Mensaje de la Comisión Política del PCPR
Quienes sueñan con transformaciones sociales incruentas tendrán que conformarse con ver permanecer intactos los privilegios de los explotadores y los opresores.
Parafraseando aquel viejo revolucionario, es como querer hacer tortillas sin romper los huevos. Aunque prefiriéramos que fuera de otra manera —especialmente en una sociedad isleña como la nuestra— no existe un modo de derrotar la tiranía que no sea enfilando sobre los tiranos la más efectiva violencia revolucionaria.
Al oprimido no le quedan alternativas, ya que son los integrantes de las clases privilegiadas —en una y cada una de las situaciones históricas reales— quienes han iniciado la espiral de violencia social y política al lanzar sobre los inconformes el peso de la violencia institucional: la Policía, la Fuerza de Choque, o los Chicky Starr de esta vida.
Lo vemos en la historia, y lo vemos a diario. No hay huelga que los obreros estén ganando donde no aparezca la Policía a caerles a palos a los trabajadores. No hay comunidad pobre que se resista a la rapacidad glotona de los acaudalados que no tenga que sufrir los embates de las fuerzas de la violencia uniformada.
Hace rato que pasó el momento de debatir estos puntos que son más filosóficos que reales. La violencia social es inevitable. Los privilegiados llevan la ventaja de su dictadura de clase sobre todos los instrumentos represivos del Estado, y del dinero para comprar a sus mercenarios.
Los oprimidos tenemos que prepararnos para las batallas que se aproximan. Tenemos que contar con los medios, la organización y la disciplina, primero para resistir la embestida de la burguesía colonial y de las fuerzas imperialistas que la amparan. No podemos permitirles que se impongan por la violencia sobre un pueblo desarmado que estará en la calle luchando por poder sobrevivir.
En segundo plano, los comunistas, y todos los revolucionarios de Puerto Rico, aspiramos a tomar la ofensiva, derrotar a las fuerzas imperialistas y a sus sicarios coloniales, y acompañar a las masas rebeldes a la captura del poder mediante una insurrección antiimperialista.
Nadie se debe llamar a engaño. No será hoy; no será mañana; pero los revolucionarios puertorriqueños trabajamos incansablemente hacia ese fin. Nuestra meta es la toma del poder por las masas trabajadoras puertorriqueñas. Nuestro método es la revolución: una revolución que desemboque en una insurrección de masas victoriosa. Ése es el deber de todo revolucionario: hacer la revolución.
Los actos de vandalismo pueril en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, en los días 11, 12 y 13 de enero, nada tienen que ver con la violencia revolucionaria que derrotará la tiranía. Comencemos por los actos de vandalismo del martes, 11 de enero, durante la marcha de estudiantes, profesores, empleados, trabajadores y ciudadanos en general que apoyan al estudiantado en huelga. Son más que sabidas las expresiones de repudio, de condena, tanto del movimiento estudiantil y la Asociación de Profesores Universitarios (APPU), como de organizaciones comunales y amplios sectores de nuestro pueblo. Sin duda, estos hechos de amplio destaque mediático —tanto que los medios de prensa apenas mencionaron los actos del natalicio de Eugenio María de Hostos— en nada benefician a la causa de la defensa militante de la universidad pública y, en todo caso, provocan sobre ésta la pérdida de simpatías y apoyo por parte de amplios sectores del pueblo —nada más favorable para quienes pretenden desmantelar la Universidad para convertirla en otro de sus negocios.
Por otro lado, el recrudecimiento de la brutalidad policiaca durante estos días de huelga, como expresión fundamental de la violencia represiva del Estado al servicio de la clase capitalista, merece la más enérgica y unitaria respuesta. La respuesta implica la elevación de los niveles de organización tanto por la lucha que se da en el ámbito universitario como por las batallas sociales en que las masas trabajadoras y desposeídas se verán muy pronto comprometidas ante la creciente y brutal ofensiva de los dueños del capital.
Al repudiar los actos aventureros e irresponsables de vandalismo infantil aislado, reafirmamos también el derecho de nuestra clase a la autodefensa con todos los medios que se tienen, y se puedan tener, a la mano. Reafirmamos el derecho que tenemos las y los explotados, las y los oprimidos, a protegernos de la violencia y el terrorismo de Estado, a defender en la calle nuestras comunidades, y los espacios conquistados a sangre y fuego por generaciones anteriores de combatientes proletarios —esos derechos y espacios “democráticos” no son un regalo de la clase explotadora, sino que han sido arrancados con la lucha, a veces cruenta, de los oprimidos. Es nuestro derecho a responder con violencia revolucionaria, aunque la “ley y el orden” del Estado burgués lo condenen —y será así hasta que la corrupta clase capitalista, hoy causante de la crisis fiscal y de toda la violencia en la UPR, sea desalojada definitivamente del poder.
En ocasiones no hay nada más refrescante e ilumnador que referirnos a los rígenes de las palabras y sus significados sociales, particularmente en el contexto de las luchas de clases-el motor principal de cambio en las transformaciones sociales radicales. En este caso es pertinente referirse al término proletario y a su connotación dentro de la guerra social de «todos contra todos», que el presente deteriora el potencial que tienen las clases trabajadoras para destruir a sus opresores principales.
Irónicamente, el termino proletario en su incepción (en la sociedad dentro del Imperio Romano) se refería a aquel sector desempleado de la población cuya función social principal era proveer hijos (prole) al estado para suplir su aparato represor principal, su ejército. Es curioso como la transformación capitalista de nuestra sociedad nos ha llevado a la etapa en donde un creciente sector de su clase trabajadora se ha convertido en proletarios, como los de la sociedad pre-capitalista del imperio romano, es decir en ciudadanos coloniales cuya única fuente de empleo reside dentro del aparato represor del eesado y la empresa privada(el sector privado emplea más de 60,000 proletarios en el area de la seguridad).
Moraleja compañeros y compañeras: Hay que romper el cerco y tener mucho cuidado con demonizar a los policias y a los soldados, el sector de mayor crecimiento dentro de las filas de los proletarios de hoy, en el seno del imperio americano.