La administración de Fortuño está acelerando la entrega de las autopistas de peaje PR22 y PR5 a un consorcio de corporaciones extranjeras a cambio de una cantidad de dinero sobre la mesa… al mejor postor. El que ponga más dinero, se las lleva. Por 50 años (con una ñapita de 25 años adicionales) podrá apropiarse de todos los peajes que nos cobren a los usuarios. Hoy son $90 millones al año que depositamos en las canastas de los puentes de peaje en esos dos expresos. Un año después de que el gobierno las entregue, podemos anticipar que estaremos pagando el doble. Cada año siguiente, pagaremos un poco más.
Los burguesitos que sirven a Wall Street desde Fortaleza gastarán más de un millón de dólares en campañas publicitarias engañosas, con el cuento de que la entrega de las autopistas de peaje al capital financiero es un tremendo negocio para nosotros. Ya usted ha oído ese cuento: “No hay nada mejor que la empresa privada. Transitar por la PR22 se convertirá en una experiencia inolvidable, tan maravillosa que usted le agradecerá a Fortuño el habérselas entregado a estos inversionistas. Pagará con gusto lo que le cobren en peajes porque usted nunca antes había viajado tan placenteramente. Además, los inversionistas son tan generosos que nos pondrán un montón de dinero en nuestras manos… bla, bla, y más bla…”.
¿Cómo se va a usar el dinero que el consorcio agraciado ponga en manos de la gente de Fortuño? Se les va a enviar a los bonistas de Wall Street. Una tajada se usará para liquidar la deuda que está garantizada por los peajes de la PR22 y la PR5. Ya Puerto Rico no recibiría el recaudo de esos peajes y, por lo tanto, tiene que liquidarle a Wall Street las obligaciones que están garantizadas con esos ingresos. La gente de Fortuño no ha querido informarle al pueblo cuánto suma esa deuda.
La otra tajada —lo que sobre, si sobra algo— es para abonársela a la deuda del Tren Urbano (TU). Esa deuda, que suponía estar pagándose con los recaudos generados por el uso del TU, no deja dormir a los pobres bonistas. El Banco Gubernamental de Fomento (BGF) ha tenido que salir en rescate del TU cuando éste no ha podido cumplir con los plazos de pago de los bonos que se adquirieron para su construcción. Los bonistas saben que el BGF no puede seguir pagando estos plazos indefinidamente sin comprometer las finanzas de la colonia, y provocar una crisis paralizante. Es aquí, en esta parte de su pesadilla, que los bonistas se despiertan gritando en pánico, empapados de sudor. Una crisis de insolvencia de esta envergadura, una incapacidad general del ELA de cumplir con sus obligaciones, sacudiría el mercado de bonos de una manera peligrosa.
La solución que Wall Street quiere que el gobierno de Fortuño le imponga al pueblo es venderle a la empresa privada todas las propiedades públicas que estén solventes, y que puedan producir ingresos. Con el producto de esas ventas, la colonia debe ir saldando deudas viejas que actualmente reducen la capacidad de la colonia de seguir asumiendo deudas nuevas (que son las que les gustan a los bonistas). Ahora le tocó el turno a la PR22, de San Juan a Hatillo. Después será la PR52, de San Juan a Ponce. En lista está la PR66, de Carolina a Canóvanas.
Si logran su acometido, de paso habrán logrado derrotar la voluntad de la mayoría de los puertorriqueños de proteger las frágiles ecologías del Corredor Ecológico del Noreste y de la Región del Karso.
Mientras tanto, ya se está trabajando el plan para privatizar el sistema de escuelas públicas. En la mirilla también están el estacionamiento del aeropuerto de Isla Verde, la Autoridad de Energía Eléctrica y la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados.
Se cierne sobre nosotros la más reciente ofensiva imperialista: una amenaza grave a nuestra capacidad de progresar económicamente, y de organizarnos socialmente en base a principios de equidad y justicia. Si es cierto lo que dice el refrán de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, nos toca a nosotros, con nuestra lucha revolucionaria, derrotar al imperialismo, liquidar la colonia, y garantizarnos a nosotros mismos el mejor gobierno posible: el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.