

Los estudiantes del Recinto de Mayagüez se unieron a la vigilia de todos los recintos en una muestra más de la unidad del movimiento estudiantil de todo el sistema universitario. La administración colonial de Luis Fortuño pretende mantener la Universidad del Pueblo en estado de sitio. La provocadora invasión de la Policía dentro del campus universitario no ha hecho otra cosa que unir al estudiantado, promover la resistencia de las organizaciones laborales docentes y no docentes, y radicalizar una generación de jóvenes que se unirán muy pronto a diferentes niveles de la lucha antiimperialista de Puerto Rico y las Antillas. ¡11 recintos una UPR!
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Terminamos con este poema de un mayagüezano heroico (“Se llega más pronto a la meta de pie que de rodillas.”)
No merecen perdones
Hay abusos imperdonables
que ni Dios podría perdonar
y bien merecen los culpables
que no quede impune su maldad.
Que sus abusos los he visto
contra los universitarios
que luchan a brazo partido
por poder seguir estudiando.
He visto niños macaneados
en la cara y en la cabeza
en el suelo pisoteados
cegados por el gas pimienta.
Apretados por la yugular
y por sus partes más íntimas
por una policía criminal
serviles de la burguesía.
Serviles de los saqueadores,
de la claque parasitaria
serviles de los invasores
que los convierte en sátrapas.
Y mientras se sacan la bestia
manipulados desde arriba
al pueblo que los alimenta
le pagan pateando a sus hijas.
Y llevan ametralladoras
contra estudiantes desarmados
como si detrás de la cuota
se escondiese algo extraño.
Sí, que no merecen perdones
los que atropellan a su pueblo
ni los que le dan las órdenes
pero salvando sus pellejos.
Esos no merecen perdones
ni de los dioses ni del hombre
pues sangraron las ilusiones
de miles y miles de pobres.
Pero he leído el corazón
de esos valientes estudiantes
y ni los abusos ni el terror
los forzarán a amilanarse.
Si ante la injusticia te lamentas, habrá injusticia para rato.
No hay hombre ni mujer más libre que el que no tiene precio.
A los pueblos se les ayuda orientándolos, no insultándolos.
Aquellos que están seguros de sí mismos no insultan, dialogan
respetuosamente.
Ni con balas (ni macanas) pueden matar las ideas ni destruir la razón.