Al son de consignas como «El gobierno de Puerto Rico, instrumento de los ricos», «No a la privatización de la AEE»,
«Dejenmos trabajar que la factura vamos a bajar» cerca de 3,500 manifestantes marcharon para expresar su repudio a los intentos de guaynabitos rojos y azules de entregarle a intereses ajenos al pueblo la generación de energía eléctrica del país.

La manifestación, que tuvo un caracter proletario, fue convocada por la Alianza de activos y Jubilados en defensa de la AEE, en la cual hubo representación de varias organizaciones sindicales y políticas : Partido Independentista Puertorriqueño, Partido Pueblo Trabajador, Mpvimiento Unión Soberanista, Movimiento Socialista de Trabajadores, Frente Estudiantil por una educación pública y de calidad, PROSOL UTIER, entre otras.
La manifestación salió del Parque Luis Muñoz Rivera, al son de plena y marchó por la avenida Constitución, desviándose hacia el lado norte del capitolio, donde se detuvo la marcha y vario slíderes se dirigieron a la concurrencia. El mensaje de mayor contenido clasista estuvo a cargo del presidente de la UTIER Ángel Figueroa Jaramillo quien denunció los atropellos a la clase trabajadora en los últimos años. Ley 7, Ley 3, ataque al retiro de maestros. También alertó sobre la avanzada a sus pensiones de Retiro de los trabajadores de la AEE.

La clase trabajadora y los demás sectores populares debemos estar conscientes de que si permitimos que el capital
financiero y sus representantes locales se salgan con la suya y privatizan la generación de energía del país será uno de los golpes más fuertes que recibiremos y que será mucho más difícil de revertir. Esto, no solamente considerando las implicaciones sobre nuestra propiedad de la corporación (aunque por la descomunal deuda acumuada por sus administradores la coloca en manos del capital financiero), sino porque limitará el acceso de los sectores más marginados de nuestro pueblo.

La producción y el acceso a la energía es un derecho humano que no podemos renunciar en respuesta a burdas campañas mediáticas que exigen su privatización. Ese carácter público de la corporación, más mal que bien, todavía cumple una función social donde permite un acceso de la mayoría a disfrutar de ese derecho. Si bien es cierto que la AEE requiere reestructuración, pero la misma debe permanecer en manos públicas toda la infraestructura relaciona, donde el elemento que se debe corregir es el despilfarro de dinero en la otorgación de contratos, en salarios estruendosos a funcionarios de alto nivel (que tienen poder de decisión sobre los asuntos fundamentales como las emisiones de bonos) y sobre todo, la compra de energía a cogeneradoras que no atienden más que la acumulación de riqueza de sus dueños.