Por: M.A.O
Pieza por pieza el capitalismo colonial en Puerto Rico acomodo un imaginario progreso económico que se resume en la deuda de $73, mil millones de dólares. La construcción de la deuda está expuesta a ser vista dentro del marco trasnacional en que opera el capital en esta etapa histórica. Países que representaron una prosperidad de acumulación al capital, hoy revientan en crisis sistemáticas inevitables. Las transacciones para producir valores de cambio dejan ver como se juega en el mercado con negocios arriesgados que permiten como siempre, la lógica de acumular más riquezas a quienes dominan el mercado. Esto arroja la necesidad de que surja una mayor producción de mercancías al asecho de la explotación de nuestra clase trabajadora, mientras las riquezas se concentran en las manos de los parásitos de siempre. Para insertarse dentro de esta mecánica, las naciones se ven obligadas a participar dentro de ese mercado financiero por medio de la compra y venta de bonos. Dentro de este laberinto sin salida, la deuda de los países se convierte en la fase superior de la esclavitud capitalista.
Abundado el mercado de mercancías, se concentran un sin número de contradicciones y se convierte en requisito elevar la lucha de clase. Pues por un lado estamos lo trabajadores que lucharemos por asegurarnos de ser bien recompensados a la hora de vender nuestra fuerza de trabajo. Pero por el otro, está la clase explotadora que monitorea la partida para saquear todo tipo de recursos que aseguren los excedentes de riquezas. Amparados en un estado colonial burgués el menú es amplio para llenar el apetito voraz de los capitalistas. Enviaron a Lisa Dunahue para diseñar formas aceleradas en el pago deuda de la AEE; establecieron un impuesto al barril de petróleo para también apresurar los pagos de la deuda de la ACT (Autoridad de Carreteras y Trasporte); prepararon unas indicaciones especificas en la reforma contributiva mandatadas para que los ricos sigan evadiendo impuestos y los trabajadores ganen menos pero aporten más; con la ley 66 de sostenibilidad fiscal le tumbaron derechos adquiridos a los trabajadores de empresa pública; y ahora ofrecerán la ley 20 y 22 para hacer de Puerto Rico un paraíso de producir dinero fácil a las trasnacionales.
Todas estas medidas presentadas por representantes de los bonistas, están siendo acogidas por los gobernantes de la colonia. Las casas acreditadoras hacen su función en presionar constantemente a los administradores coloniales, dándole un sin número de advertencia de su descualificación en el mercado de préstamos. Como un loco anda buscando a la burguesía parasitaria trasnacional, el secretario del Desarrollo de Comercio en Puerto Rico, Alberto Baco. Este por medio de las leyes 20 y 22 ofrece a los inversionistas extranjeros un país favorable para los ricos. ¿Qué conlleva esto? ¿Es beneficio para nuestra clase trabajadora?

La ley 20 fomenta la exportación de servicios, cortando las tasas de contribuciones a los inversionistas y brindando exenciones contributivas para servicios de exportación. Mientras que la ley 22 incentiva el traslado de individuos inversionistas a la isla, concediendo exenciones contributivas respecto a sus ingresos y por producto de inversiones. Aquí está pintado el país para la clase explotadora. Solo tienen un miserable requisito, producir tres empleos.
Ya que uno de los magnates del capital trasnacional, John Paulson, exclamo a los inversionistas que Puerto Rico será el “Singapur del Caribe” y Baco le hizo coro, veamos por encima a lo que se expone la clase trabajadora en Singapur.
De partida hay que señalar que el rostro político de Singapur es cuasi fascista. Un manjar de leyes antiobreras. En Singapur no hay salario mínimo, el mercado es quien impone el salario; el derecho a la sindicalización está restringido; la libertad de expresión es condicionada en espacios específicos; el 30% de su fuerza de trabajo son extranjeros que viven en alojamientos; las jornadas de trabajo son de 44 horas semanales; cuentan con un cuerpo militar represivo, entrenado para acabar con las manifestaciones obreras (desde el 1976 para acá solo se han realizado dos huelgas). La ciudad corporación como se le conoce, la representan obreros/as dedicados a empleos de servicios, un 74% de toda su fuerza laboral. Estos servicios se le brindan a la clase explotadora, donde 1 de cada 10,000 habitantes tiene más de 100 millones de dólares. Luego de Suiza es el segundo país con mayor cantidad de millonarios. Según el índice de Gini, Singapur es de los países ricos, que más desigualdad económica registra. Los capitalistas en Singapur dan permisos de trabajo a los extranjeros. Si estos muestran algún tipo de reclamo por sus condiciones de trabajos, los capitalistas tienen no menos de 48 horas para retirar sus permisos y deportarlos a sus países de origen. Con este esquema de represión, explotación laboral y exenciones contributivas se forma un mercado abierto que ha logrado atraer a más de 7,000 multinacionales al país. Tienen un banquete para acumular grandes tasas de ganancias. Las empresas no pagan impuestos sobre las rentas. El estado le brinda de un 50% a 100% de incentivos. La realidad es que Singapur tiene un producto interno bruto de $56, mil millones de dólares. Pero es una sociedad para los parásitos multimillonarios que descuartizan el mundo regando sus capitales por todas partes y lavan sus billetes en los gobiernos fascistas que le aseguran una vida tranquila sin el levantamiento obrero.
En un reportaje de la página cibernética de periodismo investigativo titulado: “Puerto Rico se vende”, se pueden apreciar las expresiones de los capitalistas con respecto a la reforma contributiva. Decía Juan Guillermo Herráns, de la firma Merryl Lynch sobre la reforma contributiva: “Depende de a qué sector económico pertenezcas. Si estás en el sector económico de clase baja, te va a afectar más. Si tienes muchos activos e ingresos, la realidad es que los gastos básicos son un pequeño por ciento de tus gastos anuales o de tu riqueza, así que poner impuestos a una pequeña parte de tu riqueza no te va a afectar”. No somos los comunistas nada más los que destacamos una visión clasista. Esta gente conoce muy de cerca la división de clase que existe en la sociedad capitalista y luchan para que funcione a su merced. ¿Y nosotros/as, trabajadores/as, la conocemos y luchamos para que este a merced de nuestra clase? Los gobernantes podrán desparramar los discursos más simpaticones y populistas. Para eso están entrenados. Pero los verdaderos evasores contributivos están en los monopolios trasnacionales y el gobierno le hace un llamado en nuestras narices para que vengan a evadir contribuciones en nuestro país. Grandes retos se nos presentan y la cultura de la inmovilización la redoblan los aparatos hegemónicos del estado capitalista, comenzando por sus medios de comunicación y terminando por los sindicatos amarillistas al servicio del economicismo del capital.