Le toca el turno a las vías públicas de Puerto Rico. Con grandes sacrificios de los contribuyentes, los gobiernos coloniales les construyeron a las industrias extranjeras unas enormes vías de transporte que les conectaran a los capitalistas sus fábricas en los municipios más pobres y remotos (donde residía la fuerza de trabajo más desesperada y desorganizada) con los puertos en el norte y sur de la Isla. Con el tiempo, esos expresos se convirtieron en las vías de transporte de miles de familias, que depositaban sus peajes al son de cientos de millones de dólares al año. Los expresos PR52 y PR22 son verdaderas maquinitas de hacer dinero.
Wall Street quiere que Fortuño les venda esas maquinitas de hacer dinero a inversionistas privados para que sean ellos quienes cobren los peajes y se los embolsiquen. Con el dinero que se reciba de la venta por liquidación de estas propiedades del Pueblo, según el plan, el Gobierno les saldaría a los bonistas lo que se les debe en bonos relacionados con la construcción del Tren Urbano. Esa deuda tiene nerviosos a los bonistas, porque parece ser impagable. En el proceso, se habrá sacrificado en el altar de Wall Street otro pedazo importante de nuestros bienes sociales. Nos habremos puesto en manos de unos capitalistas de afuera para que nos cobren lo que les dé la gana por transitar sobre su nueva propiedad privada.
El Tren Urbano está a salvo, a pesar de ser el causante de la insolvencia del sistema de transportación y carreteras, porque pierde dinero. Mientras sean pérdidas, ¡qué se socialicen! Pero si llegara el momento en que el Tren Urbano comenzara a producir ganancias, después de que el Pueblo lo hubiera cargado sobre sus espaldas durante sus años de pérdidas, se escucharán los urgentes llamados a privatizarlo, porque el Gobierno no debe estar metido en el negocio de la transportación en masa.
No se conforman con llevar a sus serviles representantes coloniales a subastar las vías públicas de Puerto Rico. El verdadero negocio para los bonistas está en el jugoso mercado que ellos quieren reactivar para sus bonos: la construcción de nuevas carreteras. Ahora tienen sus colmillos listos para impulsar la extensión de la PR22 desde Hatillo hasta Aguadilla.
El negocio: existen unas maquinitas de hacer dinero, que requieren algún mantenimiento, pero que, bien operadas, imponiendo unos eficientes sistemas electrónicos de cobro, y con algunos ajustes (hacia arriba) en el precio de los peajes, pueden generar entre $250 y $300 millones de dólares al año. Háganle a este Gobierno colonial una oferta con la que se le puedan liquidar a Wall Street los bonos que se le deben, y siéntense a gozar del dinero de los peajes. Se considerará, además, un candidato principal para encargarse de la construcción y el manejo de los tramos nuevos, que deben aumentar considerablemente sus recaudos en peajes.
Entra en escena el karso
En Puerto Rico reconocemos un tesoro natural nuestro como la región del karso. Sobre la superficie de esta reserva natural se alojan miles de especies de árboles –cinco por cada metro cuadrado-, plantas y animales, muchas de las cuales son exclusivas de ese hábitat, algunas de ellas en peligro de extinción. Por debajo de su superficie se encuentran fabulosas cavernas y fluyen ríos de inmensa belleza que se alimentan de los innumerables sumideros que, junto con los mogotes, componen la geografía de esta maravilla de la naturaleza caribeña.
Es importante considerar que el karso contiene una de las reservas de agua más importantes de Puerto Rico. Una lectura de las excelentes coberturas sobre esta región aparecidas en el periódico Diálogo, y en dialogodigital.com, informa que el karso “provee agua a una cuarta parte de la población de Puerto Rico; es la principal fuente de agua para la industria farmacéutica del norte de la Isla y constituye un depósito fundamental de agua potable para aproximadamente el 80 por ciento de las vaquerías”.
Esta región está protegida por ley, por lo que ahora la Administración Fortuño, que dirige Rodríguez Emma, está en trámites de eliminar esa protección de los libros de las leyes de la colonia, porque es un impedimento a la construcción de la extensión de la PR22. Impide también la destrucción de mogotes para extraer los rellenos para cubrir los sumideros que se encuentran en el paso de esa carretera proyectada. Más que nada, la ley actual impide la construcción de megahoteles, con sus megacampos de golf, sus megapiscinas, los megacentros comerciales, y los megacondominios que esperan construir cuando (ellos ruegan) se trascienda la terrible crisis financiera y económica que le ha doblado las rodillas al capitalismo. Los que invertirían sus capitales en la construcción de la extensión a la PR22 requieren que se les garantice tráfico, mucho tráfico que pague peajes. Por lo tanto, hay que sembrar el karso de cemento y bitumul, para que la gente vaya y venga.
Para Fortuño y su comparsa, Puerto Rico no es una patria digna de preservarse para las futuras generaciones. Es una plataforma para crearle a Wall Street oportunidades de extracción. Los puertorriqueños no formamos una sociedad merecedora de prosperar en un sistema sustentable que nos garantice educación de primera para todos, servicios de salud gratis y de excelencia, vivienda digna, alimentos saludables, y trabajo productivo para construir una patria sin cadenas coloniales, sin explotadores ni explotados. Para ellos, los puertorriqueños somos sirvientes de Wall Street. Si existimos, es para crearles y canalizarles riquezas a los imperialistas, y el rol de mayordomos privilegiados que ellos tratan de asumir les rinde beneficios de socios menores de este sistema infame.
En la región del karso se están tropezando, nuevamente, con una fuente de resistencia combativa del Pueblo. Hoy se manifiesta, temporalmente, en no poder lograr una mayoría de votos para desmantelar la protección de ese tesoro natural. Pero eso es sólo el comienzo de lo que sin duda se convertirá en un movimiento nacional de oposición frontal a las pretensiones destructoras de estos patéticos gobernantes de turno.
Éste es un asunto que el Abayarde Rojo seguirá cubriendo a medida que avance la ofensiva antipatriótica fortuñista dirigida por Rodríguez Emma. Este recurso natural es demasiado importante para reaccionar cuando ya sea muy tarde. Tenemos que combatir su plan, paso a paso, según intenten arrasar con este pedazo de Puerto Rico.