Mientras los guaynabitos siguen haciéndose millonarios implementando el plan de los bonistas para nuestro país, el pueblo sufre las consecuencias de este desmadre. Con el negocito de la «energía renovable» y los fondos ARRA, los hasta hace poco empresarios de la contrucción, se han lanzado de lleno a destrozar nuestras reservas agrícolas sembrándolas de paneles fotovoltaicos y molinos de viento.
Para muestra un botón…Así quedaron algunas de las mejores reservas agrícolas en Santa Isabel.
Esta nueva forma de enriquecimiento ilícito (porque trafican con bienes que no les pertenecen) y éticamente irresponsable (con las futuras generaciones) plantea un serio reto a la clase trabajadora y al pueblo en general al despojarnos de los medios que harán viable nuestra sociedad una vez nos demos a la tarea de construir una nueva sociedad.
La clase trabajadora debemos tener muy presente que no importa quien gane el próximo circo electoral, el plan de los bonistas continuará.
¡A estudiar, organizarnos y luchar!