Carlos Borrero
Especial para Abayarde Rojo
Las dos nuevas leyes para reestructurar el Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU) que acaba de firmar Alejandro García Padilla sientan las bases para la mayor penetración y explotación del capital financiero internacional en la colonia. Los aduladores del capital tanto en la prensa burguesa como en muchos círculos académicos de la colonia se prestan para hacerle eco a la demagogia de los representantes políticos del capital financiero que estas medidas servirán para “apuntalar la liquidez del Banco Gubernamental de Fomento (BGF), cubrir los pagos a los tenedores de bonos y gestionar las deudas públicas de los municipios . La realidad, sin embargo, es que forman parte de un arquitectura para mantener la sociedad puertorriqueña en una servidumbre por deuda.
Una de las nuevas leyes (1593) crea la Corporación de Financiamiento Municipal (COFIM), una subsidiaria del BGF basada en el modelo de la COFINA, con capacidad de emitir bonos con el supuesto propósito de pagar y refinanciar la deuda de $590 millones de los 78 municipios de la colonia. La otra ley (1591) establece la base material de la COFIM además de la redistribución de los ingresos derivadas del IVU. Por el momento, el 1% de los recaudos del IVU (una disminución del anterior 1.5%) que se depositarán directamente en los fondos de la COFIM, se verá compensado por un aumento de 5.5% a 6% de la tajada que corresponde a la COFINA.
Estas nuevas leyes logran dos objetivos que responden a los intereses del capital financiero: aumentan la reserva de ingresos para satisfacer las exigencias de los actuales tenedores de bonos mientras que abre una nueva avenida para la transferencia de aún más riquezas a bonistas adicionales. El incremento de 0.5% para la COFINA aumenta el flujo de fondos del cual extraerán los bonistas actuales, una respuesta a los llamados a una mayor “liquidez”, mientras que la creación de la COFIM señala la continuación de la política económica oficial basada en la deuda y las actividades especulativas. Una analogía sería un individuo, ya hasta el cuello en deudas de tarjetas de crédito, que abre una línea adicional de crédito para pagar facturas anteriores además de gastos corrientes. Esa es la pura locura que pasa por “política económica” en la colonia.
Lo que se destaca de estas leyes es la completa incapacidad del gobierno colonial de desarrollar una estrategia económica basada en las actividades productivas. Si bien las estrategias económicas anteriores estaban basadas en exenciones contributivas para atraer a diferentes tipos de manufactura, el nuevo «modelo» se basa en la esperanza de que la “triple exención” de los bonos puertorriqueños sea suficiente para seguir atrayendo “inversiones” en la forma de compras de bonos. El carácter único de estos bonos, que están exentos de impuestos federales, estatales y locales para sus tenedores independientemente de donde vivan en EE.UU. y sus territorios, es lo que hace al gobierno colonial uno de los más importantes emisores en el mercado de fondos de bonos municipales (“Muni-bond Market”). Según la agencia de análisis Morningstar, el 70% de los fondos en este mercado, que se estima en $4 trillones, contienen notas puertorriqueñas.
Toda esta política económica se basa en la capacidad del estado colonial de profundizar su actual ofensiva contra la clase obrera en nombre del capital financiero. La administración colonial ha señalado su compromiso de hacer precisamente esto en varias ocasiones. En un reciente informe del Financial Times fechado el 23 de enero, se cita a Alejandro García Padilla reiterar que «No podríamos incumplir con el pago aunque quisiéramos. Nuestra constitución es clara y dice que debemos honrar nuestras deudas primero «. Este mensaje se debe entender como una señal a la oligarquía financiera de que sus representantes políticos en la colonia están a la altura de la tarea que se les ha asignado: apalear a los trabajadores hasta la sumisión.
Está claro que lo que ocurre en Puerto Rico no es un hecho aislado. Responde, aún así con unas particularidades muy importantes, a la orientación general del desarrollo capitalista y está íntimamente ligado a los acontecimientos que tienen lugar en sitios desde Detroit a Grecia e incluso los nuevos centros de producción de mercancías a nivel mundial como la China. También refleja las decisiones políticas adoptadas en los nuevos centros de poder no sujetos a los vaivenes de la política partidista o las elecciones y que responden a la oligarquía financiera.
Por ejemplo, la política monetaria de Flexibilidad Cuantitativa (“Quantitative Easing”) de los principales bancos centrales como la Reserva Federal en EE.UU., que se encuentra en su tercera iteración (QE3) desde el 2008, ha dado lugar a una de las mayores distribuciones de riqueza hacia arriba en la historia con todas las consecuencias negativas para la clase obrera. Mediante la compra de $10 trillones en bonos del tesoro estadounidense (US Treasury Bonds) y otros valores garantizados por hipotecas, se han mantenido las tasas de interés a casi cero para los grandes bancos durante los últimos años. Esta inyección de «dinero barato» a son de $85 billones mensuales a los mercados financieros ha fomentado un frenesí de especulación de los bancos de inversión y una ola de recompras de acciones por las grandes corporaciones lo cual ha impulsado la actual burbuja bursátil.
El hilo conductor de todo esto es el abandono de la inversión productiva en los centros del capitalismo, ej. la expansión de las fuerzas productivas, la reconstrucción de la infraestructura, etc. y el aumento de la trapacería financiera. El deterioro de la base manufacturera en países como EE.UU., especialmente en los centros urbanos, además de la destrucción generalizada de puestos de trabajo y la reducción de los salarios reales con el alto costo social que esto conlleva, también ha resultado en el encogimiento de la base contributiva en muchos municipios. Cada vez más, la deuda, en forma de los muni bonos, ya no es un medio para financiar grandes proyectos capitales como antes, sino una espada de Damocles impuesta sobre los municipios para financiar los servicios esenciales y las cuentas corrientes. Los recortes en los servicios y las privatizaciones son la consecuencia lógica cuando el peso de esta deuda se impone.
El carácter parasitario y criminal del capital financiero intensifica toda la explotación y la inhumanidad del capitalismo en general. La creciente porción de la plusvalía extraída por los financieros se compensa con la explotación cada vez más brutal y la opresión feroz de los obreros por el capital productivo en los nuevos centros de manufactura de China y Bangladesh, así como los centros de la industria extractiva en África y el Medio Oriente. En los centros del mundo capitalista, el relativamente alto nivel de vida alcanzado por la clase obrera se ha visto seriamente erosionado. Las Kmart y Walmart, con su artillería de mercancías baratas hechas en zonas de salarios aún más bajos y su cultura anti obrera, son ejemplos del tipo de vida que la clase dominante está dispuesta a concederles a los obreros. Las presiones que el régimen capitalista impone a la clase obrera en este mundo de tanta abundancia representan no sólo un crimen contra la humanidad sino un freno al progreso humano, a lo que somos testigos diariamente especialmente en el ámbito cultural y moral de la sociedad.
A todas partes del mundo, los oligarcas financieros extienden sus tentáculos parasitarias en busca de tajadas cada vez mayores de la riqueza. Los estados burgueses son sus secuaces. Los trabajadores tienen que organizarse revolucionariamente para ser sus extirpadores.
Addéndum a la luz de la propuesta de reestructurar el IVU
Los agentes coloniales de la oligarquía financiera se han enredado en un lío del que no pueden escapar. Las medidas de austeridad han reducido tanto la capacidad de consumo de las masas que cualquier aumento en el IVU llevará a la ruina política, mientras que un impuesto sobre la producción resultará en la fuga de capitales. De cualquier manera, la recesión se prolonga. El régimen colonial pende de un hilo. La desorganización de la clase obrera es la única razón por la que ha durado tanto tiempo.