Wall Street — El monstruo de las mil cabezas
Abayarde Rojo Digital abre sus páginas a todos los frentes de lucha de los trabajadores de Puerto Rico. Aquí se podrá depositar cualquier información de uso público, para su discusión, debate y crítica, de cualquier organización o individuo que quiera promover su causa de lucha. En particular, éste debe ser un foro más sobre las ideas, tácticas y estrategias, que tengan que ver con nuestra lucha por derrotar los planes de agresión que se ciernen en Wall Street en contra de los trabajadores, sus ingresos, sus comunidades, la infraestructura social que se ha venido construyendo y pagando con enormes sacrificios, y los recursos naturales de todos los puertorriqueños. Envíe sus aportaciones a esta lucha común a: lucha@abayarderojo.org.
En la antigüedad la humanidad imaginó un feroz monstruo con cuerpo de león, y con mil cabezas que salían, como mil serpientes, de su pecho. Quienes se enfrentaban a la bestia, tratando de cortarle una cabeza, eran rápidamente devorados por las otras. Si le cortaban una cabeza, otra crecía en su lugar. La bestia podía ser derrotada solamente si se le clavaba una lanza directamente en el corazón. Mientras tanto, seguiría sembrando la muerte, miseria y desolación de todas las poblaciones que aterrorizaba.

La bestia de las mil cabezas nos ataca por todos lados. Por aquí se asoma la cabeza del gasoducto —la vía de la muerte. Por allá se asoma la APP del sistema escolar, que se quiere tragar las escuelas públicas de Puerto Rico. Y mientras luchamos contra esas dos, se apresta a atacarnos con las APP de autopistas, punta de lanza para desatar la agresión desarrollista sobre el karso y sobre el corredor ecológico del noreste. Por allá surge de repente otra cabeza: la APP del puente de Vieques; por otro lado la APP de Energía Eléctrica, o de Acueductos, o del aeropuerto de Isla Verde, o de las lanchas de Culebra y Vieques.
Cada cabeza del monstruo amenaza un segmento de la sociedad y genera su oposición dentro de esa comunidad. Pero cometeríamos un grave error si pensáramos que una amenaza sobre una parte del país no implica un peligro serio para todos los trabajadores puertorriqueños.
De la misma manera caeríamos en una trampa si pensáramos que cortándole una cabeza a la bestia terminaríamos con ella. Las otras seguirían tratando de devorarnos, y mientras tanto, otra crecería para ocupar su lugar.
La situación es seria y requiere que luchemos con audacia y astucia. El esquema de explotación financiera de Wall Street —el corazón de la bestia que sostiene las mil cabezas— se basa en el sometimiento de nuestro pueblo a la permanencia de la servitud financiera y de la dependencia colonial —con cadena más corta, o más larga, según le convenga a Wall Street. El futuro que se planifica para las próximas generaciones es uno de improductividad, dependencia, corrupción, alta criminalidad, contaminación y destrucción ecológica, y crecientes tributos en forma de servicio perpetuo a las deudas recurrentes.
Hay que oponerse a la voracidad de las mil cabezas. Tenemos que gestar una multiplicidad de frentes de lucha, la diversidad en la acción.
Para derrotar de una vez y por toda a esta bestia, no obstante, hay que asestarle un golpe a su corazón financiero. Tenemos que abrirle los ojos a los inversionistas que les confían sus capitales a los bancos de Wall Street para que éstos se los reproduzcan, que Puerto Rico es un destino arriesgado para sus fortunas. Que tratar de seguir exprimiéndonos como siervos feudales, invirtiendo en esta colonia inestable, corrupta y decrépita es un negocio peligroso y de alto riesgo. La clase trabajadora de esta colonia está llegando a su punto de ebullición. Se nos ofreció un futuro de prosperidad y buen gobierno y se nos paga con despidos, humillaciones y violencia institucional. Se nos paga con la creciente miseria para las mayorías plebeyas y el privilegio descarado para un puñado de patricios sirvientes de Wall Street.
Unidad de propósito y diversidad en la acción. Frentes de lucha dondequiera que la bestia asome una de sus monstruosas cabezas, pero coordinación y diálogo entre todos los que luchamos. Unidad de propósitos dirigidos a asestarle un golpe victorioso que derrote la bestia.