¡Presente!
El camarada Agustín fue una persona de muchas facetas. Sintió una profunda hermandad con sus compañeros trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), y su organización laboral, la Unión de Trabajadores de la industria Eléctrica y Riego (UTIER). Fue un comunista dedicado a la refundación de un Partido Comunista revolucionario, que aspiró ayudar a construir y legar a las nuevas generaciones del Siglo 21. Fue además un hombre de familia. Padre, abuelo, bisabuelo, y compañero de otra aguerrida luchadora, la compañera Milagros Rivera.
En esta página iremos acumulando esos recuerdos y memorias, de ese querido camarada y amigo, que usó su vida de trabajador para construir, y enseñarle a las generaciones más jóvenes de proletarios el camino del comunismo revolucionario.
Puede enviarnos [lucha@abayarderojo.org] fotos, comentarios, y notas escritas de sus recuerdos y vivencias, que publicaremos en esta sección.
AGUSTÍN DE JESÚS MONTERO
(21 de marzo 1940 – 14 febrero 2012)
Un trabajador incansable.
Un comunista admirable.
Un ser humano especial.
El mejor de los padres.
El mejor compañero de vida y de lucha.
Conocí a Agustín durante la huelga de la UTIER de 1977; era el Vicepresidente del sindicato y trabajamos juntos en el Comité de Apoyo a la Huelga UTIER-TUAMA. Nunca se me olvidarán sus comentarios a la prensa el 30 de diciembre de 1977, ante la muerte del trabajador Samuel Rodríguez Estrella, quien había sido acusado por el gobierno de actos de sabotaje durante la huelga. Agustín, sin titubeos, se expresó con estas breves y profunda palabras: “me quito el sombrero ante el compañero caído en la lucha y seguiremos su ejemplo hasta la verdadera victoria de la clase obrera. Honor y Gloria para Samuel Rodríguez Estrella.”. De inmediato creamos la consigna “una torre se cayó – ojalá se caigan dos”, esgrimiendo así a la ofensiva el derecho que tienen los trabajadores a utilizar todos los mecanismos de lucha en cualquier conflicto frente al patrono y el gobierno. Esa coincidencia en la lucha de clases marcó nuestras vidas para siempre. Agustín era de pocas palabras, pero siempre precisas, y nunca ocultó sus ideas ni tuvo temor a exponerlas de frente y defendiendo sus principios con fervor revolucionario.

En ese trabajar juntos por un mismo fin y en esa cercanía ideológica, decidimos darnos la oportunidad de convertirnos en pareja. El venía de un matrimonio tradicional y tenía cuatro hijos e hijas, y había estado involucrado posteriormente en otra corta relación algo compleja. Yo era mi propia ruta: firme, militante y libre de pensamiento, comprometida con todas las causas justas que Agustín también abrazaba. Así pudimos estar juntos en la vida y en la lucha durante 34 años, uniéndonos por y para toda causa que fuera a favor del pueblo trabajador y de la solidaridad internacionalista.
Su mayor preocupación política era que el proletariado se organizara para ser el protagonista de las transformaciones radicales necesarias en nuestra sociedad. Le preocupaba también la dispersión de los socialistas y de la clase trabajadora.
Agustín fue el verdadero promotor del Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico. Su defensa de la Revolución Cubana fue consecuente hasta el último día de su vida. Fue fundador del Frente Socialista, de Refundación Comunista, del Partido Comunista de Puerto Rico, del CAOSS y del FASyL. Desde 1965, cuando comenzó a trabajar en la AEE, fue miembro de la UTIER y llegó a ser uno de sus dirigentes principales. Formó parte del equipo de trabajo de Luis Lausell, Carlos Reyes Dávila y José A. Valentín. De igual forma, apoyó siempre a Ricardo Santos y a Ángel Figueroa Jaramillo. Junto a uno de sus hermanos de lucha, el compañero José Rivera, y otros compañeros y compañeras, fundaron el Capítulo de Jubilados de la UTIER, y fue miembro de su Directiva hasta que el Consejo Estatal de la UTIER, en reunión extraordinaria, lo excusó de todos los organismos oficiales de la Unión el 17 de febrero de este año, día en que celebramos su vida en la Funeraria Ehret.
Como parte de la UTIER y de los 502 despedidos por el gobierno de Carlos Romero Barceló, inició una batalla en la calle que contribuyó sustancialmente a que se lograra la gran victoria de la recuperación de la estabilidad de empleo. Pasamos años difíciles, en el aspecto personal, ante la precariedad económica y la angustia de ver cómo valiosos trabajadores se iban deteriorando con el cruel e ilegal despido del gobierno; pero los superamos gracias a nuestras convicciones, a la lucha y a la solidaridad.
Por esos tiempos nació nuestro hijo Carlos David, a quien brindamos todo el amor que pudimos y el ejemplo de que en la vida hay que luchar por el bienestar de la humanidad, dejando atrás los egoísmos e individualismos.

Tuvimos una maravillosa familia extendida: cada Día de Reyes, era impresionante ver las visitas que hacíamos para hacerles llegar los regalos a todos y todas. Luego, cambiamos la tradición de las visitas e hicimos una Casa Abierta en nuestro apartamento para celebrar las tradicionales fiestas y recibir a los hijos y las hijas, los nietos y las nietas, los sobrinos y las sobrinas, y los amigos y las amigas.
Agustín tenía gran admiración por mi madre, Elsa Pérez Encarnación, porque era una gran mujer proletaria y luchadora; igualmente, quería a toda mi familia como parte de esa gran “familia-humanidad” que siempre amamos. Sufría junto a mí los tropiezos de mis sobrinos y disfrutaba sus logros.

Siempre creímos que la mejor aportación que podíamos hacer a nuestras familias era luchar por una mejor sociedad, y que el amor que sentíamos por ellos tenía que ser reflejo del amor que sentíamos por la humanidad, amándolos así de manera desprendida y desinteresada siempre.
Por sus hijos e hijas sentía el amor más profundo y el mayor de los respetos; por ello, prefirió ser un amigo para ser un mejor padre.
Como compañero de vida se ganó mi amor eterno. Siempre estuvimos juntos y nunca me dejó sola. Agustín está y estará presente en cada actividad y en cada camino que debo recorrer, así como en nuestras familias, amistades, compañeros y compañeras de lucha. En cada abrazo que me dan siento el abrazo de Agustín; en cada gesto solidario recibido está el ser humano extraordinario que siempre fue; en cada lucha obrera perviven su compromiso y su firmeza.
AGUSTÍN, SEGUIRÁS VIVO EN LA LUCHA… y, como dice el poema: (…) y en la calle codo a codo somos muchos más que dos. (…)
LA HUMANIDAD VENCERÁ.
Milagros Rivera
Compañera de lucha y de vida
8 de abril de 2012
TESTIMONIOS SOBRE AGUSTÍN COMO PADRE
Michelín- “Eres el mejor de los hombres…”
Michel – “Quizás el mejor de los hombres no sea un buen padre.”
Michelín- “Es más difícil ser el mejor hombre…”
— Un niño azul para esa sombra por René Marqués
El mejor de los hombres… el mejor de los padres…
Rosa Isabel de Jesús Concepción
Cuando pienso en mi padre, Agustín De Jesús Montero, no puedo evitar admirarle en todas sus facetas. Papi quedo huérfano antes de los cinco años, tuvo una infancia accidentada y según cuentan, no tan amorosa. Fue a la escuela, pero en su evolución como ser humano fue autodidacta. No se quiso conformar con lo que la vida le imponía, aun más, no quiso que el resto de la humanidad se allanara a las pretensiones de unos pocos. Luchó toda su vida, sin importar el costo ni el sacrificio requerido. No el costo económico, sino el costo emocional, ese costo que conlleva la falta de entendimiento de aquellos a quienes amaba pero que no podíamos entender todo lo que restaba por hacer. Aquellos que no entendimos en su momento que había que seguir adelantando causas, abriendo los ojos del resto de la humanidad, porque también a ellos tuvo la capacidad de amar. Siempre decía que tenía fe en la humanidad, yo le replicaba de dónde sacaba esa idea. No, muchas veces no entendí su capacidad de amar.
Siempre he vivido orgullosa de mi padre. Su pérdida, quebranta mi corazón, pero de una manera inusual, que duele, pero a la vez llena, porque reconozco fue una vida vivida a plenitud. No le falló a sus hijos, no le falló a su gente, no le falló a la humanidad y nos deja a todos claramente de pie ante un gran cuestionamiento: ¿Y qué he hecho yo? ¿Y qué haré de ahora en adelante?
A veces nos preocupamos tanto por ser buenos padres y olvidamos que el mejor ejemplo se da en vivencias. La verdad, nunca percibí esa preocupación en mi padre, tenía la certeza de que el tiempo nos haría entender que el mejor de los hombres es el mejor de los padres.
Gracias Papi… Te amo
Testimonio de Hilda de Jesús Concepción
Pensando y recordando cómo era mi padre, me doy cuenta de que heredé muchísimo de su personalidad. Es decir, éramos tan diferentes pero a la misma vez tan parecidos. Cuántas veces no estuvimos sentados uno al lado del otro y solo se escuchaba el silencio. Apenas hablábamos pero ahí estábamos, conectados el uno con el otro de una manera especial. Siempre que tuve algún problema, bastaba que le dijera y él estaba ahí para mí. Nunca me negó nada, nunca me juzgó ni criticó mis acciones o decisiones tomadas. Sólo me aconsejaba y siempre me alertaba sobre las posibles consecuencias de tomar un camino o el otro, apoyándome y respetando en todo momento mi decisión final. Así era mi padre, un ser excepcional, sabio, justo, noble, comprensivo, fuerte y a la vez sensible, que poseía un gran sentido del humor y sobre todo y hasta el último momento de su vida fue un valiente guerrero. Siempre lo admiraré por cuanto fue, por cuanto hizo y por su gran sentido de humanidad. Gracias padre mío por los valores que me inculcaste y porque gran parte de lo que soy hoy te lo debo a ti. Siempre te amaré y siempre vivirás en mi corazón.
Desde Texas…
Jorge Iván de Jesús Concepción
Papi supo señalar siempre el horizonte con optimismo y confianza. Siempre fue un hombre sabio: cuando me equivocaba, me ayudaba; cuando dudaba, me aconsejaba, y siempre que lo llamaba estaba a mi lado. Para mi padre nunca hubo distancias ni cosas inalcanzables, y para él la palabra imposible no existía. Por eso nunca dudé de que tenía un buen padre.
“Padres buenos hay muchos… Buenos padres hay pocos. No es difícil ser un padre bueno. En cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre. El padre bueno hace la voluntad del hijo ahorrándoles esfuerzos y responsabilidades … El buen padre templa el carácter de su hijo llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo. Y así, el padre bueno llega a viejo decepcionado y tardíamente arrepentido… mientras que el buen padre crece en años respetado, querido y es, a la larga, comprendido”.
Un luchador ejemplar
Carlos David
Mi padre fue un luchador ejemplar. Me brindó y aún me brinda mucha inspiración y alegría. Siempre estaba atento y consciente del bienestar de su familia. Creo que para él esta iba más allá de los lazos de sangre y las fronteras.
Siempre era crítico de la realidad y optimista ante el futuro de la humanidad, como todo gran revolucionario. Recuerdo haber tenido largas discusiones con él sobre diversas situaciones nacionales e internacionales, y siempre recalcaba la necesidad de educarse y organizarse como clase trabajadora , no tan solo para combatir las injusticias que confrontamos en el sistema capitalista, sino para tomar el poder y construir el socialismo.
Con el mismo esfuerzo que dedicó durante su vida a luchar por un mundo más justo, entiendo que nos amó a todos y a todas, siempre tratando de aportar su granito de arena para que fuésemos seres humanos íntegros, responsables, felices, libres y conscientes de nuestras acciones en la vida.
Siempre demostró poseer un buen sentido del humor y estuvo dispuesto a dar la mano a quien lo necesitara sin esperar nada a cambio… sin protagonismos ni actitudes sectarias. Realmente su vida es un ejemplo difícil de reducir a lo que aquí escriba.
Solo puedo decir, como su hijo, que su ejemplo de vida es digno de ser emulado, que lo amé en vida y aún lo amo en mis recuerdos; pero, más allá de esto, si alguna meta tengo en esta vida es lograr amar de la manera que el amó.
A mi Padre, de Ertel
AGUSTÍN DE JESÚS MONTERO:
TRABAJADOR, COMPAÑERO, MILITANTE, DIRIGENTE OBRERO.
A finales de la década de los sesenta, Agustín se inició en la lucha sindical, formando parte de lo que se conocía como “El Equipo de Trabajo” en la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER). Este Equipo de Trabajo tenía entre sus miembros a “Mónico” Nazario, Luis Lausell, Ramón Calderín y varios otros compañeros militantes del sindicato.
Agustín, junto al “Equipo de Trabajo”, dieron una ardua batalla para democratizar la Unión. Impulsaron y lograron reformar la Constitución (Reglamento UTIER) estableciendo la participación de la matrícula en todas las instancias decisionales del sindicato. Fomentaron la educación sindical y política, desarrollando cuadros dirigentes que le han dado a este sindicato y al movimiento obrero puertorriqueño, grandes aportaciones.
Para quienes tuvimos el privilegio de compartir muchas de sus luchas, su partida representa una enorme pérdida. Agustín estableció los índices de comparación para medir el compromiso, la consistencia, la entrega, la responsabilidad, la organización, la honradez, la solidaridad, el compañerismo, el respeto, en fin, todas las cualidades que deben poseer quienes aspiramos a la transformación de la sociedad en que vivimos. Fue un privilegio compartir sus enseñanzas y su ejemplo, revestido siempre de nobleza y de inigualable humildad. Eso sí, jamás dejó de ser humilde y respetuoso cuando defendía, con la mayor firmezas e insistencia sus ideas, sus convicciones e impulsara su visión organizativa de la lucha obrera.
Como trabajador, compañero, militante y dirigente obrero siempre estuvo y estará presente. Donde quiera que se reúnan mujeres y hombres, dispuestos a luchar por la construcción de un mundo mejor, no importa en qué lugar del planeta que habitamos, ahí estará Agustín, con su camiseta roja y agarrando la pancarta: Socialismo, Única Alternativa.
Abril 2012
José Rivera Rivera
Dirigente UTIER y del Frente Socialista
El camarada Agustín fue una persona de muchas facetas. Sintió una profunda hermandad con sus compañeros trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), y su organización laboral, la Unión de Trabajadores de la industria Eléctrica y Riego (UTIER). Fue un comunista dedicado a la refundación de un Partido Comunista revolucionario, que aspiró ayudar a construir y legal a las nuevas generaciones del Siglo 21. Fue además un hombre de familia. Padre, abuelo, bisabuelo, y compañero de otra aguerrida luchadora, la compañera Milagros Rivera.
José M. (Pepe) Escoda
Solo un recordatorio de una cualidad particular de Agustín: Estaba dispuesto a hacer el trabajo engorroso, fastidioso y nada llamativo de llevar actas y finanzas de una organización. Y no solo estaba dispuesto a hacerlo con excelencia, sino que cuando él lo hacía, nadie impugnaba la claridad de su trabajo… Y eso es IMPRESCINDIBLE pa poder trabajar con otra gente, sin gente como Agustín no hay forma de organizar un proceso revolucionario.