Comentario sobre la represión estatal

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Foto tomada de ACLU-PR

Por Rogelio Acevedo

 

Como parte de las manifestaciones del Primero de Mayo fuimos testigos del ensañamiento de destacamentos especializados de la policía con manifestantes quienes fueron perseguidos, agredidos y arrestados en circunstancias que violan el propio ordenamiento jurídico burgués. En días recientes ha continuado la persecución contra personas relacionadas o que se han expresado a favor de las protestas que ha incluido despidos, intervenciones extrajudiciales y otras formas de intimidación. Sin embargo, más allá de los clamores de nuestros liberales burgueses y pequeñoburgueses al respeto “de las garantías constitucionales al derecho a la protesta” es importante extraer las lecciones de  estos eventos particularmente ante la intensificación de la ofensiva de la clase capitalista.

Considerando el nivel de desarrollo actual del capitalismo y su expansión por todo el planeta, el fenómeno de la represión burguesa tiene una dimensión internacional. Esta se fundamenta en las complejas interconexiones del sistema, donde sus componentes se mueven de acuerdo a las necesidades del capital para mantener y expandir los niveles de explotación de las masas obreras. Es por esto que las medidas represivas que toman las burguesías nacionales en respuesta a las luchas que da la clase obrera en cada país, son  similares.

Estas similitudes las vemos en todas las medidas represivas (ley de emergencia en Francia, Patriot Act en EEUU, las enmiendas recientes al código penal) las cuales son resultado de la intensificación de la crisis general del capitalismo y su impacto sobre las masas.  La experiencia histórica nos ha mostrado que el Estado capitalista intensifica la represión cuando 1) la ofensiva capitalista toma auge y; 2) se agudizan las contradicciones entre potencias capitalistas y escalan las amenazas de guerra.

Cuando proyectamos la situación  de la represión a Puerto Rico podemos identificar diversos factores, que colocan en una posición de vulnerabilidad a los sectores más conscientes de la clase obrera, así como al desarrollo de la lucha revolucionaria en general.

El primer factor es que actualmente no hay una dirección política establecida. La clase obrera en Puerto Rico tiene un grado muy bajo de «conciencia política».  Como consecuencia, las respuestas a esta ola represiva tienen la característica de ser desorganizadas, y en determinados casos, contraproducentes.  Ante el vacío de una dirección revolucionaria que represente los intereses de la clase obrera, el radicalismo pequeño burgués toma protagonismo cayendo presa de la típica indisciplina y desesperación que lo define. La precipitación en lanzar prematuramente a sectores dispuestos a luchar es un factor que pone en riesgo no solo el desarrollo de una dirección política proletaria, como también la construcción de una oposición más amplia que incluya otros sectores y clases oprimidas por el capital.

De otra parte, otros sectores de la pequeña burguesía patriótica, representados por el PIP, MIHN, PPT y todo su entorno, nuevamente pretenden lanzarnos por el barranco electorero. Esta vez proponen una consulta nada más y nada menos que para ¡pedirle a la JWS que se vaya! Estos sectores se han vuelto cada vez más irrelevantes precisamente por su defensa del sistema capitalista y de las instituciones burguesas. Esta nueva propuesta es una prueba de su oportunismo político y de su aislamiento de las necesidades apremiantes de las masas obreras.

Ante la falta de una dirección revolucionaria y una conciencia política desarrollada el efecto previsible es el repliegue del movimiento obrero organizado frente las acciones radicales de la pequeña burguesía. Desde la perspectiva de la clase obrera organizada, esta le huye a los grupos pequeño burgueses precisamente porque 1) los obreros saben intuitivamente que no están preparados, ni psicológica ni materialmente, para ninguna confrontación con los aparatos represivos del Estado quedando expuestos a ser aplastados y; 2) la influencia del oportunismo sindical es tal que toda su concepción política se basa en apuntalar al régimen político actual.  En ese sentido, aunque nos parezcan despreciables las recientes expresiones de los sectores más reaccionarios de la alta burocracia de algunos sindicatos, estas son expresiones objetivas del estado actual de desarrollo ideológico del movimiento obrero. Gran parte del reto actual que tiene el movimiento sindical, particularmente las matrículas, es entablar una lucha sin cuartel contra esos elementos enemigos incrustados en sus organizaciones y aislarlos políticamente.

Dadas estas circunstancias, la táctica comunista tiene que ser guiada por principios de cautela y ¡paciencia dentro de la actual situación de urgencia!

Por esto tenemos que dedicar nuestros recursos en fortalecernos, es decir, insistir en la construcción de nuevos instrumentos organizativos de lucha; los consejos obreros. Nuevas instancias que nos permitan instrumentar una política independiente, el perfeccionamiento de nuevas tácticas de lucha, así como la discusión y elaboración de un programa político que sea adoptado por las masas y que estén dispuestas a luchar por él. Solo con la organización consciente de la clase obrera y sus aliados estaremos en posición de enfrentar la represión burguesa y prepararnos para la ofensiva hacia la toma del poder político.

 

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