La pugna dentro del PNP: dos tácticas de la explotación capitalista

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Por Carlos Borrero

 

El PNP está sumido en una pugna interna provocada por la reforma contributiva federal la cual espera resolver este fin de semana.  Los medios en la colonia, de manera típica, han representado este conflicto en términos de una lucha «ideológica» relacionada con la cuestión de la estadidad.  Por un lado, Jenniffer González, Thomas Rivera Schatz y Carlos Méndez son representados como anexionistas fieles porque apoyan la conversión de las CFC en compañías domésticas para fines tributarios.  Por el otro, se ha pintado a Rosselló como menos confiable respecto al ideal anexionista por haber unido fuerzas con el PPD en el Frente por Puerto Rico, una entidad que está cabildeando por la exclusión de las CFC del nuevo régimen tributario federal.

 

La realidad, sin embargo, es que no existe discrepancia ideológica alguna entre las partes.  La ideología, un término muy abusado en la colonia, se refiere a la perspectiva de clase la cual define la concepción del mundo de una persona.  Y en este sentido, a pesar de sus diferencias tácticas, existe un alineamiento ideológico fundamental entre González y cía., por un lado, y la alianza forjada entre Rosselló y el PPD, por el otro.

 

Entonces, ¿cuáles son las diferencias tácticas que han surgido dentro del PNP?

 

La propuesta de convertir a las CFC en corporaciones domésticas, o de manera inmediata o paulatinamente, se basan en la apuesta de que el mercado laboral en Puerto Rico, con su pésima participación laboral, compensará por las exenciones contributivas que históricamente han figurado como los principales incentivos para la inversión capitalista en el país.  La lógica detrás de esta propuesta es en comparación con otras áreas en EEUU el muy bajo salario promedio en Puerto Rico junto con el prácticamente inexistente régimen regulatorio ambiental pueden incentivar a las corporaciones estadounidenses, que también beneficiarán de la reducción de la tasa corporativa a nivel federal, a establecerse o mantener sus operaciones en la isla.

 

En otras palabras, la nueva ventaja competitiva de Puerto Rico en relación con otras jurisdicciones estadounidenses dentro del régimen impositivo corporativo que pronto se convertirá en ley y favorece, por lo menos en teoría, la manufactura ‘nacional’ estadounidense se basa en las malísimas condiciones de la fuerza laboral en la colonia: los salarios de miseria, falta de protecciones laborales y ambientales, y la eliminación de todos los beneficios marginales.  La propuesta de créditos por nómina de González, que no tienen nada que ver con la garantía de salarios dignos, representa otra concesión a los capitalistas dispuestos a establecerse en la plataforma de bajos salarios que se está mercadeando en Puerto Rico.

 

De más está decir que toda esta estrategia se basa en la imposición de un régimen político sumamente represivo capaz de intensificar el nivel de explotación directa de la clase obrera en Puerto Rico al grado necesario para garantizar suficientes ganancias capitalistas con relación a otras áreas.

 

La banda compuesta por la combinación de Rosselló y el PPD comprende muy bien las implicaciones para las masas obreras en Puerto Rico del plan tributario federal.  Ricky, en un esfuerzo para reparar el daño político a raíz de María y el PPD, para mantener su imagen “liberal”, han coincidido en el intento de convencer a los capitalistas estadounidenses, principalmente de las CFC, de que les pueden garantizar sus jugosas ganancias modificando la vieja táctica del trato preferente.  Aunque los detalles específicos de sus propuestas son menos conocidos, uno no necesita ser un genio para darse cuenta de que el Frente por Puerto Rico tiene el desafío de encontrar un equilibrio entre ofrecer suficientes concesiones a los grandes capitalistas sin despertar la oposición política de los elementos ‘ultranacionalistas’ dentro de un Congreso dominado por republicanos.

 

La esencia de este argumento es que las ganancias capitalistas estadounidenses en Puerto Rico han alcanzado niveles récord mediante una combinación de exenciones de impuestos corporativos, límites estrictos al crecimiento salarial y una reducción «gradual» de los gastos en programas sociales.  En otras palabras, ¿Por qué cambiar ahora lo que ha estado funcionando a favor de los capitalistas estadounidenses?  En el análisis final, la postura de Rosselló no refleja la solidaridad con los pobres sino el miedo de provocar entre las masas una oposición más radical a las políticas impuestas por los capitalistas imperialistas con todas las consecuencias políticas que eso puede traer.

 

Las masas obreras no pueden dejarse engañar por las disputas sobre respuestas tácticas que se dan entre los representantes políticos del imperialismo en la colonia.  Ninguna de las bandas puede ofrecer soluciones progresistas que respondan a las aspiraciones de las masas obreras.  Sólo la organización política independiente de la clase obrera, guiada por su propio programa político de transformación socialista, puede resultar en los cambios sociales y políticos a los que aspira la mayoría.