“Experiencias y retos de la prensa revolucionaria”
Abayarde Rojo, órgano del
Partido Comunista de Puerto Rico
Para el grupo de trabajo de la Comisión de Comunicaciones del Partido Comunista de Puerto Rico (PCPR) es motivo de gran orgullo unirnos en homenaje a la celebración del 65 aniversario del periódico Tribuna Popular, órgano del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Merece especial mención su publicación ininterrumpida, aún en las condiciones de lucha más difíciles. En esta etapa delicada del proceso Bolivariano, el PCV tiene el mayor de nuestros respetos por haber logrado organizar y convencer a amplios sectores de la sociedad venezolana –y latinoamericana– de la justeza y viabilidad del proyecto histórico de clase obrera: el socialismo y el comunismo. Con su papel de dirección, procurando siempre la independencia política de la clase obrera y sus aliados, se ha ganado su papel de vanguardia en ese proceso democrático popular.
I. Introducción
El caso de Puerto Rico amerita un análisis particular respecto al resto de Latinoamérica por su sujeción política formal a Estados Unidos. Su particularidad reside en que además de ese dominio colonial, ausente en el resto de las naciones latinoamericanas de manera formal, también operan mecanismos de subordinación al capital financiero. Uno de los efectos más visibles a largo plazo de esa dicotomía ha sido la forma y manera en que se ha afectado el desarrollo de la clase trabajadora en el país. Una clase trabajadora disminuida numéricamente y obligada a la enajenación – lumpenización – producida por la condición colonial capitalista que le obliga a sobrevivir en condiciones de extremada pobreza.
Nuestra situación de colonia ha creado las condiciones para que el discurso nacionalista e independentista sea mercadeado por sectores conservadores y de la reacción como de “izquierda”. Históricamente el proyecto independentista ha sido impulsado por la pequeña burguesía patriótica. Esta clase tiene como proyecto histórico la fundación de una república capitalista para erigirse como burguesía nacional. Esa ha sido su ética política, es decir en su discurso y accionar práctico.
Sin embargo, la clase obrera en Puerto Rico tiene una ideología burguesa. Este hecho ha retrasado los procesos de lucha en el país, por carecer siquiera de una perspectiva nacionalista. Si la ideología pequeñoburguesa del nacionalismo se prendiese a las masas y a las filas del movimiento obrero, pudiera asumir un carácter de democracia radical, antiimperialista y potencialmente revolucionario. Podría funcionar, en sus primeras etapas, como la ideología política de una revolución democrático burguesa que los trabajadores revolucionarios deberíamos respaldar, como antesala a la revolución proletaria.
El problema es que en Puerto Rico, el nacionalismo revolucionario histórico corrió su curso, y a pesar de figuras heroicas vivas, imponentes, como doña Isabelita Rosado, y don Rafael Cancel Miranda, ya la ideología nacionalista no ofrece, en este momento, una ruta revolucionaria viable. El nacionalismo se ha convertido en una postura mediática, simbólica, que descansa en las gestas heroicas de los nacionalistas históricos revolucionarios, y no ofrece una visión de lucha coherente hacia el futuro. Un nacionalismo “renovado” tiene que trascender la camisa de fuerza insularista y convertirse, si va a ser una fuerza de liberación, y no de estancamiento ideológico, en un nacionalismo antillanista. Los comunistas de Puerto Rico tenemos que tender nuestros brazos solidarios de lucha revolucionaria hacia estos pueblos vecinos.
Actualmente, el régimen colonial agoniza política, económica y socialmente. Al igual que en muchos países “independientes”, la oligarquía financiera ha colocado a sus cuadros en los puestos claves del Estado colonial para asegurar la tajada de los bonistas de Wall Street y de otros nódulos de transferencia y circulación de capital financiero. Esa crisis se manifiesta en todos los órdenes sociales y las organizaciones revolucionarias no son la excepción. A nivel organizativo y de alcance político-social, las organizaciones revolucionarias de la clase obrera son escasas y sumamente débiles. En parte esa debilidad se debe a una izquierda sumida en el culto al espontaneísmo y con un rechazo abierto al desarrollo de la teoría como arma de lucha ideológica y práctica.
II. Objetivos de la prensa revolucionaria
Los partidos comunistas, partiendo siempre desde la concepción leninista del papel de sus órganos de prensa, deben ser audaces en su utilización con la mayor claridad en los objetivos que persigue, de acuerdo a las condiciones de lucha en que les toca desarrollar su trabajo teórico y práctico. Sin embargo, es pertinente que nos preguntemos ¿Tenemos claras las tareas y objetivos de nuestros periódicos? ¿Estamos utilizando efectivamente nuestra prensa en torno a estos objetivos?
La consideración fundamental debe partir de que mientras exista el capitalismo, con los desastres humanos, sociales, medioambientales y productivos que conlleva, será pertinente su constante denuncia a todos los componentes de la sociedad. Esa constante denuncia cobra más pertinencia aun en la crisis sistémica actual del capitalismo, donde las oligarquías financieras han despojado a los Estados de sus últimos resquicios de soberanía, obligándolos a seguir sus designios, muchas veces en contra de los intereses de sus burguesías. A pesar de esas contradicciones, éstas se subordinan para poder continuar actuando como socios menores y beneficiarse de los esquemas de endeudamiento y sumisión política de las mayorías populares.
Otro propósito inmediato de nuestros órganos de prensa debe ser siempre aglutinar a todos los sectores sociales en torno a reivindicaciones inmediatas de carácter democrático o reformas al sistema. No obstante, siendo siempre claros con la clase trabajadora y el pueblo de que las reformas son alcanzables y son deseables, pero sin esconder nuestro proyecto revolucionario: dar al traste con la sociedad burguesa y el capitalismo.
Para que nuestra prensa sea efectiva en la denuncia, en la agitación, debe ir estrechamente vinculada a la práctica política del Partido en todos los ámbitos en que, según sus capacidades, pueda desarrollar su trabajo político. Ese trabajo de día a día, junto con una prensa revolucionaria que, más allá de alabar su trabajo, exponga las injusticias que sufre el pueblo, de forma clara y concisa, tendrá el efecto de contribuir a estimular a la organización política de los sectores más conscientes del pueblo.
Sin duda, aglutinar amplios sectores populares y de la clase obrera ha sido, es y será, una de las tareas fundamentales de la prensa revolucionaria. Para comenzar a construir un proceso que aspire a confrontar las políticas de la oligarquía financiera y de sus burguesías nacionales es imprescindible conformar organizaciones populares fuertes que aglutinen todos los ámbitos posibles de la sociedad: comunales, sindicales, ambientales, políticas, entre otras. Pero lograr la organización popular, que siempre es lo deseable, no es suficiente para confrontar efectivamente una oposición social a los desbarajustes que causa la depredación capitalista. Para que las organizaciones populares asuman posiciones revolucionarias es necesario imprimirle un carácter de clase a sus reclamos, a su accionar y, en particular, a los propósitos por los cuales se organizan y luchan.
Es esta una de las facetas que más cuidado y énfasis se le debe poner a nuestra prensa revolucionaria: la difusión del marxismo-leninismo entre todos los sectores, avanzados y atrasados, que resisten contra las arbitrariedades del capitalismo. La propaganda de nuestras ideas, de la concepción de nuestros métodos de trabajo, de que por medio del trabajo colectivo y organizado la clase trabajadora puede alcanzar las metas necesarias para el bienestar colectivo a corto y largo plazo.
La difusión y propagación de las ideas del socialismo científico debe profundizar la denuncia más allá de la agitación señalando a nuestros/as enemigo/as y sus acciones, sino también explicar que sus causas y resultados también responde a intereses de clase ajenos a los de la gran mayoría del pueblo. Señalar que esas acciones, que pudieran parecer aisladas y arbitrarias, responden a condiciones y circunstancias que trascienden el ámbito nacional, y de su carácter sistémico. Apuntar consistentemente al meollo del problema: el imperialismo y el poder cada vez más ilimitado del capital financiero.
III. Experiencias prácticas en Puerto Rico
El 19 de junio de 2010, se refundó el Partido Comunista de Puerto Rico (PCPR) como expresión de independencia política de los sectores más conscientes de la clase trabajadora en Puerto Rico. La refundación del PCPR se enmarca dentro de un contexto de aguda crisis socio-económica y política, la cual tuvo especial relevancia por tratarse Puerto Rico de la colonia del imperio estadounidense, donde éste ejerce una supremacía ideológica casi absoluta y que sus “virtudes” demostraban el fracaso del comunismo como proyecto histórico de la clase obrera. La refundación del Partido Comunista ocurre luego de que el antiguo Partido Comunista Puertorriqueño (PCP), cuyo periódico era Pueblo, fuera disuelto en 1991 tras producirse la caída del bloque soviético. El nuevo órgano de prensa, Abayarde Rojo, había sido creado en 2005 por el embrión del Partido, Refundación Comunista, fundada en 2001.
En sus inicios el Abayarde Rojo fue concebido como instrumento de agitación y propaganda, así como para ir hilvanando sectores de lucha a su alrededor, fomentando su organización. En sus primeros años reflejaba el proceso de maduración ideológica de Refundación Comunista, pero a su vez, ganaba reconocimiento por su pluma mordaz. Su elemento novedoso era que más allá de exaltar los “valores nacionales” se dio a la tarea de ir creando nuestra conciencia como clase desde una perspectiva revolucionaria.
Luego de ocho años de fundado, el Abayarde Rojo continúa teniendo los mismos propósitos para los que fue creado, como todo órgano marxista-leninista: ser instrumento de agitación, propaganda y organizador colectivo. En la práctica de su producción y distribución se sumaron dos propósitos más: acercar la teoría marxista con un lenguaje más accesible y llegar a sectores con potencial revolucionario carentes de organización. Con la refundación del PCPR, Abayarde Rojo salió con un diseño renovado y con un contenido teórico y de agitación que refleja el proceso de maduración ideológica del Partido y que difícilmente es superado por otras publicaciones dentro de la izquierda puertorriqueña. Por su claridad ideológica y la pertinencia de sus artículos, cada día gana más espacio entre sectores populares no organizados políticamente. Sin embargo, el carácter artesanal de nuestro trabajo y los prejuicios contra el comunismo continúan siendo trabas para el crecimiento de nuestro órgano periodístico y el desarrollo de nuestro movimiento.
Con la refundación del Partido también se creó el Abayarde Rojo Digital para insertarnos en el nuevo campo de batalla de lucha ideológica contra el capital: el ciberespacio. Esta herramienta ha sido particularmente útil en ampliar nuestro campo de acción y penetrar a otros sectores a los cuales no llega la edición impresa. Y a pesar de que es considerado un instrumento vital de agitación y propaganda, no tergiversamos su propósito, como nos pretenden vender los emporios de información del imperialismo, de que las grandes movilizaciones populares se logran solamente convocando por las redes sociales. La sobreutilización de estas herramientas cibernéticas tiende a la individualización y a desmovilización, por lo que siempre recalcamos el trabajo organizado como forma efectiva de lucha.
La difusión de la teoría socialista y la agitación social a través de los problemas e injusticias sociales continúan teniendo la misma vigencia en el presente que en los albores del movimiento obrero contemporáneo. Parafraseando a V. I. Lenin: “Sin un periódico revolucionario destinado a todo el territorio nacional no hay partido revolucionario”. El camarada Lenin fue quien, tras un análisis riguroso del movimiento revolucionario de su tiempo y de las tareas más apremiantes que tenía el mismo, delineó los objetivos y métodos bajo los cuales debía funcionar un órgano de prensa que sirviera a los intereses y propósitos de la clase trabajadora.
A pesar de que las funciones de agitación, propaganda y organizador colectivo de la prensa revolucionaria siguen teniendo plena vigencia, el acceso y velocidad a la información ha transformado en cierta medida nuestro accionar político. En gran medida se debe al desarrollo de los medios de comunicación alternativo en el ciberespacio.
Para poder analizar lo más objetivamente posible cuáles son las tareas, necesidades y mecanismos de hacer efectivos nuestros medios de comunicación, es importante partir de las condiciones en las que se desarrolla la lucha de clases a nivel nacional e internacional. Los organismos de comunicación revolucionarios hay que contextualizarlos, vinculándolos a profundización de las tareas políticas, económicas y sociales, sobre todo orgánicas, que tiene la clase obrera en la actualidad.
Los comunistas tenemos como tareas fundamentales delinear con claridad cómo prepararnos para los posibles (¿inevitables?) escenarios de crisis. Cómo capacitarnos nosotros mismos, y a los cuadros que vayamos integrando, como diría Engels, en socialistas científicos. Cómo mantenemos vivos nuestros medios de difusión. Cómo nos hacemos cada día más profesionales y eficientes en nuestro trabajo. Cómo, en fin, construimos esa imprescindible herramienta revolucionaria que es el partido marxista leninista.
Queda pendiente, por otro lado, nuestro trabajo analítico, como comunistas “no nacionalistas”, sobre nuestras posibles y, urgentemente necesarias, relaciones fraternales con las fuerzas más avanzadas de las luchas políticas y sociales en Estados Unidos. Muchas de éstas convergen con las luchas de las comunidades antillanas y latinoamericanas en Estados Unidos, por sus derechos como minorías y como inmigrantes. Debemos aspirar a forjar y fortalecer alianzas con las organizaciones progresistas en Estados Unidos.
Por eso, la tarea del periódico revolucionario no puede ser al azar, sino producto del riguroso compromiso de los cuadros políticos del Partido Comunista que le reconocen su papel en la instrumentación de las políticas revolucionarias y de eslabón imprescindible en el vínculo con las masas populares y del proletariado y sus aliados en particular.
Por los lazos históricos que nos unen, la militancia del PCPR le envía un fuerte abrazo comunista a nuestros/as camaradas de Tribuna Popular por su ilustre trayectoria revolucionaria. ¡Larga vida a Tribuna Popular! ¡Larga vida al PCV!
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