por GC
Con la llegada del nuevo año estrena también el segundo semestre de nuestro año escolar. Con esto inicia en las escuelas públicas una carrera contra el reloj, la preparación para las Pruebas Puertorriqueñas de Aprovechamiento Académico (PPAA). En este periodo el Departamento de Educación le impone la tarea a los docentes de olvidar la importancia real del proceso educativo y de todo lo que representa un proceso de enseñanza significativa y valiosa, dejando de lado las características del desarrollo del estudiante que se atiende. Se debe lograr forzosamente que TODOS aprueben una prueba construida para fallar.
Como educadora creo que es de suma importancia llevar a cabo un proceso de medición que permita evaluar el aprovechamiento académico de los estudiantes que ayudamos a formar. No obstante el proceso evaluativo debe ser variado y estar vinculado al quehacer educativo diario, de ninguna manera debe ser punitivo. Sin embargo las PPAA son un castigo tanto para el estudiantado como para sus maestros. Este año escolar se cumplen 13 años de decirle a nuestros estudiantes, a sus padres, maestros y comunidades escolares que son unos fracasados, con tanto tiempo de escucharlo cualquiera se lo creería. Las leyes nos penalizan por acciones que pudieran lastimar el autoestima de un niño, pero año tras año el DE ejecuta un plan concertado para convencerlos de que son incompetentes. La ejecución de nuestros estudiantes en las mencionadas pruebas se ve gravemente afectada por un sinnúmero de factores ajenos a la calidad de la enseñanza y a su capacidad intelectual.
Por ejemplo, estudiantes de tercer a undécimo grado son evaluados bajo similares condiciones ambientales, aun encontrándose en etapas de desarrollo completamente distintas. Además para determinar si una escuela cumple o no, existe una lista con criterios ajenos tanto al aprovechamiento como a la calidad del proceso educativo, se considera entre otras cosas la cantidad de estudiantes matriculados en el grado a evaluar y la asistencia de estudiantes en la escuela al momento de ofrecerlas. Esta realidad solo tiene una razón de ser, es parte del plan de descrédito hacia el maestro y la maestra del salón de clases, hacia la posibilidad de mantener un sistema educativo que funcione y convencer a las masas de que sólo el sector privado será capaz de “enderezar” este problema. Éstas son parte del plan para convencernos de que privatizar nuestro sistema de enseñanza es la solución. Ya nos cuesta cara la participación del sector privado en el ámbito escolar, con sus compañías de tutorías mediocres y talleres de “coaching” para el personal escolar, que lo único que hacen es enriquecerse con el dinero de la educación de nuestros niños y jóvenes. El Departamento de Educación de Puerto Rico continúa otorgando millonarios contratos a empresas privadas mientras informa a las comunidades escolares que no hay fondos para asuntos tan primordiales como la contratación de personal docente. Hacen recortes que empobrecen la calidad de la educación, eliminan cursos importantes para el desarrollo de los estudiantes, recortan plazas fundamentales para el adecuado funcionamiento de una escuela, mientras financian la idea de que la culpa es del magisterio. Es en esta realidad donde se manifiesta claramente el antagonismo existente entre los intereses de nuestra clase trabajadora y la clase explotadora dominante, que vive de nuestro trabajo.
Maestros, maestras y todos los trabajadores y trabajadoras, no podemos tolerarlo más, es nuestro deber organizar grupos de estudio en nuestros centros de trabajo para comprender profundamente la naturaleza de nuestra realidad. Organizarnos y trabajar unidos para el fortalecimiento de nuestra clase nos acercará a la construcción de una sociedad de justicia.