Avanzada neoliberal de Fortuño contra la Sinfónica

Melissa Santana, batata política

No conforme con amenazar de muerte a instituciones como el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), la UPR, y la Escuela de Artes Plásticas (EAP), la administración Fortuño pretende ahora desmantelar la ilustre Orquesta Sinfónica (OS) mediante una treta velada que tiene tufo de Ley 7. La OS está adscrita a la Corporación de las Artes Musicales (CAM), dirigida por la batata de turno: Melissa Santana.   Sus virtuosos músicos están amparados por la American Association of Musicians, sindicato amplio que protege a músicos de EE.UU. y Canadá. Su convenio colectivo, de tres décadas, y sus estipulaciones –en nada improvisadas- se han validado siempre con la fiscalización y la pericia del sindicato, que ha mantenido y sostenido la negociación protegiendo sus derechos. La CAM no quiere honrar los acuerdos que estuvieron vigentes hasta hace tres años, con la excusa de que tal convenio “ya caducó”. “De la manga”, Santana se sacó una “propuesta” de convenio que más parecía un guión de opereta de humor negro.  Pretendía la Sra. Santana que la OS rubricara condiciones ridículas y amenazantes a sus derechos. Por ejemplo, establecía como condición reducir el número de músicos de la OS según un criterio –cuyo esquema también hiede a privatización- por el cual sólo se contrataría a aquellos músicos que fuera necesario tener “según la ocasión”, dejando “en reposo” a los que no hicieran falta al momento –el estándar en cualquier sinfónica del mundo es de 80-. Ella, garantizaría un “vente tú” para las actividades. Probablemente querría convertirlos en mascotas de ocasión para amenizar actividades pomposas de corruptos politiqueros y empresarios. Santana tuvo que retirar su “magnifica oferta” de convenio, pues, como era lógico, nuestros músicos son muy inteligentes y no roerían ese hueso tan fácilmente.

En entrevista con Rubén Sánchez, la “ilustre”alegó que el músico de la OS que menos cobraba recibía $694/s., y el que más, $1,284/s., que Rubén redondeó a $1,500 con pasmosa arbitrariedad. La manipulación desinformante fue in crescendo, al punto que “denunciaron” que los puestos son vitalicios y que aquellos virtuosos que se gradúan del CMPR o de cualquier otra institución tienen que abandonar el país por no encontrar plaza vacante dónde desarrollarse y ganarse su sustento.

La Orquesta Sinfónica está en peligro de ser desmantelada por una administración sin escrúpulos que quiere despojar a los músicos de sus derechos.

La OSPR realiza audiciones muy rigurosas para entrar en ella. Una fuente anónima de entero crédito nos informó que éstas se realizan tras una cortina para que el jurado no sepa quién es la persona que audiciona, y así eliminar la posibilidad de favoritismo. Estos músicos virtuosos debieron haber empezado a estudiar desde la primera infancia –los cinco años, por lo menos-, ya que la exigencia técnica y lírica que se requiere es asombrosamente espartana. A esto se suma que el miembro de la OS tiene que sostener y validar su virtuosismo con mucho trabajo y sacrificio, en incontables horas de ensayo.

La sinfónica es un taller adonde llegan aquellos que luchan por dominar las dificultades técnicas, alcanzando la excelsitud, indistintamente de su origen social, racial, étnico, o cualquier otra particularidad.

A ese respecto, Santana no dijo tampoco que en otros países – Venezuela, EE.UU., México,  Cuba, Alemania, Italia, etc.- hay numerosas sinfónicas que dan cabida a sus artistas, pero, conociendo la tradición colonial que nos paraliza, sólo contamos con ésta, a la que amamos y apreciamos por su significado y calidad.

No dudamos de que la política neoliberal de este gobierno de desmantelar el Estado para cederle al Capital cualquier bastión que le sirva de negocio esté tras este sabotaje. Podrían fácilmente inventarse un “fideicomiso”, anulando de plano los derechos conquistados por estos obreros de la cultura mediante un “borrón y cuenta nueva”. Eso sí sería una muralla para los que van avanzando en el camino de ocupar su lugar en la OS.

Actualmente, jóvenes talentosísimos ocupan sitio en la OS, y otros han pasado y pasarán por ella, como ha ocurrido desde su fundación. Mientras defendemos nuestra Orquesta Sinfónica, asistiendo a sus conciertos y piquetes, exijámosle a Santana que nos diga –aunque sea– una sola verdad: ¿Cuál es su verdadero sueldo, y qué utilidad tiene su puesto?


Éste es el artículo que apareció en la versión impresa del Abayarde Rojo. Puede acceder al texto completo via el siguiente enlace:


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