Por Violeta Azurduy
Como un corolario nefasto a la trayectoria de despojo que ha sufrido el país en lo que va de estos últimos años -mediante el cierre de empleos, el desmantelamiento de las instituciones culturales y educativas, la privatización y destrucción de los recursos naturales en aras del lucro de capitalistas del patio y ajenos- se cierne sobre nosotros un plan que ya está en marcha, cuya aprobación dudosa pone también de manifiesto que no se necesita consultar al pueblo para imponerle esquemas de saqueo. Nos referimos a la instalación de la Finca de Viento de Santa Isabel, proyecto de “desarrollo” cuya legalidad radica en gestiones de trastienda similares a las del Gasoducto de la Muerte, y con la misma agencia: la AEE.
Dicha agencia ha firmado un acuerdo de compra de electricidad por veinte años y cerca de $356 millones de dólares con la empresa Pattern Energy Group, para comprarle a 12.5 centavos el kilovatio/ hora (caro y nada distinto de lo que cuesta hacerlo con petróleo). Pattern instala parques eólicos dentro y fuera de los EE.UU. EL contrato y la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA-P) se dieron por el clásico “fast track”, modelo típico de procedimiento leguleyo que implica siempre el enajenamiento de los afectados y el impedimento de participación de los científicos competentes que podrían ejercer una crítica objetiva del proyecto. Éste impactaría cerca de 10,000 cuerdas de terreno cultivable en la zona más productiva agrícola de la Isla, que suple cerca del 40% de toda la producción anual. Además, se asentaría sobre el deteriorado acuífero del Sur, que abastece el 31% de toda el agua que se consume en esta zona, y que ha llegado a un estado crítico de insuficiencia.
Tal como planteado, conlleva la instalación de 65 turbinas cuya altura podría alcanzar entre 300 y 400 pies (tomando en cuenta la base), con no menos de una milla de diámetro de área reservada entre una y otra. Para instalar las turbinas, se requiere de maquinaria pesada -grúas de más de mil toneladas cada una- remoción y destrucción irreversible de terreno para hacer caminos por donde transportar las turbinas, el equipo, etc. Y, por si fuera poco, la instalación de toneladas de cablería eléctrica soterrada para la conexión y circulación de energía eléctrica de las turbinas. Esto resulta muy preocupante, ya que la zona cuenta con un entramado de tubería que suministra agua por goteo a los cultivos, pero esto no parece ser importante para la empresa desarrollista que, al parecer, pretende disponer de forma monopolista los recursos, tanto del agua como de la tierra. A preguntas sobre estas preocupaciones y otras, el alcalde de Santa Isabel, Enrique Questell, dijo: “A los alcaldes les hablas de millones, y enseñan todos los dientes”, parece que refiriéndose a sí mismo.
Al revisar “a vuelo de pájaro” la DIA sometida por la empresa, salta a la vista su falta de cientificidad, la ausencia de datos constatables, la no mención de instrumentos científicos de medición, así como la falta de criterios científicos que sostengan la poca data que menciona. ¡Es una DIA típica de encargo! Justo como las que acostumbra presentar esta administración para “proyectos de desarrollo”, como el del Gasoducto de la Muerte. Pero si la ausencia de estos criterios fuera alarmante, también es impactante la cantidad de falsedades y medias verdades que presenta, algunas al grado del ridículo, por la manera en que subestima la inteligencia del lector. Veamos:
En lo concerniente a la contaminación por ruido, establece que las comunidades se verían afectadas por este tipo de contaminación por un “corto período de tiempo de seis meses a un año”. Supuestamente, el pico de ruido ocurriría durante el período de construcción. Para argumentar que el impacto sería mínimo, presenta la “valiosa muestra” de medición de dos períodos de treinta minutos cada uno en el área de mayor impacto a las comunidades. Y para colmo, plantea que ya existen unos niveles de ruido que repercuten en la calidad de vida de estas comunidades, producidos por coquíes, insectos, y el paso de vehículos. Ni se molesta en medir dichos niveles para entonces medir el incremento de ruido con la construcción y las turbinas, lo que demuestra una falta crasa de cientificismo.
La Coalición Anti Ruido de Puerto Rico sometió una petición de reconsideración en diciembre a la JCA de la DIA –ya aprobada- por ser deficiente y violatoria de los parámetros requeridos por la Ley 416 de 2004 sobre Política Pública Ambiental y la ley norteamericana denominada Noise Control Act, de 1972. La CAR-PR denuncia que la DIA, arbitrariamente asegura que las zonas analizadas son de mayor ruido que las de las turbinas y que el “ruido de fondo” excede los niveles reglamentarios de la JCA, pero sirve de amortiguador del ruido de la construcción. Y con dos muestras de 30 minutos cada una, pretende establecer un parámetro estadístico, que, en palabras de miembros de la CAR-PR, ¡no pasaría el cedazo de una feria científica escolar!
Respecto de la remoción de tierra fértil, incurre en grave inconsistencia al asegurar que el total de cuerdas afectadas luego de todo el proceso de construcción sería de sólo 21, como si sólo contara el espacio donde ubica físicamente cada turbina. Cada torre –de una altura similar a la de un edificio de 40 pisos- tendría una base de 20 a 30 pies enclavada en el subsuelo, justo donde se sitúa el acuífero. Cabe decir que en Santa Isabel, prácticamente toda el agua que se usa para cultivo es subterránea. La DIA asegura que Pattern Energy, ¡restauraría las tierras a su estado original! ¿Acaso es eso creíble, al saber que la remoción de miles de metros cúbicos de tierra fértil para hacer hoyos monumentales y rellenar con toneladas de cemento podría hacer posible revertir el daño? Obviamente, no.
Al comparar esta DIA con documentales propuestos para el parque ecológico de Osório, en Rio Grande do Sul, Brasil, no nos queda duda de que ésta es insuficiente y dice más por omisión que por lo que expresa. El parque de Brasil contiene 75 turbinas, sólo diez más que el de Santa Isabel. Sin embargo, geomorfólogos midieron la confluencia de vientos y explicaron científicamente la recurrencia de las corrientes, argumentando de este modo la decisión de colocar el parque en ese sitio. Tales consideraciones brillan por su ausencia en esta DIA.
La zona agrícola del sur es sumamente importante por sus valles, que permiten la disposición de siembras irrigadas por sistemas de goteo. Santa Isabel ocupa el tercer lugar en importancia productiva, luego de Ponce y Coamo. Para esta zona se ha implementado un recurso ecoturístico llamado la Ruta Agrícola de Salinas a Ponce. Su relevancia es tal, que cerca de cinco mil trabajadores agrícolas laboran y se ganan su sustento en las temporadas de mayor producción. El proyecto de Pattern Energy atenta contra la estabilidad laboral de la zona, ya que reduciría dramáticamente la cantidad de tierra para cultivarse. En la DIA se evidencia otra falacia fundamental cuando asevera que creará empleos para trabajadores agrícolas en el período de menor productividad. Queda desmentida por sus propios datos cuando informa que se contratarán cerca de 150 trabajadores durante el período de construcción, mientras que, una vez finalizada esta, sólo se requerirá de ocho empleados especializados para operar todo el sistema. ¿A quién pretenden engañar? Igualmente argumenta que la reclasificación de estos terrenos en el reglamento de la Junta de Planificación protegerá su uso agrícola, ya que no podrá utilizarse para otros fines.
La naturaleza misma de la estructura de este proyecto nos hace pensar que realmente no es compatible con el tipo de agricultura que se da en esta zona. Uno de los seudoargumentos de la gerencia de Pattern es que los parques eólicos que implanta permiten el desarrollo agrícola extenso. Esto es cierto en cuanto que el tipo de cultivo que suele realizarse bajo este tipo de finca eólica es el del monocultivo a gran escala de maíz y soja (por lo general, transgénicos). Este modelo agrícola implica un neocolonialismo agrícola industrial, tomando como referente el monocultivo cañero- con los mismos parámetros de explotación de la tierra y la marginación de agricultores nativos que aplican técnicas de cultivo orgánico o se aproximan a éste. Por tanto, la presencia de empresas multinacionales de cultivo transgénico como Monsanto y Mycogen en esta zona hacen pensar en la posibilidad de intenciones veladas del Gobierno de favorecer a las multinacionales en detrimento de productores locales. Al considerar la naturaleza perniciosa de este tipo de cultivo –por la grave amenaza a la biodiversidad nativa, la contaminación con genes manipulados, con pesticidas altamente tóxicos, como el Round-Up, la devastación que plantea el monocultivo, y la capitalización de los recursos en manos de accionistas mayoritariamente extranjeros- pone nuevamente de manifiesto el tipo de modelo económico de dependencia que pretende extender y perpetuar el capital, particularmente los accionistas de Wall Street, con apoyo de la burguesía colonial.
En un momento cuando la crisis alimentaria se perfila como catastrófica en el futuro inmediato, y que Puerto Rico importa el 85% de los alimentos que consume, este modelo es contrario y nefasto para alcanzar la autosuficiencia alimentaria. No sólo erosiona los cimientos de lo que con sacrificio se ha podido lograr, sino que erradicaría las posibilidades de encaminarnos a ella.
En declaraciones públicas, Pattern Energy ha expresado su intención de crear parques más amplios en Puerto Rico, “tres o cuatro veces más grandes”, lo que resulta amenazante al considerar lo antes expuesto.
El problema no se concentra en que se va a construir un parque eólico. Éste se centra en el lugar escogido para hacerlo. Al igual que con el parque de Guayanilla propuesto por el proyecto Windmar, se ha escogido una zona altamente sensitiva y necesaria, por ser recurso insustituible para la autosuficiencia ecológica y alimentaria. Sabemos que la llamada “crisis energética” que plantea la administración de Fortuño en realidad no existe del modo que alega, pues Puerto Rico no tiene una demanda grande de energía para la producción, ya que no produce prácticamente nada, y el Estado se propone vender energía eléctrica a República Dominicana, lo que hace razonar que se trata de un negocio lucrativo –para la burguesía nativa y extranjera- pues si hubiera tal déficit no estarían pensando en suministrar energía a otros países. Los parques eólicos, bien situados, son excelentes recursos energéticos.
Una mirada a la Web permite apreciar que donde se sitúa un parque de este tipo, no hay comunidades residenciales. A lo sumo, tal vez ganado, y sí amplias extensiones de terreno cultivado de productos agrícolas que no requieren cuidado directo, como en el caso de los cultivos de hortalizas de la zona sur, que sí lo necesitan constantemente por parte de los agricultores. Esto es así porque los parques eólicos conllevan riesgos a la salud y seguridad de la vida circundante. Baste mencionar algunos de sus potenciales peligros: incendios de turbinas, cortocircuitos e inestabilidad durante tormentas eléctricas, parpadeo continuo de luz y sombra, ruido, derrames de aceite, daño irreversible a tierras agrícolas, daño a especies, particularmente a aves migratorias, grandes subvenciones del gobierno, incremento del costo de la luz, fragmentación del hábitat, desertificación. Por tanto, la ponderación sobre su colocación requiere pensarse con mucho cuidado, y no es admisible improvisar al respecto. En Puerto Rico, hay otras regiones adecuadas para su instalación que no implicarían tanto daño, como son los terrenos de la Corco, y los de la antigua base Roosevelt Roads. Colocar este proyecto en una zona agrícola tan importante no sólo resulta descabellado: ¡resulta sospechoso! ¿Acaso se pretende acabar con toda posibilidad de autosuficiencia del pueblo puertorriqueño?
La defensa de nuestros terrenos agrícolas requiere de la participación de todos los sectores. Nuestra sobrevivencia como pueblo depende de que hagamos uso racional y sensato de nuestros recursos. Las administraciones de turno sólo han dilapidado y especulado con los recursos, con miras a facilitar el enriquecimiento de una clase dominante que se lucra a distancia y ni siquiera radica en la Isla ni pretende aportar a ella. Al igual que con el Gasoducto de la Muerte, vemos tras bastidores a quienes articulan desde la metrópoli todo el andamiaje de títeres que les facilitan los “proyectos de desarrollo” para garantizarles y garantizarse una cuota onerosa en detrimento de la vida y la salud pública. No permitamos que nos quiten lo poco que han dejado luego del saqueo secular que ha sufrido Puerto Rico. En vista del deterioro de todas las instituciones y de la crisis moral que atraviesa nuestro pueblo, es nuestra responsabilidad salvar el camino hacia una recuperación genuina de nuestros valores y recursos, incorporándonos a la lucha y dando ejemplo participativo, por nuestras nuevas generaciones.
A continuación, Abayarde Rojo presenta la entrevista realizada al Sr. Javier González Carmona, agrónomo y ex director del Colegio de Agrónomos de Puerto Rico, del distrito Sur:
AR. ¿Qué opina usted sobre la DIA de la Finca Eólica publicada en Internet? ¿Cree usted que está bien argumentada/sostenida en datos?
JGC: Nosotros creemos que hay que producir energía de fuente eólica, pero que no lo hagan en las tierras más productivas de Puerto Rico, como lo es Santa Isabel, que tiene las tierras más productivas. El municipio que más comida produce es SI, y entonces sembrarlo de concreto y acero para construir los molinos, pues realmente es como desvestir a un santo para vestir a otro. Tenemos que comer, y la tierra agrícola es para producir comida, no para producir electricidad. Hay otros lugares en Puerto Rico donde desarrollar esto, la Corco, donde ya se industrializó, en lugar de experimentar con una tecnología nueva, no conocida en Puerto Rico, en sitios no adecuados. Nosotros sugerimos la Corco, Roosevelt Roads…
AR: O sea que, en realidad, hay otra alternativas… Por Internet, esta empresa publicó la DIA que sometió. ¿Qué cree usted de esta DIA? ¿Está bien argumentada? ¿Se sostiene en datos?
JGC: No, mira, no hay compatibilidad. Las fincas eólicas son compatibles con cultivos extensivos, cultivos extensivos como el del maíz allá, en EE.UU., en el Corn Belt, en grandes extensiones, o como los de Alemania o en Francia, en Europa, donde el agricultor siembra en primavera y recoge en otoño. Aquí no; esos molinos estarían sobre cultivos intensivos, que es el tipo de cultivo de los agricultores de Santa Isabel. Entonces, no es compatible con la agricultura intensiva, sino extensiva. Nosotros trabajamos en hortalizas en Santa Isabel. Otra cosa, éste es el primer proyecto del mundo en el que se van a “sembrar” molinos de viento sobre hortalizas. Nosotros no sabemos ni conocemos los efectos a largo plazo que pueda tener este proyecto sobre los cultivos. Esos molinos son de 400 pies de alto. No hay edificios en Puerto Rico de esa altura, que sería el equivalente. Esto crea un parpadeo, con un efecto de discoteca. Este efecto se mide por horas al año, el tiempo en el que se está expuesto a él. Es como estar en un cuarto, bajo un abanico con luz, prendido, parpadeando. Los países no permiten que el tiempo de exposición de una persona exceda más de treinta horas al año. En este proyecto de Santa Isabel, los trabajadores agrícolas tendrían que estar 150 horas al año expuestos a este efecto, porque es un tipo de agricultura intensiva, nosotros trabajamos en el campo directamente todo el tiempo. Sí hay unas temporadas de receso o baja, pero casi todo el año se siembra en Puerto Rico. En verano tenemos cucurbitáceas, ya que aguantan un poquito más las temperaturas altas., la calabaza, el melón…Entonces, vamos a tener a gente expuesta a este efecto continua de luz y sombra. Mira, tú vas a Google y buscas parques eólicos en la computadora, y en esos proyectos se observa que no hay nada abajo, ninguna persona. O hay ganado, o hay maíz sembrado, o simplemente es desierto, áreas que no son productivas.
AR: La CAR-PR sometió una petición de reconsideración de la DIA presentada por Pattern a la JCA, argumentando que es acientífica porque no presenta parámetros científicos por los cuales se midan los niveles de ruido en decibeles que pueden afectar a las comunidades aledañas.
JGC: De hecho, aquí hay cinco comunidades que se van a ver afectadas por efecto parpadeo y el ruido, que son la comunidad de Descalabrado, la comunidad de Paso Seco, el barrio Hoya de Santa Isabel, el Camino de Cayures, el barrio Jauca de Santa Isabel, y no es que por gente humilde que se gana la vida en la agricultura que el Gobierno meta un proyecto como éste que afecte su calidad de vida, que nadie habla sobre esto…
AR: Es precisamente lo que Abayarde Rojo se propone: llevar conciencia a las personas, porque nosotros sabemos que la cuenca hidrográfica de esa zona provee el 31% de toda el agua potable que se consume en la zona sur. ¿Qué pasaría con el agua?
JGC: La única fuente de agua de Santa Isabel es subterránea, el acuífero. Ya el Departamento de Geología federal, que es el que toma muestras y datos del acuífero, y el DRNA, han informado que éste no aguanta más, que está en estado crítico; se saca más agua del acuífero de la que llega a él, ¡nos vamos a quedar sin agua!
AR: Eso implicaría que la empresa Pattern dispondría del agua según su criterio…
JGC: Sí, y no sólo eso, va a hincar bases de molinos a 25 pies o 30 pies de profundidad, lo que puede afectar severamente al acuífero. Va a pasar maquinaria pesada de miles de toneladas, y va a instalar 29 millas de cables de líneas soterradas. Actualmente, hay un sistema de riego por goteo que maximiza el uso del recurso del acuífero, porque se trata de gotitas que suplen agua a la raíz de cada planta, entonces esos tubos están enterrados, como un espagueti que lleva agua a las plantas, y este modelo de cablería eléctrica no es compatible con el existente de riego, porque tienen que soterrar 29 millas de cables de alta tensión. Van a romper y destruir la estructura para producir comida.
AR: Además de ser muy peligroso…
JGC: Sí, y en estas tierras hay cuatro condiciones que son insustituibles para que sean agrícolas, que son esenciales, son sagradas, no se tocan: Una, son fértiles; dos, hay agua; tres, hay mano de obra, y cuatro, el clima; porque tú puedes tener las primeras tres pero si te falta la cuarta ya no puedes cultivar, porque, por ejemplo, si está lloviendo, si se dañan las cosechas por lluvia, no sirve. Nosotros tenemos una tierra única, que debemos proteger para el futuro de esta patria. Si la dañamos, nos vamos a quedar sin alimento.
AR: Parece que entonces ellos podrían canalizar el agua según sus necesidades…
JGC: No, no, eso no va a pasar; eso no puede pasar. Serían 65 molinos, por tanto 65 rotos gigantes, removiendo miles o millones de metros cúbicos de tierra fértil, para luego rellenar con concreto. De nuevo, repito, hay cientos de sitios menos importantes dónde plantar el proyecto. Sitios que podrían ser menos impactados, pero no toman en cuenta a las comunidades.
AR: No le parece extraño que hayan decidido imponer este proyecto justo en zona agrícola puertorriqueña, en un momento en que la dependencia es cada vez mayor, de la importación de alimentos, esto definitivamente nos aleja de una ruta de autosuficiencia alimentaria, no es de sentido común…
El otro día pasaron un documental sobre el parque eólico que van a implantar en Rio Grande do Sul en Brasil y éste sólo tiene diez turbinas más que el de Santa Isabel…
JGC: Mira, la tierra de Guánica, de Juana Díaz, de Santa Isabel, no se puede sustituir. Este proyecto sí se puede sustituir o se puede relocalizar. La tierra fértil no se puede relocalizar. Nosotros nos oponemos a este proyecto por nuestra seguridad alimentaria, punto. Estas tierras son para producir alimento, comida. En un artículo que yo estaba leyendo publicado por el gobierno británico se afirmaba que en los próximos 20 años habría que producir 40% más alimentos que ahora para sobrevivir. Si no, no hay comida para la gente. Nosotros debemos proteger esta tierra, para sobrevivir. Lo que pasa es que la ATPR le cedió la tierra a esta empresa, porque a ésta le pareció adecuada por ser valle, la vio llanita, y claro, así es más fácil, construir, en tierra llana, sin accidentes, ¡así cualquiera!
AR: Exacto, donde no tengan que invertir tanto en remover, en aplanar o nivelar el terreno… Ahora, por otro lado, es preocupante lo que pasaría con el proyecto que ustedes tienen, el proyecto ecoturístico de la Ruta Agrícola de Salinas a Ponce, temo que se perdería…
JGC: Al contrario, al contrario…hay que trabajar más, hay que …este año se está apoyando, se está promocionando…Al revés, hay que mostrarlo, ¡y ya los tomates salieron! Se están cosechando las 720 cuerdas de tomate de Santa Isabel, que también se verían impactadas… Ya empezó la cosecha para que los puertorriqueños consuman el tomate de aquí. Empezaron a cosecharse los pimientos también. La cebolla…empieza ahora a cosecharse, el 15 de febrero, aproximadamente, empieza la siembra de cebolla, y también se siembra y se cosecha melón y calabaza, berenjena, y pepinillo… pa’ que lo menciones, que aquí se produce…Es importante empezar a educar sobre que en este país se produce comida, la comida no crece en el supermercado.
AR: Pattern alega que cuando más trabajadores agrícolas hay en el pico de siembra hay 2,500 personas, y que en baja hay cerca de 800; y que la empresa va a generar más empleos que éstos en períodos de baja producción.
JGC: Mira, cuando esté en construcción el proyecto, tendrá 150, y cuando termina, tendrá sólo ocho personas, en el momento de operación, que es la cantidad que se requiere para operar todo el sistema, y lo dice la misma DIA, está contenido en ella; y lo más seguro es que no sean de Santa Isabel. Ocho personas corren los 65.
AR: También se observa otra contradicción, que le mencioné antes, sobre la cantidad de cuerdas que este proyecto impactaría. Ellos alegan la cifra ridícula de 21 en total terminado el proyecto, pero mencionan también de dos mil a tres mil en el período de construcción. Algunos artículos sobre este tema afirman que llegan a 10 mil las cuerdas.
JGC: Lo que pasa es que ellos no están contando con todos los caminos nuevos que van a hacer sobre terrenos agrícolas. Son aproximadamente 2,700, pero al hacer caminos, rutas de transporte de maquinaria, edificaciones accesorias, pueden ser más. Sin embargo, lo otro es que ellos se guardan, “en la letra chiquita”, un área de 5,280 pies de reserva alrededor de cada molino, un área de una milla completa, en la que nadie puede intervenir, por la instalación eléctrica, que se puede afectar. Si les afecta la producción agrícola, ellos te pueden decir, “mira, tú no puedes hacer esa práctica porque afecta la operación de molino”.
AR: Entonces, ellos deciden cómo se utiliza el recurso en función de su conveniencia.
JGC: Sí. Mira, no podemos dejar un recurso tan importante en manos ajenas, porque en la preservación de ese recurso nos va la vida. Este recurso no es intercambiable. Ese proyecto sí se puede relocalizar.
AR: De hecho, podrían localizarlo en la zona de tiro de Vieques, que es muy amplia, pero ellos saben que allí todavía hay bombas… ¡Claro que no se van a meter allí!