Gracias camarada Carlos

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Por Quijote Rojo

Un día como hoy, hace 196 años, nació en Tréveris Alemania una de las mentes más privilegiadas de la historia de la humanidad, el camarada Carlos Marx.

Su grandeza no radica exclusivamente en haber sido un brillante científico social y economista que se destacó entre la intelectualidad europea de mediados del siglo XIX. Su grandeza radica en haber puesto su inusual inteligencia al servicio de la emancipación de la clase obrera en distintas facetas de la lucha proletaria: en el combate ideológico con los intelectuales burgueses, en la creación de una organización revolucionaria del proletariado, la fundación de la Asociación internacional de trabajadores o Primera Internacional. Pero sobre todo y más importante aún, junto a su inseparable camarada y amigo Federico Engels, en haber desarrollado el socialismo científico y sus armas teóricas y prácticas más importantes: el materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Estas herramientas no son simples fórmulas de aplicación mecánica a la lucha de clases. Son armas de interpretación de la realidad y de aplicación audaz de las tareas necesarias para el fortalecimiento político e ideológico de la clase trabajadora cada etapa histórica en la que nos toca desarrollar el trabajo revolucionario en ruta a la conquista del poder político, del derrocamiento de la burguesía y de la destrucción de este sistema indigno llamado capitalismo.

A pesar de que a lo largo del desarrollo del movimiento obrero, que va a la par con la expansión del capitalismo a todos los confines del planeta, han surgido numerosas desviaciones, tergiversaciones y negaciones de la pertinencia del materialismo histórico y dialéctico, la historia de las revoluciones proletarias a lo largo de la historia reciente han demostrado que son las únicas herramientas capaces, junto con la concepción leninista del Partido, de llevar a la clase trabajadora a conquistar el poder político, y más importante aun, a mantenerlo.

Sin restar importancia a los enormes sacrificios que hizo el camarada Marx (y su familia) por su trabajo científico y su práctica política, que lo llevaron al exilio, la persecución política, el estrangulamiento económico, hay una aportación que sobresale de las demás: la investigación y publicación de su obra cumbre: El capital. Estas es sin duda, su más grande aportación a la lucha proletaria, no solo por haber dedicado gran parte de su vida madura a la investigación sistemática para la publicación de esta obra. Sino por el descubrimiento, de forma metódica,  dialéctica, de cómo operan los complejos y contradictorios engranajes que componen el sistema capitalista. Pero esas largas horas de investigación y de intransigentes debates con los economistas burgueses no estaban destinadas a demostrar quien «sabía más». Su objetivo era legar una poderosa arma de combate para la clase trabajadora, en la que adentrándonos en las entrañas del monstruo supiésemos cómo destruirlo. No de forma mecánica ni esquemática, sino creativamente, con disciplina y con la visión de que todos los sistemas político económicos tienen un inicio, desarrollo y final, es decir, que el capitalismo no es eterno. Que éste ha creado las bases para su propia destrucción con el robo descarado del trabajo ajeno y con el surgimiento de su producto más característico: la clase trabajadora.

En esta etapa histórica de las cada vez más frecuentes y agudas crisis de acumulación del capitalismo, las ideas del camarada Marx cobran vigencia con una fuerza inusitada. A pesar del aparente avance del posmodernismo, de las tendencias pequeñoburguesas y de las más coloridas tergiversaciones de la teoría marxista, los ideólogos de la burguesía y sus aliados, la intelectualidad pequeñoburguesa que se «pinta de marxista» no han podido enterrar sus ideas fundamentales: que solamente a través de la violencia es posible la sustitución del capitalismo por un sistema en el que prime la solidaridad, es decir en el comunismo, y que el poder de la clase trabajadora se podrá mantener solamente con el ejercicio dictatorial de ese poder: la dictadura revolucionaria del proletariado. Inclusive, a causa de la última crisis capitalista del 2008, que estuvo a punto de echar abajo el capitalismo, los cuadros económicos y políticos de la burguesía estan volviendo a estudiar El capital. Desde luego, no para cambiar el sistema, sino para entender qué rayos está pasando y cómo oportunistamente pueden sacar provecho hasta la próxima crisis de acumulación.

Por estas grandes aportaciones y grandes sacrificios personales que hizo el camarada Marx para que tuvieramos  las herramientas necesarias para convertirnos en los sepultureros del capitalismo, lo menos que podemos hacer es seguir su ejemplo y trabajar duro en el estudio y aplicación de su legado. Por estas y muchas cosas decimos ¡gracias camarada Carlos!

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