Los guaynabitos podrán ser arrogantes y engreídos, pero se han estado preparando. Antes de que Fortuño sellara oficialmente la derrota del gasoducto del Sur, el 29 de mayo de 2009, ya habían comenzado a planificar el proyecto de lo que hoy conocemos como el Gasoducto de la Muerte.
Está comprobado que se trata de especímenes antipuertorriqueños que no cuentan con ninguna reserva moral, ningún escrúpulo patriótico, ninguna traba democrática, y ninguna conciencia social que les impida destruir físicamente los recursos del País, ni colocar a comunidades trabajadoras, pobres o marginadas, en serios peligros de destrucción y muerte, si esto pone dinero en sus bolsillos.
Están criados en el privilegio, ajenos a toda la realidad de trabajo y miseria de las mayorías del pueblo. Aprendieron desde temprano, que todo se lo merecen, y que no hay que detenerse a pensar en las consecuencias que pagamos los demás por las decisiones que ellos pretenden imponernos. Such is life.
El Abayarde Rojo conversó con integrantes del Frente Amplio Contra el Gasoducto. Nos hablaron sobre los aciertos y desaciertos de aquellas intensas jornadas, y ofrecieron sus opiniones sobre lo que ellos entienden que son las fuerzas y debilidades del movimiento de oposición al Gasoducto de la Muerte.

Ante todo, la vida

Existen muchas razones por las cuales oponerse hoy al proyecto del Gasoducto de la Muerte. Estas razones son poderosas, y tienen que ser explicadas a los puertorriqueños; pero ninguna es tan impactante como el terror que inspiran las frecuentes explosiones de los gasoductos de gas natural. El argumento más poderoso, el que movilizó más gente, no solamente a quienes el gasoducto amenazaba directamente, sino a muchos puertorriqueños que se solidarizaron en la acción, fue el peligro catastrófico de destrucción de comunidades y muerte de familias, que presentaba el gasoducto del Sur.

Esa experiencia debe aplicar a esta jornada de lucha. Ésa es nuestra punta de lanza. Documentar con el mayor rigor la evidencia de que los gasoductos de gas natural estallan, que lo hacen con frecuencia, y que sus explosiones son descomunalmente destructivas a las comunidades humanas que se encuentren a su paso (no menos de 500 metros a cada lado del gasoducto es lo que se considera la zona de peligro), debe estar entre las primeras prioridades de esta fase en que nos encontramos, la fase de educación general de todos los puertorriqueños.
Educación, organización, movilización
Quienes viven cerca de la ruta del Gasoducto de la Muerte ya pasaron de la etapa de educación —captar el peligro inminente a la vida de sus familias sin duda acelera el proceso de toma de conciencia. Ese grupo afectado, que se va a oponer con uñas y dientes al proyecto, ya ha entrado en la segunda y tercera etapas: la organización y movilización de los diferentes grupos de lucha.

Aún así es importante ayudar al impulso de las organizaciones de oposición que se forman en los municipios de Barceloneta, Manatí, Vega Baja, Vega Alta y Dorado. Toa Baja y Cataño están más adelantadas. Arecibo parece estar acelerando el paso, pero el rezago en los otros municipios del tramo Norte de la ruta del Gasoducto de la Muerte debe atenderse pronto.
Cuando se organizaron las comunidades en contra del gasoducto del Sur, fue notable la diferencia en combatividad entre comunidades de clase trabajadora y las comunidades de clase media. Más acostumbradas a la confrontación con los poderosos, y usualmente con menos impedimentos políticos, sociales y económicos, las comunidades proletarias se movilizaban con mayor decisión, fuerza y militancia.
El frente amplio
El crecimiento y movilización de las comunidades afectadas abrió el escenario para que se materializaran dos condiciones fundamentales para la derrota del gasoducto del Sur: la integración ordenada de fuerzas políticas, sociales, religiosas y ambientalistas a la movilización y las actividades de lucha; y la creación de un frente amplio que agrupó las diferentes organizaciones de lucha a lo largo de la ruta del gasoducto del Sur.

Una consideración muy especial fue la capacidad del Frente Amplio Contra el Gasoducto de reclutar y recibir el apoyo de abogados, en carácter individual y de organizaciones de ayuda legal, de manera coordinada y organizada. Este factor deberá tomar aún mayor importancia en la lucha en contra del Gasoducto de la Muerte, ya que los guaynabitos de Fortaleza, con el apoyo abyecto de la mayoría de los legisladores, han anticipado la oposición del pueblo con medidas represivas de carácter anticonstitucional.
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La desobediencia civil

Es importante ponerle al proyecto todos los obstáculos que se le puedan interponer: llevarlos a los tribunales, militancia en las vistas públicas, piquetes a sus actividades, en fin, todo lo que les produzca irritación y molestia. No hay un substituto, sin embargo, a las campañas de desobediencia civil. Ellos lo saben, y por eso aprobaron la Ley llamada «Tito Kayak» (1505), como un burdo intento de amedrentar al Pueblo. Ni siquiera a la Marina de Guerra en Vieques se le hubiera ocurrido tratar de convertir en delito grave a la desobediencia civil pacífica, consagrada como una herramienta legítima de los oprimidos por figuras universales como Ghandi y Martin Luther King.

En la victoria de los opositores al gasoducto del Sur coincidieron muchos factores, incluyendo la capacidad de mentir de Luis Fortuño que le hizo campaña en contra, con razones muy válidas [ver vídeo], cuando a la misma vez ya estaba planificando el Gasoducto de la Muerte a espaldas del pueblo. Pero, por mucho, el factor principal fue la desobediencia civil. Los campamentos que se levantaron, por ejemplo, el de Villa Encarnación, eran plataformas de moviización instantánea para impedir que se continuaran los procesos de construcción. Sencillamente, cada vez que intentaban entrar maquinaria o personal, aparecían los desobedientes que les impedían el acceso.

A pesar de que esas luchas se efectuaron bajo un gobierno del PPD, la derecha del PNP estaba muy atenta. Por eso se han disparado la maroma de la ley represiva 1505, patentemente inconstitucional, y que evidentemente ya la tenían preparada para imponerla en el momento propicio (cuando tuvieran la mayoría absoluta en el Tribunal Supremo). Citando al Vocero del 28 de septiembre de 2010: “Ayer, durante su turno, el representante popular Charlie Hernández, dijo que se aprueba esta legislación no sólo para macanear al que se oponga el gasoducto, sino para meterlo preso”. Y añade el Vocero: “La medida fue aprobada en momentos en que crece en el País la oposición a la construcción del gasoducto del norte, proyecto de infraestructura que ha sido rechazado por diversos grupos comunitarios, así como por ambientalistas”.

Hablando en representación del fascismo criollo que se alberga dentro de la derecha del PNP, Rivera Schatz va directo al grano: “hay que poner orden” y “hacer respetar” las autoridades en Puerto Rico. “Espero que se ponga en vigor rápido [sic] porque hay gente que se cree que está por encima de los demás alegando patriotismo”.
Cuando les falta la razón, las derechas siempre apelan a la represión.
Donde se equivocan es en pensar que se pueden contener las luchas de un pueblo mediante la intimidación y la amenaza. Eso les crea un problema muy serio. ¿Qué van a hacer cuando el pueblo eche pa’lante? Si reparten palos, van a provocar una oposición más generalizada, combativa y decidida, y ellos lo saben. Si comienzan a arrestar en masa, se les llenarán los tribunales de cientos de casos con los que se pondrá a prueba la validez, en las primeras instancias, de una ley claramente inconstitucional. Se corren el riesgo de que aparezcan jueces con conciencia que desestimen los casos.

De lo contrario, se les van a ataponar los sistemas de justicia y penal de cientos de desobedientes. El sistema represivo federal, cuando Vieques, llegó a un punto de crisis, y ya estaban pidiendo cacao. El sistema colonial se les va a paralizar. Las noticias de los palos y los arrestos masivos van a llegar a la prensa internacional. De eso nos ocuparemos todos. Y la imagen de Fortuño pasará de ser la del nene lindo , el house spic del Partido Republicano, a la del miserable cipayo represivo del descalabrado régimen colonial. Como poco, morirá políticamente, y de todas maneras, se quedará sin su Gasoducto de la Muerte.
Como mucho, se arriesga a que ocurra una desgracia, y entonces pasará a la historia, para siempre, no como el peor gobernador que haya tenido esta colonia, sino como otro patético y sangriento político criminal, sin honor y sin gloria. Esa marca es para toda la vida. Si no lo cree, que le pregunte a Romero.
Represión y radicalización de la lucha
La derecha apuesta a que nos va a intimidar. Está de nosotros probarle lo contrario, con astucia y audacia. Los campamentos de desobediencia civil hay que fundarlos desde el comienzo. Conocemos la ruta del tubo. Ellos no pueden ocupar las 91 millas sin movilizar la Guardia Nacional. Estudiemos los mapas desde ahora. Escojamos los lugares más fáciles de defender y suministrar, con mayor acceso a la prensa del país, y a la internacional, y que más problemas les presenten a los contratistas. Instrumentemos tácticas móviles, concentrándonos en sus puntos más débiles, y moviéndonos de lado a lado, sin permitirles que hieran esta Isla que es nuestro hogar, la futura patria de una sociedad de trabajadores, de prosperidad sustentable y justicia social.
Mantengamos las comunicaciones con la UTIER, aliados importantes del pueblo en esta lucha por rescatar la Autoridad de Energía Eléctrica de esta patraña urdida por los bonistas de Wall Street y sus sirvientes guaynabitos.
Reforcemos las alianzas con todas las fuerzas vivas del País: el movimiento obrero, las iglesias y comunidades religiosas, los músicos y artistas, las organizaciones culturales, el Colegio de Abogados. Todos los puertorriqueños de conciencia; esto no es un asunto de azules contra rojos. Cuando un gasoducto explota, no discrimina.

Sigamos desarrollando la red de comunicación y coordinación. Busquemos la diversidad de formas y la unidad en la acción. Movámonos en dirección a la formación de un frente amplio de lucha. Preparémonos para ganar la batalla.
Formemos células de trabajo, de organización y movilización; luchadores convencidos, dispuestos a confrontar la represión con combatividad. Comencemos los cursos preparativos para las tácticas exitosas de desobediencia civil.
Nadie puede anticipar dónde va a parar esto. Sólo sabemos que ya la lucha se está masificando, y que, de parte nuestra, no hay marcha atrás.

Si Fortuño fuera sensato, estaría dialogando. Pero su temperamento de blanquito engreído le pone gríngolas. Lo que él ve es a la chusma causándole problemas, y sólo parece ver el camino de la represión y la fuerza como la solución. Ese camino lo va a llevar a la ampliación y radicalización de la lucha.
Los puertorriqueños no somos un pueblo tan pacífico, como nos narran los cuentos del puertorriqueño dócil. Muchos problemas en nuestra sociedad se resuelven con el uso o el amago de violencia. El rol de cualquier gobernante decente debería ser desactivar los focos de presión y conflicto para evitar que la sangre llegue al río. ¿Piensa usted que Fortuño y sus guaynabitos tienen la capacidad de ser decentes?
