La traición liberal: una escuela revolucionaria para las masas trabajadoras

Especial Para Abayarde Rojo Digital

Carlos Borrero

Los nombramientos de nuevos ministros al gabinete interino en Egipto al igual que las declaraciones más recientes de los portavoces de Tamarod (Rebelde) han proporcionado material rico para la educación política de las masas de trabajadores. Aunque la reacción inicial de muchos de la izquierda internacional haya sido de consternación, no se justifican los pronósticos del fin del proceso revolucionario en Egipto. En medio de la confusión y la desinformación generalizadas, hay voces claras y decididas. Y se sumarán con la prolongación de la crisis económica y con la profundización de las demarcaciones políticas.

Los ministros nombrados al gabinete interino representan una combinación de militaristas, leales a Mubarak y otros liberales defensores del capitalismo que vienen de la vieja oposición. Estos últimos, que dieron cobertura ideológica para el golpe militar, proveen la mayor parte del material con la que se puede acelerar la madurez política de las masas de trabajadores.

El periódico cibernético Ahram Online da unos esbozos biográficos útiles de los recién nombrados ministros.

De particular importancia son el general Abdel-Fattah El-Sisi, el deputado primer ministro y ministro de defensa, y Kamal Abu-Eita, el ministro de trabajo – el título actual es Ministro de Mano de Obra.

Un graduado de la Escuela de Guerra del Ejército en Carlyle, Pennsylvania, los cargos del general El-Sisi han incluido un mando regional, la dirección de la Inteligencia Militar, y el puesto de ministro de defensa y de la producción militar en el Gabinete Qandil Hesham, bajo Morsi. Este último es un cargo que retiene bajo la actual presidencia de Mansour. El-Sisi es el símbolo mas claro de que el complejo industrial militar egipcio ha decidido mantener una presencia directa dentro del Estado. Él encarna la forma particular de la dominación capitalista en Egipto, que fusiona directamente los niveles más altos del brazo represivo del estado neo-colonial con los principales centros de producción.

Kamal Abu-Eita llegó a la prominencia como dirigente de una unión “independiente” nde trabajadores públicos de la Autoridad de Rentas después de una huelga de 11 días para la paridad salarial en el 2007. Esta acción culminó en la formación de la Unión Independiente de Trabajadores de Bienes Raíces y la Autoridad de Rentas que sirvió de base para la organización de la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes. Sin embargo, el sindicalismo de Abu-Eita refleja el mismo sindicalismo “corporativo” reaccionario tan prevalente en los países imperialistas. Tan es así que en el 2009 Abu-Eita recibió el Premio “George Meany Lane Kirklanda” – dos viejos dirigentes ardientemente anticomunistas – del infame AFL-CIO. Los objetivos declarados de su ministerio incluyen establecer un nuevo salario mínimo y poner en vigor la anticipada Ley de Libertad Sindical, que fue una reivindicación de la revolución de enero de hace más de dos años pero que fue rechazada tanto por los militares después del derrocamiento de Mubarak como por el régimen de Morsi.

Estos nombramientos no sorprenden a los trabajadores con consciencia de clase ni a los revolucionarios con madurez política. Tampoco sorprenden a los revolucionarios los comentarios hechos recientemente por los portavoces del mentado grupo Tamarod. Hablando sobre el nombramiento de Mohamed ElBaradei para la vicepresidencia, declaró uno de ellos que el alcahuete del imperialismo estadounidense ElBaradei era “un icono de la revolución”, y su nombramiento representaba “prueba suficiente de que la revolución había alcanzado al gobierno”. Con estas declaraciones, además de su silencio ante la creciente ola de represión desatada por el Estado militar egipcio bajo el ya familiar pretexto de “combatir el terrorismo”, se han quitado la careta y a la vez expuesto su verdadero carácter reaccionario. A lo más que llegan estos liberales ante el creciente derramamiento de sangre y reciente reconstitución de todo el aparato represivo desarrollado durante la autocracia de Mubarak, son tímidas expresiones de preocupación de “fuerza exagerada” como repuesta a las manifestaciones pro Morsi. Está por verse cómo reaccionarán cuando los militares vuelvan a apuntar su arsenal a los obreros como solían hacer durante muchos años bajo Mubarak.

Estos sucesos son increíblemente valiosos para destacar las contradicciones del liberalismo y las verdaderas líneas de separación entre los que defienden la explotación capitalista y los que luchan por una verdadera emancipación. Para el trabajador egipcio medio que aun no ha adquirido mayores grados de consciencia política, la presencia de estos “iconos” de la revolución, aceptables ministros de trabajo y defensores del “pueblo” que están supuestamente encima de los conflictos de clases, hombro por hombro, en un gabinete recién formado solamente sirve para aclarar los lazos que los unen.

Para los trabajadores con conciencia de clase o los estudiantes radicales expuestos a los rudimentos del

marxismo, la farsa del liberalismo burgués, su hipocresía y la cobardía de sus representantes políticos son obvias. Empero, bajo el doble peso de largos años de la autocracia y el oscurantismo religioso, los egipcios aun no han dado este salto en masa. Han hecho avances muy importantes. Sin embargo, no hay mejor escuela que la experiencia práctica.

Sin duda, la crisis política de los últimos años ha profundizado la iniciativa de las masas egipcias. En un esfuerzo por resolver la crisis política, la más poderosa facción de la clase dominante egipcia se vio obligada a adornarse con el manto del liberalismo. Como ha dicho recientemente una activista del movimiento sindical, tuvieron que “montarse en las espaldas del movimiento de masas” para lograr sus fines. Mientras que los medios de comunicación occidentales se centran en la atención exclusiva a las recientes movilizaciones de los partidarios ostensiblemente pro gobierno por un lado y los de la Hermandad Musulmana por el otro, ha habido una ola de actividad obrera cada vez más militante en los últimos años que da señales de una creciente conciencia de clase. Esto demuestra que detrás de todos los conflictos políticos internos entre facciones de la clase dominante existe una realidad económica que ha empujado a las masas trabajadoras hacia el escenario. Sin embargo, esta iniciativa todavía se encuentra en sus etapas iniciales.

Sin duda, la inexperiencia y la desorganización obligan a los trabajadores a aceptar por el momento el papel de actor de reparto en el drama. Como tal, a lo más que pueden aspirar ahora es ser árbitros en el actual conflicto entre facciones del capital. Pero como todos los actores, anhelan la atención y se ven cada vez más destinadas a asumir el papel de protagonista en el drama revolucionario que se desenvuelve. A nivel político se vislumbra el surgimiento de nuevas organizaciones con potencial revolucionario, como el “Third Square” (Tercera Plaza), un grupo juvenil que se opone tanto a la Hermandad como a los militares golpistas. Tampoco debemos olvidar el impulso sindical al que hicimos alusión arriba y que se hace mas fuerte y que adquiere más confianza y militancia con la profundización de la crisis. La potencial conjunción de estas fuerzas representaría un adelanto muy prometedor en el proceso revolucionario egipcio.

Las revoluciones no avanzan en una continua línea recta y ascendiente hasta la victoria. Más bien, la historia de las revoluciones presenta un cuadro complicado y contradictorio en el que alternan períodos de auge y repliegue caracterizados por avances repentinos y victorias parciales, giros y vueltas en que la traición y los errores de cálculo son la orden del día, y retrocesos que templan la voluntad de los luchadores más decididos. La dialéctica de la historia es tal que para adquirir mayores grados de conciencia revolucionaria de clase, la masa de trabajadores egipcios tendrán que pasar por el crisol de reveses, derrotas temporales y traiciones.

En la consciencia colectiva de las masas egipcias, las formas sucesivas de dominio autocrático han sido negadas por la demanda de una democracia liberal cada vez más “ancha”. Pero esta ancha democracia liberal se basa en la misma explotación capitalista y el Estado militarizado que se conoce hace tiempo. El gobierno golpista sólo puede llevar a cabo el fallido programa, basado en las mismas medidas de austeridad y privatizaciones impuestas por el capital internacional, que ha llevado a las masas griegas y turcas a las calles. No obstante, la economía egipcia se encuentra en una crisis más profunda aun que la de Grecia o Turquía. Al arroparse a sí mismos en el manto del «noble» ideal liberal, el nuevo gobierno y sus portavoces liberales preparan el terreno para la posterior negación de este mismo ideal liberal. La profundización de la crisis económica pondrá de manifiesto la completa bancarrota del liberalismo «político». Aun con la promulgación de una nueva Ley de Libertad Sindical o un nuevo salario mínimo, los problemas de vivienda básica, la educación, la salud, así como el aumento de los precios al consumidor y la organización racional de la producción se mantendrán sin resolver. En efecto, la actividad independiente de los obreros que han desafiado con mayor militancia las leyes anti-laborales y resistido con valor a los destacamentos de la policía antidisturbios, ha hecho “irrelevante” la Ley de Libertad Sindical en la práctica.

Las revoluciones también se caracterizan por una gran variedad de formas de lucha. En los últimos años, las masas egipcias han participado en períodos de masivas movilizaciones políticas, un aumento sin precedentes de las luchas laborales que incluyen la aparición en forma embrionaria de nuevos modelos de organización de la producción, así como los experimentos con nuevas formas de organización política. Es probable que el presente sea un período temporal de reflexión en el que se sacan lecciones valiosas y surgen nuevos líderes de todos los frentes de la lucha. En este contexto, es probable que también se desarrollen nuevas tácticas y formas de organización.

Una observación reciente de un líder sindical egipcio es particularmente ilustrativo:

Si el próximo presidente se niega a cumplir con nuestras demandas, nos vamos a rebelar de nuevo. No hay otra solución. Los que han probado la libertad no volverán a ser esclavos. La revolución continuará hasta que se cumplan sus demandas, no importa quien se sienta en el palacio presidencial. Nunca abandonaremos la revolución y nunca nos rendiremos.”

Por lo tanto, la traición de la revolución llevada a cabo por los aliados liberales de los militares sólo sirve como una escuela para las masas trabajadoras. Es, de seguro, una escuela dura pero históricamente necesaria como un preludio de una futura etapa de lucha más intensa en el proceso revolucionario en marcha.

Carlos Borrero

19 de julio de 2013

Nueva York, EE.UU

Notas

 Ahramonline, 2013, Who’s Who: Egypt’s full interim Cabinet (17 de julio)

http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/76609/Egypt/Politics-/Whos-who-Egypts-full-interim-Cabinet.aspx

 Dakroury, Nourhan, 2013, Tamarod calls for demonstrations against terror on Friday (15 de julio)

http://www.dailynewsegypt.com/2013/07/15/tamarod-calls-for-demonstrations-against-terror-on-friday/

 Entrevista con Fatma Ramadan, una dirigente sindical del sector público y miembro de la Junta Ejecutiva de la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes (10 de julio)

 Entrevista con Muhammad Hardan, presidente de la Unión Independiente de Trabajadores en la Compañía de Agua de El Cairo, con la MENA Solidarity en Facebook (5 de Julio de 2013)

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