La lucha de clases en Puerto Rico / 3 / El Guaynabazo

O’Neill, el Guaynabazo

El Guaynabazo

Los de Fortaleza serán guaynabitos, pero al alcalde de Guaynabo City le queda pequeño ese nombre. Héctor O’Neill es el Guaynabazo.

Este patético ejemplar de la corrupción del servicio público en la colonia se ganó el pan una vez con el honrado y decente oficio de hojalatero. Lo cambió por el de politiquero corrupto y abusador. En el intercambio, lo que pudo haber tenido alguna vez de hombre honrado y decente se transformó en su nueva condición de millonario, que adquirió con toda clase de esquemas fraudulentos. Tiene un Municipal Police que le sirve de guardia pretoriana oficial en sus depredaciones escandalosas.

Aterroriza las comunidades de trabajadores en el municipio que supone gobernar para el bien común. Aspira a que su legado sea sacar de Guaynabo a todos los trabajadores, y poblarlo exclusivamente de guaynabitos.
Encabeza el empuje millonario de cabilderos que persiguen la derogación de la Ley 232, que protege a las comunidades especiales de la depredación de tragones como él. La aprobación del Proyecto del Senado 1575, conocido como el proyecto Arango, le otorgaría facultades omnímodas a los alcaldes de municipios autónomos para poder expropiar sumariamente a cualquier comunidad en su municipio, sin celebrar vistas públicas.

Mantiene una presión ilegal y abusadora sobre las comunidades que quiere desalojar. Caso en punto: la comunidad de Vietnam. Los trabajadores de esa comunidad, empleados en los puertos del área, y en los Molinos, de hace una generación, rellenaron unos terrenos baldíos, inundables, propiedad de nadie. Poco a poco, en la década de los sesenta, sin la ayuda del municipio, fueron asentando su comunidad a la que bautizaron, con toda intención y orgullo, con el nombre de aquel pequeño país que aparecía en las noticias derrotando al más feroz y despiadado aparato militar que la humanidad haya conocido.

Para hacer el cuento corto, el Guaynabazo y su comparsa se acaban de percatar de que las marismas que estos trabajadores le rescataron a las aguas de la Bahía de San Juan son aptas para ser desarrolladas en un waterfront development, para uso y disfrute de los guaynabitos, y de cualquier millonario que quiera disfrutar de una marina para su yate, o de un penthouse en un condominio exclusivo con una vista espectacular de la bahía. Se trata de la vida loca del Such Is Life.

Lo que sobran son los trabajadores que rescataron esas tierras y fundaron, hace una generación, la comunidad donde se criaron y donde quieren criar a sus hijos y nietos.

Los guaynabitos están invadiendo a Vietnam, y aquí hay que detenerlos. Se trata de otro ejemplo de una modalidad de APP que persigue imponernos un régimen de opresión particularmente humillante a los trabajadores. Tenemos que hacerles el frente y derrotarlos.

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Dos sociedades en un archipiélago
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Introducción

Sección 1:
El Gasoducto de la Muerte
Sección 2:
Las autopistas y las APP
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El Guaynabazo

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