Contra la dictadura del capital

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Los mercenarios del capital financiero presentan las medidas en contra de la clase trabajadora.

por Carlos Borrero

La revelación el martes pasado de las últimas propuestas a llevarse a cabo en contra de la clase obrera por las autoridades coloniales en nombre de los parásitos financieros y sus lacayos locales provocó una movilización amplia de trabajadores ya para finales de la semana.  Las medidas propuestas por el ‘Grupo de Trabajo’ nombrado por el gobernador colonial representan la ya muy conocida receta de ataques en contra de los logros materiales y otras conquistas históricas de la clase obrera que los defensores del capitalismo cínicamente afirman necesaria para el crecimiento económico.  Esta afirmación es cierta sólo en la medida en que el ascenso meteórico del parasitismo financiero durante los últimos años refleja el problema de la rentabilidad capitalista en el ámbito de las actividades productivas.  Vistas desde esta perspectiva, las medidas propuestas tienen un objetivo central: aumentar la explotación brutal de la clase obrera puertorriqueña con el fin de garantizar que todos los sectores de la clase capitalista, los parásitos financieros y aquellos que se dedican a actividades productivas por igual, obtengan niveles aceptables de ganancia.

Los principales componentes del plan se centran en la creación de una plataforma de bajos salarios que se caracteriza por la casualización del trabajo, es decir, la eliminación de cualquier seguridad laboral.  Esto será acompañado por una aguda reducción de servicios sociales, particularmente los gastos estatales relacionados con la educación y la salud públicas.  Desde la perspectiva de la burguesía imperialista, no hay necesidad de mantener los actuales niveles de gastos públicos en estos ‘lujos’ para una masa trabajadora destinada a cumplir un papel complementario en la cadena de producción mundial (ej. la industria aeroespacial emergente) u otras funciones que no requieren un alto grado de conocimiento técnico. (ej. el turismo).   De hecho, las medidas propuestas claramente promueven la mayor privatización de todos los servicios sociales.

Además del freno al desarrollo cultural y el intento en contra del bienestar físico de las masas obreras que representan estas medidas, está claro que este tipo de ataque brutal sólo puede llevarse a cabo con un proceso paralelo de restringir severamente los principios básicos de la democracia burguesa.  No debe ser una sorpresa que los capitalistas violenten los principios democráticos suyos.  De hecho, el gran embuste de la democracia burguesa se pasea ante nuestros ojos con el plan del gobierno colonial de imponer una Junta de Control Fiscal compuesta por una combinación de los representantes locales y extranjeros de los parásitos financieros.  Sin embargo, lo que estas propuestas medidas no incluyen explícitamente, pero sí se ve claramente evidenciada por una serie de recientes preparativos en Puerto Rico así como la actual conducta del imperialismo norteamericano tanto en el ámbito internacional como doméstico, es la escalada de las fuerzas represivas del Estado en preparación para la inevitable respuesta de la clase obrera a estos ataques llevados a cabo en su contra.  Como tal, la dictadura y el belicismo se perfilan como los rasgos principales de la época del descenso capitalista.

La movilización de los trabajadores puertorriqueños el viernes pasado es su respuesta espontánea a la actual ofensiva capitalista.  Los instintos de los trabajadores los llevan a repudiar lo que se entiende claramente como una amenaza a sus intereses a corto y largo plazo.  Sin embargo, esta «espontaneidad» también refleja la debilidad central del movimiento en su conjunto.  La orientación estratégica de la clase obrera organizada sigue todavía fuertemente inclinada hacia la confianza en las elecciones burguesas como mecanismo viable para resolver los problemas más apremiantes engendrados por el capitalismo en la sociedad colonial.  El carácter reformista de la dirección sindical así como el oportunismo de los llamados políticos «liberales», los cuales eran muy evidentes en los discursos durante el evento, refuerzan esta tendencia.  Dado el actual estado embrionario de la reorganización comunista en Puerto Rico, esta situación es de esperarse.  No obstante, la agudización de las tensiones sociales les impone a los comunistas el deber de precipitar esta reorganización.  Estamos al borde de una nueva época de intensa lucha de clases que exige una dirección revolucionaria capaz de darle una nueva orientación estratégica a la lucha de la clase obrera.

¿En qué consiste esta nueva orientación estratégica?  Ésta sólo puede entenderse como el desarrollo de nuevos órganos de poder obrero capaces de dirigir la toma revolucionaria del poder político y llevar a cabo un programa de transformación socialista de la sociedad.

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