A la memoria de Alicia Soto Irizarry
(28/3/2011- 3/9/2011)
Por Dora Irizarry
“¡Ninguno va a legislar por la sindicalización de las trabajadoras domésticas! ¡Ninguno va a luchar por los derechos de la mujer trabajadora!” exclamó Ramona Peña, madre soltera de tres hijos y operadora de una fábrica, en la campaña electoral (2008) “Ninguno pa’ Gobernador”, del colectivo de teatro político Papel Machete. Este personaje encarnado por la artista y fotógrafa Michel Collado, simbolizó la historia real de miles de trabajadoras en Puerto Rico. Para ella su fotografía “se compone de imágenes tomadas en momentos de lucha del pueblo oprimido, como un ejercicio para perpetuar la memoria.” Su trabajo artístico está relacionado a movilizaciones sociales y campañas sobre la mujer. Opina que el arte le permite al público tomar posiciones: “creo que debemos insertarnos más en el trabajo de base, para reclamar en la práctica nuestros derechos.”
El arte transgresor de La Juntilla X es un junte de mujeres y hombres solidarios con una causa X. Zuly García nos cuenta que cansadas de las injusticias y de las típicas formas de reclamar, se dedicaron a las protestas creativas, para provocar. “Si la gente habla de nuestras acciones, habla del problema X, podría incidir en un proceso de pensamiento crítico.” Hay un elemento importante que caracteriza a La Juntilla X. Dice García, “trabajamos y coordinamos desde el clandestinaje y la conspiración. Parte de afectar la cotidianidad es el elemento sorpresa.”
Desde los espacios de equidad, Lourdes Santiago de Radio Huelga comenta que este proyecto (mayo 2010) surge del movimiento estudiantil universitario, con ideas intolerantes al sexismo, racismo, homofobia, colonialismo, entre otras formas de opresión. Como medio radial “nos reafirmamos en esta política ejerciendo una estructura horizontal, donde tod@s tenemos tareas distintas pero balanceadas. Hombres y mujeres son por igual productores(as), locutores(as), editor(as), colaboradores(as) y foto-periodistas.”
Sobre la invisibilidad en el arte dentro de la sociedad puertorriqueña, nos comenta la cantora, Ivania Zayas, “como mujer en un mundo asumido por hombres en el cual se ha intentado a lo largo de nuestra historia “invisibilizar” la aportación de las mujeres en todas las áreas imaginables… el poseer talento en algunos instrumentos o ejecutarlos de cierta manera te puede ganar el adjetivo de “masculina”. Por otro lado, la cantante de hip hop revolucionario Lady M (Monica Morales), quien es viequense y pertenece al grupo musical MC NATRA, comentó: “…pienso que la situación actual de la mujer en el hip hop de conciencia en Puerto Rico es de poca participación. Optan por irse al género del reggaeton donde son más escuchadas, por lo difícil es ser aceptadas por los prejuicios en la sociedad.” Añade: “necesitan unas cuantas valientes que no tengan miedo a expresarse tanto social como políticamente, que rompan con los estereotipos y el rechazo… y que reconozcan que ellas tienen el poder de cambiar esto con sus letras y su perseverancia, que sepan que la música es un arma poderosa de expresión.”
La escultora Marian Rodríguez, apunta que “históricamente, este medio… ha sido definido como masculino, por lo que muchas de nuestras artistas, decidieron sacar el arte de los museos hacia los espacios públicos.” Por otro lado, Mary Anne Hopgood nos comenta de la lucha que dieron las mujeres de Santurce por evitar la expropiación de sus comunidades y del Museo del Barrio. A pesar de la expropiación, “las mujeres aprendieron a salir del anonimato y hacerse visibles, tomando los micrófonos, organizando y gritando consignas.” Así, la unión y el intercambio entre residentes y artistas propició una experiencia transformadora.
La Presidenta de la Asociación de Historiadores, Evelyn Vélez, argumenta que la historia oficial forma parte del aparato ideológico del estado en su función de (re)crear y (re)presentar la historia desde el poder y lo masculino. Instaurada por los poderosos, estos controlan las condiciones materiales y dictan el discurso oficial del devenir histórico de los pueblos. Buscan perpetuar el estado, legitimar sus acciones y la supremacía de la superestructura desde la producción cultural. En el discurso del poder no hay espacio para el subalterno (subordinado por su clase, casta, edad, género, etc.) Las mujeres somos subalterno por nuestra realidad y condición de género. Somos así, excluidas de las esferas de poder. Tomar conciencia de la subalternidad, es rescatar y reconstruir la historia colectiva, no desde el poder, sino contra el poder. Rescatar los espacios desde un discurso y una perspectiva de género, con el objetivo de reivindicar nuestras luchas como mujeres trabajadoras, debe ser una responsabilidad de historiadoras e historiadores.