
La crisis mundial del capitalismo cobra ahora su nueva víctima en el pueblo portugués. Ya hace meses se cebó en los pueblos de Grecia e Irlanda. En todos los casos, la solución impuesta tanto por los bonistas –eufemísticamente conocidos como “el mercado financiero”– como por los grandes bancos alemanes, franceses y británicos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo sobre los respectivos estados en bancarrota, es la misma: la congelación y la reducción de salarios y pensiones, la cesantía masiva de los empleados públicos, la supresión de las prestaciones sociales, la privatización de la salud y la educación, en fin, el desmantelamiento del servicio público para garantizar el repago de los “prestamos de rescate”, beneficiando sólo a quienes crearon la crisis –la oligarquía financiera y los capitalistas de toda laya–, y profundizando la pauperización de las y los trabajadores.
En Portugal, como antes en Grecia, la respuesta proletaria no se hizo esperar: las y los trabajadores realizaron la más grande huelga general de su historia el pasado 24 de noviembre. La difícil situación económica por la que pasa ese país y la fuerte presión de los mercados financieros han servido de excusa al gobierno de José Sócrates para aumentar los impuestos, incluido el altamente regresivo Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 21% al 23%, reducir los salarios de los empleados públicos, y recortar los beneficios sociales como el seguro por desempleo y ayudas a familias indigentes, en un país en que el desempleo alcanza los 610,000 trabajadores. (10.9 por ciento de desempleo, un récord histórico).

Contra esa ofensiva despiadada de la burguesía, tanto nacional como internacional, más de 3 millones de trabajadores y trabajadoras portugueses, convocados por la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP) vinculada al Partido Comunista Portugués (PCP), y la Unión General de Trabajadores (UGT) ligada al Partido Socialista Portugués, realizaron una huelga contundente que paralizó el país en los ministerios y la administración pública, en el transporte por carretera, ferroviario y aéreo, las escuelas y universidades, los tribunales, el comercio y la industria.
Según declaraciones del dirigente comunista, secretario general del PCP, Jerónimo de Sousa: “Esta Huelga General fue una justa y necesaria jornada de lucha contra el robo en los salarios y pensiones, contra los recortes de las prestaciones sociales, en el abono de familia o en el subsidio al desempleo, contra el aumento del precio de los bienes de servicio esenciales como los transportes o los medicamentos, contra la destrucción de los servicios públicos y la privatización de las empresas estratégicas. Fue una justa y necesaria respuesta al agravamiento del desempleo, al esparcimiento de la precariedad, al empobrecimiento de vastas capas de la población. Esta Huelga General fue una justa y necesaria respuesta contra la escandalosa acumulación de ganancias por parte de los grupos económicos y financieros que, en nombre de la crisis y del déficit de las cuentas públicas, quieren imponer el agravamiento de la explotación de los trabajadores y el despojo de los recursos nacionales. Esta Huelga General no fue un punto de llegada, sino una etapa más en una exigente y prolongada lucha que la situación nacional exige. Después de la realización de esta Huelga General, nada quedará como antes. El Gobierno y los partidos que apoyan su política, el Presidente de la República que la patrocina, tuvieron en esta jornada de lucha una clara condena, un serio aviso y una firme exigencia de la ruptura con la política que promueven”.