Por: M.A.O
Solo las mentes cínicas de la burguesía pueden pensar que nuestro bolsillo como clase trabajadora no se verán afectados con el impuesto al petróleo. Cada vez trabajamos más y se limitan los recursos de subsistencia. Las ejemplificaciones de las contradicciones del capitalismo se presentan sin tapujos ante los ojos de los/as trabajadoras/es puertorriqueñas/os. Todas las caras que se esconden en el mercado petrolero no pueden pasar desapercibidas ante nuestra clase.
El mercado del petróleo es un mercado imperialista. Subordina al mundo a una imparable división de clases. Los bandos están bien determinados. En un lado están los países propietarios de las grandes reservas petroleras (con sus múltiples empresas privadas que hacen muy bien su trabajo). Por el otro, están los países consumidores que no cuentan con la materia prima petrolera y mucho menos con los medios de producción que la trasforman en mercancía. Puerto Rico se encuentra justamente en este último grupo. Los grandes productores de petróleo no utilizan al máximo sus reservas petroleras; mantienen acumuladas sus materias primas, implantan bajo especulación el precio del petróleo, controlan las ventas de petróleo a nivel mundial, consumen a un costo barato la producción petrolera del mercado y envían a sus agentes represivos a saquear la materia prima de los países menos desarrollados.
En base a este modelo de producción monopolista vemos como las compañías de distribución y venta de petróleo se lucran sin ningún impedimento en la colonia puertorriqueña. La anarquía en la producción es tanta, que en cualquier esquina está implantada la mega empresa Puma Energy. En 2013 tenía un control de un 32% en el mercado de la gasolina en Puerto Rico. Hasta el 2006 Puerto Rico consumía anualmente 1.2 billones de galones de gasolina, suplidos en mayoría por las trasnacionales Gulf, Shell, Texaco (ahora Puma Energy) y Total (de mayoristas puertorriqueños). Todo este esquema de producción y consumo desmedido ha sido muy beneficioso para la burguesía financiera. Con tales niveles de consumo petrolero, se fueron desarrollando inversiones extranjeras desmedidas, planificadas bajo las tácticas y estrategias del capital transnacional. Ahora comenzamos a ver directamente los resultados de todo el plan neoliberal, que corre desde antes del 1973 por todo el continente.
Ya el estado no nos puede ocultar la deuda. Los bonistas saben por dónde anda la crisis del capital y no permitirán que se oculte más. Esperan impacientemente que le paguemos la deuda que alcanza a los 70 billones. Luego de un largo tiempo pagando el precio especulador de 90 a 100 centavos el litro de gasolina, ahora sentimos un pequeñísimo alivio a 80 centavos el litro. ¡Paremos aquí…..!
Nuestra gran constitución

burguesa nos dice que primero hay que saldar toda deuda con los bonistas y luego pensamos en las necesidades del pueblo. ¡Bajémonos de esa nube, los estados burgueses siempre responden a su clase! Esto no es nuevo, el mecanismo para saldar al Capital Financiero es, y siempre será: privatización; reducción de los beneficios adquiridos por nuestra clase obrera; e impuestos a los recursos primarios como el petróleo y sus derivados. Al servicio de los bonistas, el estado bajo su reforma contributiva, le impondrá un impuesto al Petróleo de 16 centavos el galón. El impacto de este impuesto lo recibirá nuestra clase obrera. Para las 681,339 familias que ingresan un salario anual de $20,000 dólares, esto afectara un 5% de su salario, sin añadirle las otras necesidades básicas. Las virtudes del capital hacen que no sepamos quienes son nuestros enemigos comunes, “ya escucharemos a muchas personas de nuestra clase, lanzar ataques a las corporaciones públicas”. Es de esperar, porque si hay algo con lo que el neoliberalismo puede salvar al capital, es con su filosofía del “shock”. Tienen el pie puesto en el pecho de los trabajadores. “O imponemos el impuesto a la gasolina, o declaramos la Autoridad de Carretera en Quiebra”. ¿Qué escogerá nuestra clase? Este es el patrón del capital que inmoviliza a nuestro pueblo obrero. ¡Nos urge conocerlo!
Inmediatamente nuestra clase trabajadora puede reaccionar en decirle, ¡no al pago de la deuda! y poner a pagar a las grandes corporaciones que se nutren anualmente de $40, 000 millones de dólares. A largo plazo, nuestra clase obrera tiene que identificar su realidad a nivel social para comprender que todos/as las/os trabajadores/as pasamos por la misma explotación de los/as capitalistas. De la misma manera que el capital solicita la cooperación de los medios de producción y la fuerza de trabajo de los obreros para conquistar grandes excedentes de ganancias, tenemos que utilizarla nosotros para conquistar la socialización de los medios de producción y desarrollar la producción social en base al alcance de las necesidades materiales de toda la población. No nos queda de otra que la Revolución Social, o el sometimiento a la liquidación de la humanidad.