Por Quijote Rojo
Los (as) trabajadores (as) siguen manifestándose en contra de la nefasta Ley 66. En la mañana de hoy, tanto los(as) trabajadores(as) de las Corporaciones Públicas (UTIER, UIA, UITICE, UIEPE, HEO, Unión de la Autoridad de Carreteras, TUAMA, Unión del Fondo del Seguro del Estado, ACCA), como otros sindicatos (Pro-Sol UTIER, UGT, CPT, y la Unión de Vivienda Pública) paralizaron las labores en sus talleres de trabajo y después se concentraron en el Departamento del Trabajo.
El paro fue en repudio a la nefasta Ley 66 y la ley que llevaría a quiebra a las Corporaciones Públicas. Esta quiebra, provocada por las administraciones de turno, está planificada para desmantelar las corporaciones públicas, regalárselas a pedazos a inversionistas, y de paso poner a un «síndico» a decidir sobre los convenios colectivos. Es decir, en la práctica los guaynabitos coloraos que administran la colonia, junto a los bonistas, desconocerán la validez contractual legal de los convenios colectivos.
La concentración en el Departamento del Trabajo se debió a que los(as) trabajadores(as) entienden que el deber del Secretario del Trabajo, Vance Thomas, es proteger los intereses de la clase trabajadora, o de lo contrario debe presentar su renuncia.
Una vez concentrados (as) los(as) trabajadores(as) en el Departamento del Trabajo decidieron marchar hasta la Milla de Oro, donde están los verdaderos responsables de la crisis económica de Puerto Rico. Para llegar a la Milla de Oro los (as) obreros (as) tomaron dos avenidas importantes de Hato Rey, marcharon tanto por la Ponce de León como por la Muñoz Rivera hasta llegar al Banco Popular. Como parte de las protestas, cientos de manifestantes se apostaron en la entrada de la sede de UBS impidiendo el paso por varias horas.
Tanto el piquete como la toma de la Milla de Oro fue llevarle un mensaje claro que si continúan pretendiendo que la clase trabajadora pagará el peso de la crisis, comenzaremos a impactarles por donde más les duele: sus bolsillos.

Esta escalada en las acciones sindicales representan un malestar general que no se había materializado de forma coherente, particularmente en la clase trabajadora. En la medida en que todas las políticas de desmantelamiento de los haberes públicos para entregarlos a la especulación en la misma proporción nos iremos empobreciendo progresivamente. Esta realidad objetiva y muy concreta la comienzan a sentir con fuerza los sectores sindicales gubernamentales y que de continuar la implementación de los designios de Wall Street, con la entrega del Producto Interno Bruto completo al capital financiero, muy pronto puede «contagiarse» a sectores obreros de la empresa privada. Entre todos los elementos positivos de esta movilización es que la clase trabajadora comienza a reconocer sus verdaderos enemigos.
¡¡Revolución o sometimiento!!
¡¡Comunismo o barbarie!!