Avanzada neoliberal de Fortuño contra la cultura pretende sofocar a la Sinfónica de Puerto Rico

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Por Violeta Azurduy

No conforme con amenazar de muerte a instituciones que han enriquecido a generaciones de puertorriqueños, como el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), la UPR, y la Escuela de Artes Plásticas (EAP), la administración Fortuño pretende ahora desmantelar la ilustre Orquesta Sinfónica (OS) mediante una treta velada que tiene tufo de Ley 7. Fundada en 1958 por gestiones de don Pablo Casals, la OS está adscrita actualmente a la Corporación de las Artes Musicales (CAM), dirigida por la batata de turno: Melissa Santana.   Sus virtuosos músicos están amparados por la American Association of Musicians, sindicato amplio que protege a músicos de EE.UU. y Canadá. Su convenio colectivo, de tres décadas, y sus estipulaciones –en nada improvisadas- se han validado siempre con la fiscalización y la pericia del sindicato, que ha mantenido y sostenido la negociación protegiendo sus derechos y los de miles de músicos en tan vasta área geográfica.

La CAM no quiere honrar los acuerdos que estuvieron vigentes hasta hace tres años, con la excusa de que tal convenio “ya caducó”. “De la manga”, Santana se sacó una “propuesta” de convenio que más parecía un guión de opereta de humor negro.  Pretendía la Sra. Santana que la OS rubricara condiciones ridículas y amenazantes a sus derechos. Por ejemplo, establecía como condición reducir el número de músicos de la OS según un criterio –cuyo esquema también hiede a privatización- por el cual sólo se contrataría a aquellos músicos que fuera necesario tener “según la ocasión”, dejando “en reposo” a los que no hicieran falta al momento –el estándar en cualquier sinfónica del mundo es de 80, pero sus miembros pueden pasar de 100-. Ella, garantizaría un “vente tú” para las actividades, seguramente seleccionando a los que hubiesen demostrado mayor docilidad ante sus ataques. Probablemente querría convertirlos en mascotas de ocasión para amenizar actividades pomposas de corruptos politiqueros y empresarios. Santana tuvo que retirar su “magnifica oferta” de convenio, pues, como era lógico, nuestros músicos son muy inteligentes y no roerían ese hueso tan fácilmente. Cabe destacar que el convenio que la CAM rechaza ha sido validado con pocos cambios durante más de tres décadas y está estructurado de forma tal que sus cláusulas corresponden a los de otros gremios de músicos, según establecido por el sindicato.

Para sostener su arbitrariedad, la “lustre” Santana recurrió a la campaña mediática con una entrevista concedida por Rubén Sánchez, que ya contaba con libreto en mano para hacerla de pitcher y cátcher. Ella alegó que el músico de la OS que menos cobraba recibía $694/s., y el que más, $1,284/s., (por 17.5 horas de trabajo a la semana), que Rubén redondeó a $1,500 con pasmosa arbitrariedad.  Pero en realidad ellos trabajan mucho más que eso, si contamos las innumerables horas de ensayo en sus hogares, y los compromisos semanales durante el Festival Casals, entre otros. En este festival, los músicos ejecutan 9 sesiones de 36 horas de ensayo.

“Argumentó” que la OS nunca había ido a Vieques –como si los músicos se hubiesen negado alguna vez  a hacerlo-, pero en cambio sí habían ido a respaldar con un concierto a los estudiantes durante la Huelga Universitaria, bajo un aguacero, en condiciones de hacinamiento. Entre otras quejas, dijo que a los músicos hay que costearles las dietas, pasajes y estadías cuando viajan, amén de las vacaciones, ¡qué escándalo!

La manipulación desinformante fue in crescendo, al punto que “denunciaron” que los puestos en la OS  son vitalicios y que aquellos virtuosos que se gradúan del CMPR o de cualquier otra institución tienen que abandonar el país por no encontrar plaza vacante dónde desarrollarse y ganarse su sustento. Además, no sólo trabajan para la OS, sino que también tienen otros empleos – la mayoría docentes- en otras instituciones, como el Conservatorio y la Escuela Libre de Música.

Ahora veamos lo que no dijo Santana:

Si bien es cierto que hay que ser un músico virtuoso para pertenecer a la OS, no es menos cierto que la OSPR realiza audiciones muy rigurosas a los aspirantes a entrar en ella. Una fuente anónima de entero crédito nos informó que éstas se realizan tras una cortina para que el jurado no sepa quién es la persona que audiciona, y así eliminar la posibilidad de favoritismo. El convenio establecido por la AAM dedica 15 páginas a las condiciones de ingreso de los aspirantes. La calidad impecable de las ejecuciones de la OS indica que ocupar una silla en ella requiere mucha dedicación de parte de sus músicos. Estos virtuosos debieron haber empezado a estudiar desde la primera infancia –los cinco años, por lo menos-, ya que la exigencia técnica y lírica que se requiere es asombrosamente espartana. A esto se suma que el miembro de la OS tiene que sostener y validar su virtuosismo continuamente, con mucho trabajo y sacrificio, en incontables horas de ensayo, dentro y fuera de su hogar, no sólo mientras ensaya un repertorio para concierto. “Uno puede estudiar cinco o seis años de periodismo y al graduarse podrá ejercer la profesión sin obstáculos, pero uno no puede estudiar el mismo tiempo, ya de adulto, y ocupar un lugar en una sinfónica -la que sea- del mundo”, nos expresa nuestro allegado sobre el rigor para ser músico sinfónico.

Por otro lado, la Orquesta Sinfónica es un taller adonde llegan aquellos que luchan por dominar las dificultades técnicas, alcanzando la excelsitud artística, indistintamente de su origen social, racial, étnico, o cualquier otra particularidad. Claro, a condición de que desde niño haya tenido el privilegio (debería ser un derecho) de educarse musicalmente y ser respaldado por su familia para que asumiera tal disciplina con seriedad.

A ese respecto, Santana no dijo tampoco que en otros países – por ejemplo, la República Bolivariana de Venezuela, EE.UU., México,  Cuba, Alemania, Italia, Noruega, España, y un largo etc.- hay numerosas sinfónicas que dan cabida a sus artistas. Algunos tienen dos y tres por estado o provincia, sin contar con las de las universidades, y las colegiales de subgraduados; pero, conociendo la tradición colonial que nos paraliza, sólo contamos con ésta, a la que amamos y apreciamos por su significado y calidad.

Tampoco dice –porque no lo razona de esa forma- que todo virtuoso tiene una deuda con su país y que la mejor manera de reciprocar su formación es enseñando sus destrezas a las nuevas generaciones. ¡A la Santana le escandaliza que los miembros de la OS también ejerzan de maestros! ¿Será que ella no sabe que los grandes virtuosos del mundo han sido maestros también?

Otras quejas de Santana giran en torno a que el convenio de la OS establece que el patrono (la CAM) no puede negociar con la OS de quedar sólo seis meses de vigencia del convenio. Ésta es otra tergiversación de ella –nada casual, por cierto-  ya que lo que establece el convenio es que se requiere al menos de seis meses para ponderar propuestas de cambios a cualquier punto esencial del convenio. Obviamente, cualquier cambio se tiene que analizar y ponderar con suficiente tiempo, y a ella le parece excesivo seis meses.

También alega que la CAM le ha dado a la OS su lugar permanente en el Festival Casals, cuando se demuestra que lo que se ha pretendido es quitarla del Festival cada vez que se tiene oportunidad de desplazarla, y que sólo la lucha por mantenerse y el apoyo de sus directores y abogados sindicales ha podido preservar ese derecho.

La Santana luego viene con un “mocho” poco convincente,  y es que, según ella, la CAM pretende “asegurar la existencia” de la OS mediante un fideicomiso que la garantice. Nada más contrario a la verdad: un fideicomiso enajenaría a la OS del Estado, separándola de éste, para luego despojar a sus músicos de los derechos ya conquistados en tan largo trayecto de labor y de lucha, porque ya no habría razón para honrar su estructura sindical y, por ende, los puestos y derechos adquiridos. De manera que su “bondad” para impulsar un fideicomiso resulta altamente sospechosa.

No dudamos de que la política neoliberal de este gobierno de desmantelar el Estado para cederle al Capital cualquier bastión que le sirva de negocio esté tras este sabotaje. Podrían fácilmente inventarse el “fideicomiso”, anulando de plano los derechos conquistados por estos obreros de la cultura mediante un “borrón y cuenta nueva”. Eso sí sería una muralla para los que van avanzando en el camino de ocupar su lugar en la OS.

Actualmente, jóvenes talentosísimos ocupan sitio en la OS, y otros han pasado y pasarán por ella, como ha ocurrido desde su fundación. Tan pronto como en el mes de diciembre, habrá convocatorias para puestos en percusión, contrabajo, flauta y trompa, por lo que esta pinochesca burócrata, Melissa Santana,  queda nuevamente en evidencia como buena aprendiz de Fortuño. Su actitud también nos hace pensar que ella, como música, fue mediocre y por eso nunca ocupó una digna silla de la OS que tanto alega defender, aunque jure que es “percusionista y cantante sinfónica”.

Mientras defendemos nuestra Orquesta Sinfónica, asistiendo a sus conciertos y piquetes, exijámosle a Santana que nos diga –aunque sea– una sola verdad: ¿Cuál es su verdadero sueldo, y qué utilidad tiene su puesto?

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