
En contra de todos los pronósticos de la prensa burguesa, española e internacional, la clase obrera, junto a otros sectores sociales del Estado español se movilizaron masivamente para la Huelga General convocada por los sindicatos mayoritarios para el 29 de septiembre. Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT) lograron movilizar a sus matrículas a lo largo de toda la geografía del Estado español, paralizando los transportes, la industria y parte del comercio.
En Madrid y Barcelona se escenificaron las mayores movilizaciones, aunque ocurrieron piquetes y confrontaciones con la policía en todas las regiones autonómicas españolas. Desde la mañana el centro de Barcelona se convirtió en un verdadero campo de batalla, donde esas movilizaciones fueron lideradas por la Central Nacional de Trabajadores (CNT) y la Central General de Trabajadores (CGT) de tendencia anarcosindicalista. Estas movilizaciones contaron con escasa participación de los trabajadores y sí con amplios sectores del movimiento anticapitalista juvenil, en su mayoría jóvenes desempleados y estudiantes.
La concentración se convocó para la céntrica Plaza Universitat, donde ya se encontraba un reducido contingente de CCOO y UGT, de algunas decenas de personas, se encontraban frente a la entrada del edificio principal de la Universidad de Barcelona impidiendo la entrada de los trabajadores. Una vez llegó en contingente CNT y CGT, de algunos 6,000 manifestantes, comenzaron a cantar la consigna “¿Dónde están, no se ven, los sindicatos del poder?” aduciendo a CCOO y UGT utilizando potentes descargas de pirotecnia.
Estos inmediatamente incendiaron un vehículo de la policía y comenzaron los combates callejeros entre jóvenes encapuchados y los antimotines, quienes utilizando contenedores de basura crearon barricadas a lo largo del centro de la cuidad. Los antimotines tuvieron que emplearse a fondo para dispersar y controlar los grupos de jóvenes, quienes vandalizaron comercios, bancos y otras infraestructuras públicas. Luego de varias horas de combates callejeros y cargas policiales, los jóvenes construyeron barricadas a lo largo de la entrada del antiguo Banco de Crédito Español en Plaza Catalunya, ocupada por éstos el pasado 25 de septiembre (ver artículo).

A eso de las 16 horas (4:00 pm hora de España) un fuerte contingente de antidisturbios de cerca de 100 agentes dispersó a los jóvenes que resistían en las trincheras y tomó por asalto el local, arrestando a sus ocupantes. Una hora más tarde, mientras los antimotines mantenían un perímetro en el área del antiguo Banco de Crédito Español, una marcha de cerca de 3,000 personas, convocadas por la CNT, llegó frente al perímetro establecido por la policía donde luego se retiraron sin ocurrir mayores incidentes.
Fue notable que no se unieran a la manifestación de los demás sindicatos, aunque estas organizaciones alegan favorecer el éxito de la huelga.
Sin embargo, una vez se retiró la CNT de la Plaza Catalunya comenzaron nuevamente los disturbios en zonas aledañas a donde pasaría la marcha de los sindicatos, donde ocurrieron serios enfrentamientos con los antimotines, donde éstos lanzaron gases lacrimógenos, cargaron contra los manifestantes y agredieron periodistas. Como resultado de los enfrentamientos se quemaron fachadas de comercios y contenedores de basura.
Luego de esto, llegó la impresionante marcha de los sectores sindicales, que agrupaba, además de las matrículas de CCOO y UGT, numerosos sindicatos, organizaciones comunitarias y políticas como el PCE-ML y el PCPC. Esta marcha concentración se organizó luego que estos sindicatos paralizaran exitosamente la producción en sus respectivos centros de trabajo. Los organizadores de la actividad calcularon la asistencia en 400,000 personas, mientras que los medios de la prensa burguesa la estimaron en “decenas de miles”.

Sin duda, la huelga logró apoyo amplio de la clase obrera y se lograron los objetivos planteados por sus organizadores. Y aunque criticamos el sindicalismo corporativo y oportunista de CCOO y UGT, estas movilizaciones son fundamentales para que los trabajadores retomen la conciencia de su fuerza y poder subir el nivel de lucha en una de confrontación plena contra el capital. El nivel de combatividad que se manifestó en diversos piquetes demuestra que los trabajadores en España están plenamente conscientes de las implicaciones que significa la reforma laboral que plantea el gobierno de Rodríguez Zapatero y cada vez se muestran más dispuestos a luchar.
Independientemente de la tradicional guerra de cifras, la movilización sí fue exitosa, afectó al menos el 60% de la producción y demostró que la clase obrera es la vanguardia de todos los desposeídos y explotados para darle el puntillazo final al capitalismo.
La clase obrera en Puerto Rico debe observar este proceso de lucha obrera, que con todas sus contradicciones, nos ofrece grandes enseñanzas estratégicas y tácticas que se pueden llevar a cabo los trabajadores independientemente de las cúpulas corporativas y ultraizquierdistas.
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