Por la Comisión Política del PCPR
Dentro del régimen burgués, son numerosos los sectores oprimidos, marginados y explotados por la bota del capitalismo decadente. Si añadimos otras categorías de análisis, además de la clase como categoría económica, veremos que desde la perspectiva de raza, y en particular de género, estos son los sectores más golpeados y oprimidos. Esa opresión no se da solamente por la extracción de plusvalía, sino por todas las demás manifestaciones de la sociedad burguesa, como son el arte y las construcciones sobre las relaciones humanas (patriarcado) que hace desde su cultura.
Desde una perspectiva puramente cuantitativa, la mujer proletaria (empleada, sub empleada o desempleada) es el sector de mayor crecimiento dentro de la clase obrera en Puerto Rico. Para el 2004 la fuerza laboral femenina representaba el 36.6% de la fuerza trabajadora del país, es decir 1 de cada 3 mujeres, frente a la masculina situada en 58.9%. Sin embargo, la población femenina desempleada ronda 1,022,000 de mujeres; aunque de estas sólo 63 mil se consideraron como desempleadas.[1]
Para los que pensaban que las mujeres habían rebasado todas las barreras de género en cuanto al desempeño de labores asignadas tradicionalmente a los hombres, las cifras son más que elocuentes: 32% labora en servicios educativos, de salud y sociales, 11.4% en funciones administrativas, 12.6% en manufactura y, 12.2% en comercio al detal. En cuanto a los salarios, demás está decir que desde 1999 se ha mantenido una tendencia en la diferencia salarial entre hombre y mujeres que ronda el 8% de diferencia. Es decir que si un hombre gana $17,100, la mujer gana $15,700.[2]
Pero hay un sector importantísimo que no participa formalmente del “mercado laboral” que se desempeña en “oficios domésticos” que ronda las 852,000 mujeres. Estas, junto a las que sí tienen empleo remunerado, tienen que desempeñar las tareas de procreación. Mas la sociedad patriarcal les ha impuesto otros roles: el mantenimiento de los hijos y del espacio doméstico. La burguesía ha sido exitosa en dos aspectos para marginar a las mujeres que trabajan en sus hogares (o que se les paga para hacerlo en otros). Han logrado separar el trabajo doméstico del asalariado, excluyendo esas importantes tareas de la producción capitalista. Aunque no cabe duda que estas mujeres aportan, en la medida en que alimentan a sus familiares para que estos estén en condiciones de vender su fuerza de trabajo. Esto nos lleva al otro aspecto: al capitalista no le interesa las condiciones en las que se reproduce o mantenga la fuerza de trabajo. Para eso cuenta con su “ejército de reserva” causado por el desempleo, con el que fácilmente dispone de abundante mano de obra dispuesta a trabajar por un menor salario.
Un claro y estratégico objetivo de una verdadera revolución, es el incluir como una de sus principales reivindicaciones, la liberación de la mujer de toda forma de opresión. Desde el derecho a decidir sobre su cuerpo, hasta la igualdad en condiciones y sus derechos laborales. El Partido Comunista de Puerto Rico presenta aquí algunas propuestas dirigidas hacia esos fines.
1. Derecho pleno al aborto subvencionado por el Estado. Aunque actualmente el aborto es legal en Puerto Rico, es por conducto de una decisión del tribunal supremo de EEUU, hecho que podría cambiar en cualquier momento.
2. Igual paga por igual trabajo. A pesar de que la media de diferencia entre salarios por sexos es de 8%, a medida que se incrementa el salario también aumenta la brecha. Mientras que los hombres que ganan $30 mil o más llega al 24%, en el caso de las mujeres alcanza el 15%.
3. Establecimiento de centros de cuidado de niños/as subvencionados por el Estado a través de todo el país. La mujer proletaria y madre soltera constituye el 47% de esa fuerza trabajadora. Estas se ven forzadas a destinar entre el 24% y 30% de su ingreso mensual a la escuela y/o centro de cuido.
4. Socialización del trabajo doméstico. Esta propuesta va de la mano con el punto 2, ya que en la medida en que las trabajadoras se organicen para exigir la creación de empleos en igualdad de condiciones que los hombres, surgirán propuestas construidas por las mismas trabajadoras sobre la distribución de tareas domésticas, que destruyan la concepción burguesa de que las mismas son responsabilidad exclusivamente femenina. El próximo paso es que el Estado asuma, socialice y convierta en empleo remunerado y con todos sus derechos, la gran mayoría de las tareas domesticas.
[1] Departamento del Trabajo y Recursos Humanos de Puerto Rico. 2000-2004.
[2] Informe Mujeres trabajando. Tendencias pr.com. 2005.