Por Cimarrón
No es secreto que el gobierno federal quiere aplicar la pena de muerte en Puerto Rico. Y esta vez casi lo logran. Y fue una valiente señora la que sacó la cara por los trabajadores y desposeídos. Aunque exprese que lo haga por razones de principios religiosos o morales. Lo cierto es que son principios (consiente o inconsciente) fundamentalmente de clase. Y por eso tenemos que defenderlos con garras, es una lucha donde se enfrentan los trabajadores y desposeídos a la maquinaria del imperio. Tienen sus cortes, más recursos, alguaciles, policías federales y estatales, fiscales, otro idioma, en fin, la máquina del Estado bien aceitada con su aparato represor haciendo de las suyas.
¿Cuántos ricos se han condenado a muerte en Estados Unidos? Por eso es que es tan importante mantener este derecho a la vida, son los trabajadores y los hijos de los trabajadores los que mueren. Y son los negros más que los blancos, y son los latinos más que los negros. No podemos darle más herramientas de las que tienen para oprimir al pueblo, a un sistema judicial ineficiente, torpe, mediocre y corrupto, para que haga de las suyas. No vale la pena la muerte de ningún inocente por la muerte de todos los culpables. Sí oyó bien, inocente, porque han muerto muchos inocentes asesinados por el Estado.
¿Por qué es un asunto de clase más que moral? Sencillo, a los guaynabitos no le aplican la misma justicia que al resto del pueblo. En este juicio afloró, como Alexis Candelario, tuvo una niñez muy difícil, donde vivió en extrema pobreza y con el abandono de su padre. Es seguro que aquí falló el Departamento de la Familia, Educación, los tribunales que lo mandan a la calle sin rehabilitación y nada más que con cinco muertes en las costillas. Qué casualidad de los elementos que se mezclan para crear esta receta, son los mismos que hay para muchos hogares en Puerto Rico. Todo esto pasa a diario y vamos a darle con el “código” al que el sistema le ha fallado.
Otro ejemplo: un legislador cualquiera “(escoja su guaynabito favorito), viene de las “mejores familias”, va a las “mejores escuelas”, conoce la ley, hacen leyes, obtienen favores sociales, (no hacen filas, tu mixta vale de 5 a 8 pesos, su langosta no le vale nada, porque es el legislador guaynabito tal), tienen celulares, carros, alcahuetes, sopla potes, chóferes, todo pago por nosotros. Además tienen tremendos sueldos y dietas ¡EXENTAS! Y estos personajes se atreven a ¡ROBAR!, y qué hace el Estado, lo manda a un hotel por dos años, y tres más de probatoria. Se retira rico o le dan unos “contratitos” para que se las busquen.
La verdad estos tipos o mejor dicho, estas crápulas garrapatitas, para hablar en su idioma, no son reformables. A estos sí que hay que botarle la llave. Han tenido toda las ventajas que la sociedad de ellos (sociedad capitalista) puede dar, y aun así roban. A estos bufones no los salva nada ni nadie, son delincuentes de verdad.
Para nada se justifica la acción de este victimario-victima, este ser humano es un antisocial, un asesino, que no puede vivir en sociedad. Pero cada vez que se produce un ser así, falla el sistema, por lo tanto, la sociedad que es el producto de este mismo sistema. Y no somos críticos como sociedad cuando esto pasa. Cuando sale un muchacho del caserío, ¡ah! Ves que se puede, el que anda en malos pasos es porque quiere, mira la jueza de raíces humildes a donde llego. Y que bueno que eso pasa de vez en cuando.
Pero ¿qué hacemos con la mayoría de los que no lo logran, los que terminan siendo adictos, o se prostituyen, o maltratan niños y mujeres, o asesinan a otros, o peor aún mueren pero no sin antes hacer todo lo anterior? Ahí los medios no critican al sistema, eso es culpa de la madre o el padre, es individual la culpa, no colectiva. Pero la realidad es que el sistema se tiene que evaluar, por lo que pasa a diario, y no por las excepciones.
Invitamos a los legalistas defensores de la constitución burguesa, que en lugar de correr a protestar coyunturalmente cada vez que ocurre un caso, que sean críticos de su constitución, y que la combatan a diario en las cortes (si se atreven), para que se den cuenta que la única manera de resolver esto es por la vía de una sociedad socialista. Y se organicen para unirse a los trabajadores para luchar por una sociedad donde haya menos desigualdad, donde se suprima la explotación y la propiedad privada que son los gérmenes que contaminan generaciones de un virus que no tiene cura en este sistema, la criminalidad.