El gran reto que se nos presenta

Carlos Borrero

Especial para Abayarde Rojo Digital

El movimiento huelgario en Puerto Rico ha cobrado tremenda importancia en los últimos años, particularmente entre los trabajadores del sector público.  Este movimiento surge como el producto necesario de la agudización de las contradicciones sociales y económicos de un sistema capitalista colonial en plena bancarrota.  Es, sin lugar a dudas, un fenómeno muy positivo ya que sirve como una “escuela” que posibilita que amplios sectores de la clase obrera adquieran experiencia de lucha además de un grado superior de consciencia política indispensable para oponerse efectivamente a la clase dominante y sus representantes políticos en la colonia.

No obstante el potencial positivo de este movimiento, las huelgas, si no se enriquecen cada vez más por la influencia iluminadora de la teoría socialista, inevitablemente, se corrompen.  Los lideres sindicales negocian acuerdos a espaldas de la matrícula o los trabajadores mismos, cegados por la desesperación que les imponen las condiciones del diario vivir y la falta de experiencia, se centran sólo en los intereses sectoriales o coyunturales lo cual muy a menudo convierten una victoria táctica en una derrota estratégica para la clase obrera en su conjunto.

Cualquiera que haya seguido de cerca la situación política contemporánea en Puerto Rico llegará a la conclusión de que el movimiento sindical durante muchos años está imbuido de ideas reformistas que dan paso al abierto oportunismo de muchos líderes sindicales.  Por ejemplo, BanderaRoja, en un editorial publicado en línea el 13 de junio se refiere a una “miopía” del liderato sindical mientras que AbayardeRojo, en una entrada reciente destaca la abierta colaboración de algunos dirigentes sindicales con el gobierno colonial en contra de los intereses de los trabajadores.  El atrincheramiento de esta capa abiertamente reaccionaria dentro del liderato sindical del país “empuja” el movimiento obrero en su conjunto hacia la derecha, es decir, a posiciones que son completamente aceptables para el régimen colonial.  La influencia de estas tendencias reformistas se manifiesta hasta en los trabajadores en huelga; particularmente en los objetivos políticos que se plantean.

El peligro que se corre en estos momentos es que el desarrollo espontáneo del movimiento huelgario siga superando la capacidad actual de las organizaciones revolucionarias de ensanchar la perspectiva de los trabajadores en lucha y darles una orientación estratégica adecuada para adelantar el proceso revolucionario.  Al momento, faltan vínculos organizativos lo suficientemente fuertes entre el movimiento sindical y las organizaciones revolucionarias para enriquecer la iniciativa obrera con una conciencia socialista y así contrarrestar la influencia dañina del reformismo entre los trabajadores organizados.  De seguro hay algunos líderes sindicales con simpatías socialistas.  Sin embargo, estas simpatías a nivel de individuos, sea del liderato o de la base, nunca podrán ser suficientes como para resultar en una penetración de la teoría del socialismo dentro de amplios sectores de la militancia obrera organizada.   Como tal, la política que persiguen los lideres sindicales en la actualidad – y la que aceptan la inmensa mayoría de los trabajadores organizados – no se enmarca conscientemente dentro de un proceso de lucha revolucionaria del proletariado por la conquista del poder.  Al contrario, las declaraciones recientes de los más militantes de entre el liderato sindical del país indican que su objetivo político con los llamadas a la huelga es revertir a lo que fue durante muchos años el status quo: derogar la Ley 66 conseguir garantías de que los cambios a los convenios colectivos incluidos en dicha ley sean temporeros.  Es una postura claramente defensiva aún cuando el régimen colonial se ha mostrado completamente incapaz de resolver los problemas sociales y económicos que afligen el país y tambalea al borde del colapso.

En este ambiente el gran reto que se nos presenta al movimiento comunista en Puerto Rico es fortalecer su organización revolucionaria y ampliar el trabajo de educación política entre los obreros de base.  Solamente las ideas del socialismo pueden ensanchar las concepciones tácticas y estratégicas de los trabajadores más allá del actual marco jurídico legal al que se adhieren tímidamente los lideres sindicales.  Solamente las ideas del socialismo pueden ayudar a los trabajadores a romper con los estrechos horizontes del reformismo que limitan los objetivos políticos del actual movimiento huelgario.  Solamente las ideas del socialismo les enseñarán a los trabajadores lo que hay de común entre los varios sectores de la burguesía (ej. financieros, industriales, etc.) y cómo sus intereses son irreconciliablemente antagónicos a los del conjunto de la clase dominante y el estado político que corresponde a sus sistema.  Solamente las ideas del socialismo les explicarán a los trabajadores la futilidad de la estrategia de “presionar” los llamados elementos liberales de la burguesía o la pequeña burguesía para encontrar soluciones a las contradicciones del sistema y por qué le recae a la clase obrera la responsabilidad histórica de tomar el poder político y dirigir la transformación socialista de la sociedad.

La alegría con la que las organizaciones socialistas y comunistas en Puerto Rico han recibido al movimiento huelgario actual debe ir acompañada de una intensificación de los esfuerzos para acelerar la construcción de verdaderos instrumentos de lucha revolucionaria capaces de insertarse en el proceso de lucha de clases y darles a los trabajadores una orientación socialista.  Sin esta intervención,  todo el valor y la voluntad de los trabajadores que hoy se preparan para tomar las calles terminarán, como el antiguo Sísifo[i], en otro ciclo de frustración y desilusión a manos del actual liderato reformista.


[i] Se refiere al personaje de la mitología griega condenado por toda la eternidad a empujar continuamente una pierda gigante montaña arriba y verla volver a caer rodando a la base.

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  1. Felicito al compañero por el excelente análisis.

    Estoy de acuerdo en que existe una necesidad urgente de estrechar el trabajo entre las organizaciones revolucionarias y los sindicatos para darle orientación política a las demandas económicas de la clase trabajadora. Sin embargo, como decía el camarada Lenin «primero son los cuadros y después la política». Esta es la gran limitación: la ausencia de cuadros obreros (es decir formados y organizados políticamente) que incidan, orienten, dirijan las posturas reformistas de las bases hacia posiciones de abierto rechazo al régimen burgués exponiéndolas al socialismo científico. Que las influencien y convenzan de la necesidad de que la única manera de transformar esta sociedad decadente es por medio de su organización política independiente de los partidos burgueses.

    Por otro lado, discrepo de su interpretaciónde que las organizaciones revolucionarias socialistas expresen alegría sobre la coyuntura actual por el hecho de resaltar la agitación que existe dentro del movimiento sindical. El mismo autor expresa nuestras más profundas preocupaciones sobre las tareas urgene y el momento actual: que por el escaso desarrollo de cuadros obreros socialistas las reivindicaciones estrictamente económicas acaben por dirigir el movimiento hacia la derecha. O que por el contrario el ascenso y disposición a la lucha desborde la capacidad organizativa y de dirección de las organizaciones revolucionarias por carecer de instrumentos organizativos que desafíen abiertamente el sistma burgués.

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