Aumenta la oposición obrera contra las charters

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Las implicaciones de la mal llamada reforma educativa van más allá del salón de clases.

Por Rosa Rojas

 

A medida que ha ido subiendo de tono el debate sobre la actitud arrogante de la contratista Keleher para imponer las escuelas charter, otros sectores de empleados públicos van entendiendo que la amplitud de los recortes les afectará de igual modo. Esta vez han sido empleados de la unión de la Autoridad de Edificios Públicos (AEP) quienes han alertado sobre la amenaza que representa la reforma educativa para la corporación pública.

Con motivo de la votación del proyecto de ley, que finalmente fue aprobado a viva voz, el sindicato organizó ayer una asamblea frente al capitolio como forma de protesta contra la medida.  Según como está redactada la mal llamada reforma, todas las escuelas que actualmente estén administradas por otras entidades gubernamentales pasarán a manos del Departamento de Educación (DE). Esto facultará al DE a contratar a empresas privadas que realicen las tareas de construcción, mantenimiento y mejoras que actualmente está a cargo la AEP, que es titular de 417 planteles.

Básicamente este tipo de acción se le conoce como “segmentación”, es decir, dividir en distintos componentes la operación, en este caso de las escuelas, para contratar cada aspecto por separado. Este es un método muy efectivo para evadir la fiscalización y que abre la puerta a que la misma empresa se lleve múltiples contratos. Con la entrega a manos privadas el diseño, mantenimiento y construcción de esas escuelas representará la pérdida del 65% del taller de los unionados, lo que representará eventualmente el cierre de la corporación pública.

Para añadirle un ingrediente adicional al plan de saqueo sistemático, queda pendiente una deuda producto de la emisión de $1,300 millones que hiciera la infame administración de Fortuño contra la AEP para financiar sus “escuelas del siglo XXI”. Esta deuda se debía pagar por medio de una renta que el DE abonaría a la AEP, quien aun adeuda más de $370 millones.

Este evento representa un nuevo desarrollo en esta lucha que apenas comienza a dibujarse en el horizonte. Por un lado, independientemente de la actitud servil que por años han mantenido las burocracias sindicales, la crítica situación los empuja a buscar soluciones. En ese sentido, la celebración de asambleas, aunque en esta etapa sean de carácter formal, representan un paso positivo en el proceso de ir ganando confianza en sus propias fuerzas.

Por otro lado, esta ofensiva por su carácter general, va derribando las divisiones ficticias entre los distintos sectores de la clase obrera. Esta coyuntura debe servirnos para continuar luchando en forjar la unidad necesaria para construir oposición al régimen de explotación. Este ejemplo resalta que los ataques de la clase dominante van dirigidos a la clase trabajadora en su conjunto, desde el magisterio a otros sectores laborales como son los empleados de la AEP.  Como tal, se hace cada vez más necesaria la unidad obrera.  Como primer paso, los maestros agrupados en EDUCAMOS se han unido al llamado de la Federación.  Se espera que las demás organizaciones magisteriales pronto se comprometan con esta unidad de fuerzas.  Pero esta unidad no es la que promulgan los autoproclamados “líderes de la izquierda” liberal pequeñoburguesa. Es la que construiremos desde las bases de la clase obrera como sujeto revolucionario y actor dirigente en la lucha por la construcción socialista.

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