabajadores de mantenimiento no sindicalizados sin capacitación adecuada. Los trabajadores han exigido nuevos procedimientos para evaluar las normas de seguridad en las plantas, así como un proceso conjunto para monitorear la fatiga laboral. Otra demanda de los trabajadores aparte del aumento de la contribución de las multinacionales a los costos del cuidado médico, es para un aumento salarial, aunque no se han filtrado detalles sobre cuánto exigen. Al igual que amplios sectores de la clase obrera estadounidense, estos trabajadores han experimentado un estancamiento salarial al mismo tiempo en que las multinacionales petroleras, como la ExxonMobil, BP, Chevron, etc. han acumulado enormes ganancias de sus operaciones mundiales.
A pesar del carácter modesto de las demandas de los trabajadores, la posición de las multinacionales petroleras en las negociaciones ha sido una de intransigencia. En sus negociaciones con el sindicato, que se han suspendido desde el 20 de febrero, las multinacionales petroleras, representadas por la Royal Dutch Shell, han intentado usar como pretexto para rechazar las demandas de los trabajadores la reciente caída en los precios del petróleo. El hecho innegable es, sin embargo, que como empresas verticalmente integradas las operaciones de refinación de estas multinacionales incluso durante la caída de los precios del petróleo han sido muy rentables, sus ejecutivos siguen llevándose millones de dólares cada año en salarios y opciones sobre acciones y se les ha dispersado grandes sumas en dividendos a los inversionistas.
Esta más reciente acción laboral, al igual que la de los trabajadores portuarios de la costa oeste de EEUU, desmiente la idea de una clase obrera dentro de los centros imperialistas permanentemente pasiva. De hecho, las condiciones objetivas para una intensificación de la lucha de clases en todo el mundo pueden encontrarse en la creciente brecha entre una clase obrera obligada a vivir en condiciones sumamente precarias en las que cada conquista histórica representa el blanco de un ataque y los capitalistas cuyo afán de ganancia invariablemente conduce a la miseria y la guerra.
Pero si el resurgimiento del movimiento huelgario marca una nueva fase de aguda lucha de clases, el carácter de estas acciones hasta la fecha también destaca una serie de contradicciones, siendo la más importante la perversión de los sindicatos como instrumentos de autodefensa de la clase obrera. Además de las inherentes limitaciones del sindicalismo en general, las recientes acciones huelguísticas sacan a la luz en particular el carácter reaccionario de los ‘jefes sindicales’. En muchos casos estos oficiales sindicales ganan salarios 4 o 5 veces más que los trabajadores que supuestamente ‘representan’, forman parte de juntas de directores juntos con los ejecutivos de la industria y manejan carteras financieras multimillonarias compuestas por las cuotas de los trabajadores. Como tal constituyen una capa burocrática atrincherada que funciona como los agentes de los capitalistas dentro del movimiento obrero. Son particularmente adeptos en subordinar a los trabajadores a la influencia de los representantes políticos de la clase dominante. Por lo tanto, forman un estorbo, que debe superarse, para la creciente radicalización de las acciones laborales de la clase obrera y la elevación de su conciencia política.
Una expresión patente del carácter reaccionario de este liderato sindical puede verse en la decisión de la USW de limitar la huelga a sólo 6.000 del total de 30 mil trabajadores siderúrgicos a pesar de la amplia oposición de las bases obreras a esta estrategia y los continuos llamados para extender la huelga a todos. Actualmente, de las más de 200 refinerías, terminales petroleros y plantas químicas representados por el sindicato, sólo 15 están en huelga. De estas plantas, 12 son refinerías, las cuales representan aproximadamente el 20 por ciento de la capacidad total de refinación en el país. Sólo una refinería, la Tesoro Golden Eagle en Martínez, California, se ha cerrado por completo, y esto se debe más al plan previo de llevar a cabo mantenimiento necesario para un cambio de combustible. El resto de las plantas con los trabajadores en huelga continúan operando con trabajo contratado no sindicalizado y sin una reducción significativa en la productividad. La limitación de esta acción huelguística por el liderato sindical, que ha pretendido representar su decisión como una movida estratégica, no es ni la expresión de timidez ni concepciones de lucha mal concebidas de parte de estos jefes sindicales. Es el reflejo de un esfuerzo consciente y deliberado de parte de estos defensores del capitalismo dentro de los sindicatos de debilitar la combatividad de los trabajadores, de aislar su lucha y así coartar su capacidad de asestarle un golpe al capital.
A pesar de todo esto, los crecientes llamados para la extensión de la huelga desde las bases obreras reflejan el desarrollo incipiente de una conciencia de clase que continuará entrando en conflicto directo con el carácter reaccionario del liderato sindical así como los capitalistas. En la medida que se desata la nueva fase de aguda lucha de clases en todo el mundo, una tarea central de los comunistas revolucionarios dentro del movimiento obrero será fortalecer las tendencias dentro de los sindicatos que se oponen al liderato reaccionario y ayudarles a crear nuevos instrumentos de lucha desde las bases obreras, forjar lazos con otros sectores de la clase obrera, tanto a nivel nacional como internacional, y desarrollar tácticas cada vez más revolucionarias.
La lucha sindical, inherentemente estrecha y limitada, no puede ser un fin sino una escuela necesaria por la que tienen que pasar importantes sectores de la clase obrera para adquirir elevados niveles de conciencia de clase y experiencia política en su lucha contra los capitalistas y todo el sistema de explotación capitalista. Lejos de abandonar la lucha sindical por el carácter reaccionario de su liderato, luchamos siempre por agudizar las contradicciones internas entre las bases obreras y los agentes del capital dentro de los sindicatos, por ensanchar los horizontes de los obreros de base más allá de las luchas coyunturales para necesidades inmediatas y enriquecer su actividad militante con la teoría marxista.
Tanto los aciertos como los desaciertos de la experiencia huelgaria nos brindan valiosas lecciones. La solidaridad internacional de la clase obrera al igual que la capacidad de sacar lecciones correctas de todas las experiencias de la clase obrera internacional son indispensables para adelantar el proceso revolucionario para el socialismo. Desde Puerto Rico, donde el rápido desmoronamiento de la sociedad colonial ha desatado un aumento en la actividad huelgaria en los últimos años, los trabajadores más destacados no solamente se solidarizan con sus hermanos siderúrgicos, sino sacan valiosas lecciones para adelantar su propia lucha para poner fin al vil sistema de explotación capitalista y dirigir la transformación socialista de la sociedad.